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▶『 Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos』
Diciembre, 2025
Amelian y Mich nacieron con 36 semanas de gestación, lo que los vuelve bebés prematuros por cuatro semanas faltantes. Eran sumamente pequeños cuando nacieron, a tal punto que hasta me daba miedo moverme o tocarlos cuando los colocaron sobre mi pecho, su piel estaba un tanto arrugada por la falta de grasa corporal, tenian poco cabello, los ojos azules intensos de Max y dormían plácidamente la gran mayoría del tiempo. Al nacer, rapidamente las enfermeras los llevaron a unas incubadoras para mantenerlos protegidos. Con Max cuando podíamos estirábamos nuestras manos dentro de las pequeñas cajas de cristales y tocábamos sus manos. Fue una sensación alucinante al ver que en un momento Amelian encontró mi dedo y lo sujeto con su pequeña mano. Inmediatamente levante mi mirada hacia Max del otro lado de la habitación observando a Mich para ver si había visto lo mismo que yo.
Allí comprendí que conocerlos fue lo mejor que me había pasado en la vida
La doctora me informo un día después que ya estaba lista para volver a casa, pero que los bebés iban a quedarse para hacerles más controles y chequeos lo cual casi me deja sin aire.
―Vayan a casa, Victoria y yo nos quedaremos aquí. Tu debes descansar―me ordeno Jean en la habitación mientras guardaba mis cosas y la verdad es que no quería dejarlos solos. Max tampoco quería alejarse de los mellizos pero él tenia la chance de volver al hospital luego, yo debía quedarme en casa descansando.
Es un momento muy preocupante para una madre primeriza tener que dejar a tus hijos que has llevado 36 semanas contigo en un hospital donde claramente los están cuidando por su seguridad que no esta asegurada. Sin embargo, yo no podía hacer nada tampoco si me quedaba allí, eso me dijo la doctora. Y era verdad, no podía evitar que algo les pasara y tampoco podría acelerar el proceso para que vuelvan a casa, así que lo mejor que podía hacer para ellos era volver y descansar para traerlos en mejor estado.
Ese mismo día me recosté en la cama con preocupación pensando en los mellizos y su bienestar y Max se recostó junto a mi acariciando mi cabeza para calmarme mientras le hablaba de los pro y los contras que tenia venir sin ellos. De todas formas, el cansancio que tenia sobre mi era muchísimo más grande que mis preocupaciones y en un par de minutos me calle aferrándome a Max durmiendo sobre él durante varias horas.
Y eso fue lo mejor que pude hacer por ellos. Mientras los bebés estaban en el hospital, me dedique a descansar y relajarme. Me dedique a moverme de manera ligera por su cuarto acomodando las cosas acompañada por Stewart, Sassy y Jimmy, me dedique a meditar como Jean me lo había recomendado frente al jardín, a prepararme mentalmente para esta nueva etapa que me esperaba en cuanto los bebés estén en casa.
Después de casi dos semanas, los bebés llegaron y entonces Max y yo nos pasábamos horas enteras observándolos dormir en nuestra cama mientras apoyábamos nuestras cabezas en los bordes de estas para verlos sin acercarnos demasiado. Era de las cosas más placenteras que había vivido en mi vida, ver como sus torsos subían y bajaban lentamente con cada respiración. Respiraban, que era lo más emocionante. Ellos respiraban y nosotros lo contemplábamos con los ojos llorosos. Sea lo que sea que hagan, nosotros íbamos a estar aquí, observándolos y festejándolo.
