1. ¿Hay un monstruo suelto en la ciudad?

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—Hay un monstruo suelto en la ciudad —dijo en tono confidente Pamela Palacios, mientras miraba a la cámara con los ojos entrecerrados. Su figura elegante se recortaba contra la fachada de una imponente mansión que se levantaba amenazante detrás de ella.

El video se reproducía en el teléfono de Luana, que contuvo el aliento al reconocer la casona. Quedaba en la misma cuadra que el edificio donde ella vivía con su hermano menor. Inmutable desde siempre, ajena al paso de los años. Llevaba décadas abandonada y nadie se atrevía a tocarla. Tenía sentido, considerando que era una casa maldita. Pero eso no era de lo que trataba el reportaje.

Desde la pantalla, Pamela Palacios le indicó con una mano a la cámara que la siguiera.

—Solo a unas cuadras de aquí —continuó el reportaje— se cometió un homicidio de una crueldad inimaginable. ¿La víctima? Un anciano inocente, adorado por todos. ¿Qué pasó realmente? Acompáñame aquí, en Canal Impacto, y te contaré todo lo que se sabe de este crimen sangriento.

Luana revoleó los ojos cuando Pamela Palacios terminó su introducción con un guiño pícaro. ¡Un guiño! Sus estúpidos videos siempre la hacían retorcerse de vergüenza ajena, pero por alguna razón no podía evitar mirarlos cada vez que se cruzaba con uno de ellos en redes sociales.

—¿Qué le pasa? —exclamó Luana, gesticulando hacia el teléfono.

—¿A quién? —preguntó una voz detrás de ella.

Tan distraída estaba que no había escuchado llegar del trabajo a su hermano, Renzo, que se sentó a su lado en el sofá y se inclinó hacia ella para fisgonear la pantalla.

Al contrario que Luana, que solía trabajar desde la casa y llevaba ropa suelta e informal, Renzo vestía el traje con corbata que era parte de su uniforme diario. Olía a flores, también. Las flores de los funerales que había atendido ese día, seguramente.

—A esta ridícula que habla de muertes con cero respeto por el tema.

—¿Qué esperabas de Canal Impacto? —Renzo usó un tono burlón para recalcar el nombre de la cuenta—. Ese es su estilo para tener vistas. Y tú estás mirando, así que les funciona...

Luana le puso pausa al video y se volteó hacia su hermano para contemplarlo con seriedad. Luego, tomó uno de los almohadones del sofá y lo golpeó con él en modo jocoso. Él le devolvió la gentileza, y por un momento volvieron a ser dos niños en una guerra de almohadas.

—A ver, estoy mirando porque quiero saber qué pasó, fue muy cerca de nuestra casa —se defendió Luana, mientras intentaba acomodarse los rizos del pelo de vuelta en su lugar.

—¿Así que no es para ver a Pamela Palacios? —preguntó Renzo, replicando su característico guiño.

En lugar de ofenderse, Luana bajó la mirada a la imagen pausada de la reportera en su teléfono. El pelo negro, perfectamente lacio, enmarcaba su rostro de una forma perfecta. El sol brillaba contra su piel trigueña. El tono rojo de sus labios hacía juego con el vestido que llevaba puesto.

—O sea, sí es linda —reconoció Luana—, pero es una desubicada también, hablando así de crímenes.

Renzo asintió.

—Sí, de hecho, hoy pasó por mi trabajo a preguntar si sabíamos algo del muerto porque se enteró de que mi jefa lo conocía.

—¿En serio?

—Sí. Al final, un conocido de mi jefa que estaba de visita le pidió que se fuera y dejara de insistir. Creo que él también conocía al muerto. Dijo que volvería en un mejor momento. —Renzo se aflojó la corbata y dejó escapar un suspiro agotado.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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El corazón de la medianoche (EN CURSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora