¿VIVIR JUNTOS?

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Jimin se despertó desconcertado, ya que su teléfono sonaba insistentemente. Se frotó los ojos, tratando de despejarse mientras buscaba el dispositivo en la mesita de noche. La pantalla iluminada mostraba múltiples notificaciones: mensajes del asistente de Jeon y varias llamadas perdidas.

Confundido, Jimin deslizó el dedo por la pantalla y abrió el primer mensaje. Era un recordatorio urgente sobre la reunión programada para esa mañana.

-No puede ser-Pensó, sintiendo cómo la presión comenzaba a aumentar. Se levantó de un salto, sus pies tocando el frío suelo, y rápidamente se vistió. Mientras se ataba los zapatos, su mente corría a mil por hora.

Se miró en el espejo, ajustándose el cabello mientras buscaba su chaqueta. Sin tiempo para pensar, agarró su teléfono y salió corriendo por la puerta.

Lo bueno era que ya venía su mejor amigo para cuidar a su hermano. Jimin sabía que después tendría que pagarle, pero eso lo resolvería más tarde. Al salir, se encontró con el carro de Jeon estacionado frente al edificio.

-Perdón por hacerte esperar -murmuró, sintiendo la mirada intensa de Jeon sobre él.

-Espero que estés preparado. Esto será más complicado de lo que crees.-

-Lo siento, Jeon. No quise hacerte esperar-dijo, sintiendo un nudo en el estómago-.

-Dime, ¿Qué tan importante es esta farsa para ti?- Jeon, con una expresión enigmática, respondió

-Más de lo que imaginas. Mi reputación está en juego-

Jimin se quedó atónito. ¿Su reputación en juego? No podía creerlo. Se quedó callado, procesando la información. Cuando el auto se detuvo, preguntó con voz temblorosa:

-¿Qué hacemos aquí?

-Estamos aquí para comprarte ropa para la fiesta de esta noche con mi abuelo -respondió Jeon con calma.

-¡¿Qué fiesta?! ¡No me dijiste que solo lo iba a conocer! -exclamó Jimin, sorprendido.

-Sí, lo vas a conocer, pero de una forma más... especial. Mi abuelo estaba pensando en anunciar nuestro compromiso con el joven Kim en esa fiesta, pero como ya sabes, hubo un cambio de planes -dijo Jeon, mirándolo fijamente.

Jimin se ruborizó. -Sí... -murmuró.

-Ven, ponte esto -dijo Jeon, entregándole la ropa.

Jimin asintió, aún aturdido, y tomó la prenda. Se dirigió al probador. El traje era sumamente elegante, y la tienda, más de lo que jamás había imaginado. Nunca había pensado en comprar ropa de una marca tan exclusiva. Bueno, el dinero no saldría de su bolsillo, pero la idea lo abrumaba.

Era un hermoso traje morado que acentuaba su esbelta figura, realzando sus curvas. Mientras buscaba la camisa, una sensación de incomodidad comenzó a crecer. Al darse cuenta de que el traje no incluía ninguna, se lo puso con cierta torpeza. No estaba acostumbrado a vestir algo tan formal y, menos aún, sin una camisa debajo.

Se armó de valor y salió del vestidor, dispuesto a enfrentar la mirada de Jeon.

-Ya voy a salir -anunció, su voz temblorosa.

Jeon lo miró fijamente. El traje morado realzaba sus facciones, y su figura se veía más esbelta que nunca. Un nudo se formó en la garganta de Jeon. Quería decirle lo bien que se veía, pero su orgullo lo detuvo.

-Te queda bien, pero puede mejorar -dijo, tratando de sonar indiferente.

-Pruébate este -sugirió Jeon, extendiéndole un traje blanco.

CRUCE DE CAMINOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora