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A veces se preguntaba si había tomado la decisión correcta, era cierto que no amaba a Mito, pero le tenía un gran respeto, aún así no dejaba de preguntarse que hubiera pasado si no hubiera aceptado la propuesta del señor de los remolinos.

Todo eso porque su mente no dejaba de recordarle constantemente a la persona que estaba en su corazón, un amor imposible, marcado por la sociedad como inaceptable.

Conoció a ese amor desde pequeño, y poco vio como crecía, y como tenía que contenerlo en su pecho.

Era doloroso.

Y ahora estaba aquí, en su boda con una mujer que no amaba pero que aprendería a querer, se sentía un poco fuera de su cuerpo.

Y era aún más sorprendente lo rápido que pasa el tiempo, Jabel ya tenía tres meses, a nada de cumplir cuatro, en su embarazo, y su hermano de la nada habia cambiado un poco su actitud con ella.

Si vientre ya se notaba.

Alejo su mirada de esa imagen, pues le recordaba lo parecidos que eran, y lo que nunca de los nunca podría tener.

Solo deseaba que el destino fuera generoso con el, no pedía más.

– Acepto.
– Acepto.

Y así su destino estaba cellado, ahora lo entendía, talvez... Así se sintió Tobirama.

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Soltó un suspiro agotada – uff estoy exhausta.

Le dolían los pies de forma horrible, ya estaban empezando a hincharse y dolían como el mismo infierno.

Jabel estaba agotada, la ceremonia había sido larga, aunque la mayoría del tiempo la paso sentada, cuando le tocaba estar de pie era toda una lucha.

Su vientre a pesar de solo tener tres meses era enorme, demasiado por lo que habían dicho algunos, el médico le había recomendado no comer comidas que podrían engordar al bebé, porque podría dificultar su labor de parto.

A pesar de que seguía sus ordenes al pie de la letra, el vientre seguía creciendo, a veces la asustaba, y sabía que no era la única, porque en ocasiones sentía la mirada de Madara, Hashirama y la que más preocupación tenía... La de Tobirama.

Si relación había... Cambiado.

El silencio seguía a veces presente, pero se dió cuenta de que no era nada contra su persona, solo que Tobirama solía ser de pocas palabras, y pues ella estaba acostumbrada, venía de una familia donde las palabras terminaban sobrando y los silencios abundando.

– Ven déjame ayudarte. – Tobirama se arrodilló y levanto mi pie, colocándolo así en su rodilla con cuidado.

Me empezó a quitar las sandalias con cuidado, y luego me daba un suave masaje.

– ¿Has estado siguiendo las instrucciones del doctor?– Me preguntó mientras daba leves masajes a mi pie.

– Si, todo lo que me ha dicho.– dije soltando un leve gemido de satisfacción al sentir el masaje, de verdad me estaba aliviando ese dolor.

– Mmm le diré que venga mañana.

– Está bien, no es necesario solo estoy cansada.– dije tratando de calmarlo un poco.

– Con más razón lo llamaré mañana.

Dijo para luego levantarse y sacar de mi armario una bata y mi ropa de dormir.

Me ayudó a levantarme, al quitarme la ropa me sonroje un poco pues, me estaba viendo desnuda y mi cuerpo no era el mismo de antes.

El simplemente siguió en su misión de desnudarme, podía hacerlo yo sola, pero lo dejaba hacerlo, porque sabía que esa era su forma de mostrarme su preocupación y cuidado.

Cuando estuve completamente desnuda, el se quedó un momento quieto, y yo me sonroje al ver que se detuvo, centrando demasiado su atención.

De repente su mano estaba en mi vientre abultado, dando una leve caricia, como su temiera romperme.

– Estarás bien.– Dijo, y me sorprendió lo débil que sono su voz.

Levanté la mirada conectando con sus ojos rojos, casi vinotintos, su mirada estaba puesta en la mía, y me decía mil cosas.

– Estarán bien, tu y el bebé, todo estará bien.

Lo dijo con tanta seguridad que después de tanto tiempo sentí alivio, tanto alivio que me lancé a llorar en sus brazos, llanto que llevo reprimido por semanas.

Sus brazos me rodearon, y me dieron la seguridad de que nunca iba a soltarme.

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– Señora Senju.

Voltee al sentir esa voz masculina, al hacerlo me di cuenta de que no era de por aquí, se notaba que era una viajero nómada, pues traía consigo un gran equipaje y no tenía ningún símbolo de algún clan perteneciente a la aldea.

Antes de que pudiera preguntarle que necesitaba, se me acercó tomando mis brazos con fuerza, su voz se hizo gruesa y sus ojos se volvieron blancos.

– ¡Señora Senju! Usted morirá.

Fue lo único que escuché antes de gritar con fuerza y que todo se volviera negro a mi al rededor.

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Hola!! Perdón por tardar en actualizar.

Tenía un pequeño bloqueo con esta historia, y por más que leía los capítulos no sabía que hacer para que avanzará.

Pero hoy la inspiración llegó y dije hay que hacerlo jajjajaja.

Espero que les haya gustado, por favor comenten y voten, no sean lectores fantasmas.

Y también hagan sus teorías, si no lo han notado hay algunas sutilezas fueras de lugar ahí.

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⏰ Última actualización: Nov 03 ⏰

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