Toscana, hace años...
Paolo: No te vas a casar con Antonia, lo digo en serio, Enrique. - Le gritaba a su hijo.
Henrique: Eso ya no depende de usted, señor Paolo DeMazzi, ya me he casado con ella, y para su información, está aquí. - se quita del cuello la cadena con la medalla de San Patricio y la arroja a los pies de su padre. - Ya no soy un DeMazzi, y mucho menos tu hijo.
Pietra: Hijo, no hagas esto, son los nervios, hablemos con calma. - Dijo la señora con lágrimas en los ojos.
Hen: Te quiero mamá y siempre te querré, pero el hombre que elegiste para ser mi padre está muerto para mí y para mi familia. - abrazó a su madre y salió de la casa.
Antônia: Bello ma non... - Dijo la morena con lágrimas en los ojos. - Cederán cuando vean al bebé crecer aquí. - Le cogió la mano y se la puso en el vientre.
Hen: No vuelvo a pisar esta tierra, ni yo ni mi hijo. - La subió a su caballo y abandonaron la tierra de Paolo.
***
Unos años después...
La niña corría entre las viñas, ese era su patio de recreo, sus ojos eran tan verdes como las uvas más raras de aquellas tierras, sus risas se oían por todas partes, era feliz allí en las tierras del viejo DeMazzi,
Carmela: Sofíaaaaaaaa, ven, vamos a casa,» gritó su madre desde la puerta de la casa principal. - Sofíaaaaaaaaaaa...
Paolo: Pero deja a la niña Carmela, ella da vida a estas tierras. - Dijo sintiendo un inmenso dolor en el corazón.
Carmela: Tío, vuelve a descansar, tiene que volver a casa, mi marido llegará pronto y tengo que buscarle algo de comer.
Paolo: Ya les he dicho que vengan a vivir aquí, la casa de fuera está limpia y ordenada, así no estaré solo. Desde que murió tu tía, siento que me muero todos los días.
Carmela: ¿Por qué no lo buscas? La tía se ha ido porque le echa de menos, y sé que tú también sufres por eso.
Paolo: ¡Él no existe! - dijo metiéndose la mano en el bolsillo y palpándose la medalla que le había lanzado su hijo.
Carmela: no voy a hablar más - miró a su tío con dolor en el corazón al ver el sufrimiento del hombre. - Sofíaaaaaaaaaa ¡Vamos! - la chica entró corriendo, abrazando la pierna del que era su «abuelo» y sonriendo.
Sofía: Padrino, Padrino, mira he encontrado más mariquitas. - dijo la niña con unos ojos más bonitos que dos esmeraldas y una sonrisa más brillante que las estrellas.
Paolo: Sí, bambina, siempre vienen cuando estás aquí. - dijo cariñosamente a la niña.
Sofía: Mamá, puedo dormir aquí. Por favor, mamá. - La miró con cara de gatita, nadie podía resistirse a esa mirada.
Carmela: Tu padre te recogerá más tarde entonces. - Besó a la niña y a su tío. - Buonna notte tío. Y pórtate bien, bambina.
España, Hogar de Enrique y Antonia
Hen: Este chico nos va a hacer sentir orgullosos, ¡mira como vende! No tiene diez años y ya hace negocios como un adulto. - Estaba vendiendo en el mercadillo la fruta y la verdura que producían sus padres.
Ant: ¡Ha salido a su padre! - dijo abrazando a su marido.
Hen: Quiero que sea más que su padre, que vaya a Madrid, que vaya a la universidad. Quiero que comercie con los grandes. Igual que abastecemos al mejor mercado de la ciudad, quiero que comercie con nuestros productos con el mundo.