So american - Juantin

1. la llegada

-Y cuídate mucho, haz caso a todo lo que digan. Y, sobretodo y lo más importante, pásatelo super bien, disfruta de esta experiencia que solo se vive una vez en la vida- termina de decirme mi madre mientras me estrecha entre sus brazos.

-Que sí, mamá, ya lo sé. Me lo has repetido como diez veces.

-Enserio, hijo, esto no es algo que se viva todos los días.- vuelve a repetirme por enésima vez una vez consigo separarme de su agarre.

-Si no me voy ha perderé el vuelo.

Mi madre mira la pantalla que está detrás nuestro para cerciorarse.

-Y cualquier cosa me llamas. No importa la hora del día.

-Que sí- suspiro de nuevo, nervioso por miedo a perder el vuelo.

-Si la familia te trata mal o no te gusta, no dudes en llamarme y haremos que te cambien. No quiero que estés mal el curso...

-Me ha quedado clarísimo, pero enserio, si no me voy ya, no voy a llegar.

-De acuerdo, Martin. Y avísanos cuando estés en el avión y cuando llegues y cuando...

-Y cuando llegue a la casa, cuando conozca a la familia os llamaré, y en mi primer día de instituto, cuando tenga algún problema... Lo tengo más claro que el agua, mamá, enserio.

Me vuelvo a despedir de ella, con la excusa de que me tengo que ir ya y, por fin, paso el control de seguridad.

Me toma un bueno raro encontrar mi puerta de embarque. Una vez que la tengo localizada y arrastrando mi pesada maleta, me dirijo al baño para hacer algo de tiempo. Cuando ya me he cansado, vuelvo a la puerta y me pongo ha hacer cola. No sé muy bien por qué, pero todo el mundo lo hace, así que yo también.

Espero al vuelo, impaciente. Observo mi alrededor. Familias esperando emocionadas sus merecidas vacionesz grupos de amigos hablando enérgicamente sobre los planes que van a hacer allí o simplemente personas que, al igual que yo, están deseando poder subir al avión de una vez.

Los nervios se instalan en mi estomago cuando las primeras personas comienzan a entrar al aeroplano. No es la primera vez que vuelo, pero si que lo hago solo, y eso, la verdad, me aterra. Voy a un país nuevo, desconocido para mí con gente con la que apenas he podido hablar un par de veces. Parecen amables, e incluso tienen una chica de mi edad, pero eso no quita el miedo y los nervios a no encajar o a qué no les caiga bien y me hagan la vida imposible en lo que resta de curso.

La fila va disminuyendo hasta que, finalmente es mi curso. Entrego mi tarjeta de embarque a la señora que está en el mostrador, la cual de primeras me mira con cara de circunstancia. Por un momento creo que no me va a dejar pasar, pero, finalmente, lo hace.

Lo único bueno es que, por lo menos me ha tocado junto a la ventanilla. Me encanta mirar por esta hacia las pequeñas casas y árboles que desde tan altos parecen de mentira.

Aviso a mi madre cuando comenzamos a despegar y, por fin, empieza la verdadera aventura.

El vuelo se me hace más ameno de lo que pensaba. He venido bien preparado, así que me veo algunas de las películas que me he descargado o me leo el libro que me he traído. Aunque la comida no es la mejor, he sido precavido así que saco de mi mochila el bocadillo de jamón serrano que mi madre me ha preparado con tanto amor está mañana. Como voy a hechar de menos la comida española durante estos meses...

Siento una sensación diferente en el aire, como que ya puedo notar que he cambiado de país e, incluso, de continente. Además todo el mundo habla en un inglés que me cuesta un poco pillar al principio y todos los carteles están en el mismo idioma. Debido a esto, me cuesta un poco saber dónde recoger mi maleta, pero finalmente y tras un buen rato de perderme, consigo encontrarla. La agarro y me dirijo hacia la salida, donde la familia debe de estar esperándome. Los nervios se van intensificando con cada paso que doy. Tengo miedo de lo que pueda pasar, al fin y al cabo estoy en un país nuevo para mí y totalmente solo donde nadie habla mi idioma.