ENFERMEDAD

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-¿Cómo que tengo cáncer? No puedo tener cáncer, yo solo venía por un chequeo que me hago cada año.

-Lo siento mucho, joven, pero yo le recomendaría empezar con el tratamiento lo más pronto posible. Su cáncer no está tan avanzado.

-¿Cuánto costaría el tratamiento?

-El tratamiento está entre $50,000 y $150,000 pesos por un tratamiento de quimioterapia, y entre $80,000 y $200,000 pesos por un tratamiento de radioterapia.

-Ok, gracias, doctor.

-No se preocupe, joven, todo va a salir bien, ya lo verá.

-Sí -solo le sonreí.

Salí de la consulta desanimado. No tenía esa cantidad de dinero; además, tenía muchos gastos, como la universidad y mantener a mi hermanito. Nuestros padres sufrieron un accidente automovilístico y hace poco habíamos perdido a nuestros abuelos, que nos cuidaron. Yo apenas había cumplido 18 años; ¿Qué iba a hacer? No pude contenerme y empecé a llorar. Iba de camino a casa y mi hermanito me recibió con mucho entusiasmo.

-¿Todo bien, hermano? Te veo un poco raro -dijo mi hermanito mientras miraba hacia arriba con curiosidad.

-Sí, todo bien. Solo estoy un poco cansado -respondí, intentando mantener la sonrisa.

Me dirigí a la cocina, buscando algo que me distrajera de la noticia. Sabía que no podía preocuparlo más de lo necesario. Pero, en el fondo, el nudo en mi garganta se hacía más fuerte.

Mientras preparaba una merienda, mi mente divagaba entre las facturas, la universidad y el tratamiento. Necesitaba un plan.

-Oye, ¿quieres ver una película después de cenar? -le pregunté para distraerlo.

-¡Sí! -dijo emocionado-. ¿Puedo elegir?

-Claro, lo que tú quieras.

La cena pasó entre risas y palomitas, pero cada bocado me recordaba lo que estaba en juego. Después de la película, mientras él se preparaba para dormir, me senté en la sala a pensar.

Tenía que encontrar una manera de financiar el tratamiento. Tal vez podría hablar con algún profesor en la universidad, ver si tenían algún programa de ayuda. También recordé que algunos amigos habían hecho rifas o colectas para gastos médicos.

Decidido, saqué mi celular y empecé a buscar información. No podía rendirme. No solo por mí, sino por mi hermanito, que necesitaba que yo estuviera allí, fuerte y sano.

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