Un chico y la Tragica muerte.

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Sus ojos llenos de lagrimas miraban al pálido cuerpo recostado en la cama; lamentaba lo que pasaba, gritando el nombre de su persona amada, sus llamados no eran acatados por esa chica que no despertaba.
Su llanto amargo retumbaba en esas gruesas paredes que lo rodeaban, negando todo lo que pasaba con lágrimas rodando por su triste y oscura cara.

Al momento de colgar, Fallo y Daarick  se dirigieron a esa casa preocupados. No sabían cómo estaba reaccionado su hijo; lo bueno es que el camino solo demoraba unos 5 minutos en carro, y como todo se dio bien llegaron a ese hogar, que traía un aura fría y solitaria;
quitando el hecho de que iba a llover esa tarde.
Al entrar encontraron a su hijo en el sofa, sentado y enojado. Y cuando los volteó a ver, su mirada denotaba odio, rencor, decepción. Les partió el alma a ambos.
Minho solo volteó los ojos.
— ¿Qué mierda hacen aquí?
- H-Hijo, nosotros-...
- ¡¿POR QUÉ SIGUEN LLAMÁNDOME HIJO?!
- Roberto, nosotros queremos disculparnos.
— ¡¿DISCULPARSE?! OH CLARO QUE QUIEREN DISCULPARSE, ¡QUE CÍNICOS SON! ME OCULTARON QUIÉN ERA POR MÁS DE CATORCE AÑOS.
- N-Nosotros n-no quisimos, solo... no sabíamos cómo decirlo.
— ¡¿CÓMO NO SABÍAN?!
- No quisimos hacer esto...
- Pero lo hicieron, ¿saben si quiera como estoy ahora? ¿Es que acaso de verdad me llamo
Roberto?
— Sí te llamas Roberto,eres un hombre de 20 años. Roberto este es un golpe duro en tu vida, pero por favor no reacciones así, Feirly podría-...
— ¡A LA MIERDA FEIRLY! ME VALE MIERDA ÉLLA, SEGURAMENTE ME FORZARON A ESTAR CON ÉLLA TAMBIÉN.
Ese dolor que se instaló en su pecho, no fue ni la quinta parte de fuerte de lo que sintió Feirly escuchando escondida entre el pasillo.
- Humbe... d-duda de mí...- Susurró para ella misma. Sin ser escuchada por nadie.
Simplemente las lágrimas caían por sus mejillas en un llanto silencioso.
— Roberto, no hables así de Feirly. Élla no tiene nada que ver aquí.
- ¡¿SABEN QUÉ?! LARGO DE MI MALDITA CASA, NO LOS QUIERO VOLVER A VER JAMÁS.
- R-roberto.
- LARGO, DIJE.- Espetó, viendo cómo los que se suponen que eran sus padres salían llorando de ese oscuro hogar.

Roberto intentó calmase un poco, y fue directo a la habitación. Encontrándose la habitación en una sepulcral oscuridad y a Feirly tirada en el piso.
- ¿Feirly, estás bien?
- Sí... no pasa nada.
— Voy a salir a fumar y eso, no me molestes.—
¿Cuántos cigarrillos llevaba? Como 5 o 6.
- Bien, solo dame mi beso y...
- Gabriella, hoy no estoy de humor.
- Pero Roberto, ese va a ser el último...— Inocentes palabras que tenían muchas interpretaciones.
— ¡TE HE DICHO QUE NO! LLEVAS DESDE LOS 6 PUTOS AÑOS PIDIENDO BESOS, MADURA YA.
- Y-Yo...
- Cállate, adiós.
- P-Pero, tu promesa...
Roberto solamente la fulminó con la mirada indicándole que hiciera silencio de una vez, Feirly se hizo más pequeña en su lugar.

-Roberto...

Escuchó ser la puerta ser cerrada, y un desgarrador grito sonó. Feirly solo lloraba y tiraba todo lo que encontraba en la habitación, Roberto la había abandonado ahora. Roberto la había dejado. Todas esas malditas promesas de sacarla del hospital eran una farsa, solamente una efímera ilusión.

- MALDITA SEA, TUVE QUE SUPONERLO.
NO ME IBA A AYUDAR.

Su amargo llanto resonaba en todas las paredes del hogar, todo estaba oscuro y una tormenta tan fuerte como su llanto estaba afuera, no sentía nada más que dolor y tristeza.
Fue a la cocina con la respiración pesada, quería estar despierto para cuando su Humbe vuelva, se hizo un café. Quería estar despierta, en un lugar que no sea su cama para recibirlo en brazos y sentir su olor. Al final una taza se convirtió en dos, dos en cuatro y al final se hicieron seis... sentía como su corazón estaba a punto de salir de su pecho pero se sentó pacientemente en el sofá a esperar. Sus uñas rasgaban su piel dejándola roja en el proceso, era un color muy fuerte, y se veía aún más con su piel pálida, sintió pequeñas gotas de sangre caer en sus dedos y entendió

Un beso antes de morir / GabertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora