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—¿Cómo te fue? —cuestionó Gael al empezar a conducir.
—Bien... El problema tenía que ver con la prensa, nada nuevo —la rubia soltó un suspiro, haciendo su cabeza ligeramente hacia atrás.
Gael había pasado por ella y por Félix luego de su encuentro con Ama, ahora, iban camino a un centro comercial, esto debido a algunas cosas pendientes que Samantha debía comprar.
—¿Segura que no te van a reconocer?
—Estoy vestida lo más casual que puedo... Además, siempre vamos a ese centro comercial. Si piden una que otra foto no es nada malo.
Cortos minutos pasaron para que el auto se estacionara frente a dicho lugar, Félix se apresuró a abrir la puerta para que la chica pudiera salir.
Los tres ingresaron al sitio, llenándose con la ligera música que siempre solían poner en el mismo. Empezaron a recorrer los pasillos, en busca de aquellas cosas necesarias.
—¿Y si te compras ésta? —Gael apuntó a una pijama con un estampado de duendes animados —. Son tus gemelos... Son igual de pequeños y feos.
Un golpe fue a parar a su hombro, este sin ser delicado.
—Pendejo... Te voy a bajar el sueldo —amenazó.
—¿Qué? No es mi culpa... Se parecen, ¿verdad Félix?
Sam rápidamente miró al pelinegro, esperando atenta su respuesta.
Gael le guiñó el ojo, el chico entendió, listo para seguirle el juego.
—Pues... El parecido es asombroso —dijo divertido.
—Hijos de la chingada... Los voy a dejar abandonados aquí y me voy a robar el auto.
—¿Cómo? Ni siquiera alcanzas el freno.
Ambos rieron. La rubia solo los miraba de forma fulminante, pero sin poder ocultar la ligera sonrisa que se formaba en su rostro.
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Un poco más de una hora pasó, y finalmente, todos tres salieron del centro comercial con algunas bolsas.
Venían charlando mientras se dirigían al estacionamiento, hasta que en eso, se detuvieron repentinamente al observar a varios paparazzis y personas de la prensa en el lugar. Husmeaban los vehículos, buscando a alguien.
—¿Qué carajos...?
—¿Qué hacen ellos aquí?
Desconcertados, así era como se sentían. Samantha retrocedió rápidamente, lo que menos quería en ese momento era lidiar con la prensa. Era un total dolor de cabeza.