Me quedé sin aliento el resto de mi trayecto, con mi mente rebobinado la inverosímil concesión que he dado como respuesta. Siento que he cavado mi propia tumba, y mientras me lo planteo, siento mis gesticulaciones formarse histriónicamente. Cómo por qué he aceptado, me pregunto una y otra vez... Oh, ya. Su semblante contumaz me dejó entre la espada y la pared. Mi mero propósito es mantener esta situación a raya, quiero evitar deslices, pero él se encarga empedernidamente de ponerme el trabajo difícil.
Nada puede quebrantar mi parapeteo si yo no lo permito; el poder lo tengo en mi manera de actuar. Sus pupilas aviesas no conseguirán desequilibrar a esta mujer... Al menos, hoy no. El tiempo sigue corriendo... Mejor me apuro.
Mínimo me he quitado un peso de encima. Enhorabuena, completé la misión, pienso como aquél que cambia su página mental. Entrelazo mis dedos y halo para tronarlos; siento que mis huesos se híper sensibilizan por la naturaleza del frío. El crujido tosco resuena con eco, y pareciera que salgo del trance a causa de este. Observo a mi alrededor, ciñendo mi entrecejo. En dónde estoy... Ah, ya. Por mi irremediable ensimismamiento, he terminado en la sala de maestros del edificio contiguo a la biblioteca. Reparo en mis acciones mecánicas, viéndome posicionada en el estante de las tazas. Río para mí misma. Mi rutina diaria está escrita en mis pasos, pues no hay día en el que falte por venir por mi café diurno... pero no veo conveniente tomarlo ahora sabiendo que al rato me agregaré otras nueve onzas.
"¿Y si Nicholas me envuelve tanto que, cuando salga del trance, no sea la sala de maestros sino su cama en donde esté?". Se me acelera un poco la respiración.
Me dejo caer en mi silla, guareciéndome con la altura del escritorio. Remuevo la plaquita que me amparó en mi escapada. De manera innata, emparejo el borde de unos papeles que estaban dispersados. Asimismo, alineo una terna de bolígrafos al margen del teclado. Mientras tanto, en mis adentros, mi consciencia está espantando con un plumero cualquier amago de frenesí que pueda surgir.
Tomo una de esas plumas que acabo de acomodar; la negra fue la predilecta. Sujeto mis hebras en un recogido con dicho objeto. Doy un vistazo de aprobación a mi silueta reflejada en el monitor mientras suelto uno que otro cabello.
Qué serán... dos o tres minutos, tal vez, pero no pasó mucho tiempo cuando mi intuición me da punzadas de acecho. Entonces, sin querer, ficho la mirada responsable por el rabillo del ojo. No puedo intentar siquiera ignorarla, porque me ancló desde el momento en que la encontré; una tez trigueña, semblante añejo y dictatorial. Sawyer está al otro lado de la sala de lectura, juzgándome con aquellos ojos desorbitados. Siento que me cala el mensaje que transmite. Inmediatamente, se acerca a mi lugar.
—Te fuiste como media hora, Miranda —dice, tamborileando sus dedos sobre la madera.
—Lo sé, lo siento. De igual forma, no hay mucho movimiento a estas horas —comento, encogiéndome en mi lugar.
—¿Qué si no? —suelta una risilla cínica— Son días de frío, tan sólo ve... ¿Fuiste por café, cierto?
Me encojo aún más, acongojándome. Sí, la primera planta se encontraba con un gentío considerado. Le asiento ante su pregunta, estirando las comisuras. Por supuesto, no es el café lo que me tiene descabezada, pero tampoco es como si pudiera decirle la verdad. Aprecio que busca mi mirada, inclinando la cabeza hacia mí.
—Tranquila, no pienso decirle a James —dice zalameramente—. Anda en sus pláticas matutinas en el cuarto piso.
—¿No te comentó que me tendrás aquí hasta tarde, Sawyer?
—¿De verdad? —parece incrédulo y parece abandonar ese tinte retozón— Bien, igual si se te ofrece algo en el transcurso del día, puedo traértelo.
ESTÁS LEYENDO
𝐢𝐥𝐥𝐢𝐜𝐢𝐭 𝐚𝐟𝐟𝐚𝐢𝐫𝐬 ; nicholas chavez
Fanfiction𝑵𝑰𝑪𝑯𝑶𝑳𝑨𝑺 𝑪𝑯𝑨𝑽𝑬𝒁 • 𝑪𝑶𝑶𝑷𝑬𝑹 𝑲𝑶𝑪𝑯 Miranda es secretaria en la biblioteca de la Universidad de San Diego. Ella siempre ha mantenido el equilibrio entre su vida profesional y su vida íntima, pues, bajo esa apariencia prudente que l...