"Mataron a mi hijo."
Malcador levantó la vista del tablero de juego que tenía delante y miró a la figura sentada frente a él. El tablero en sí se parecía un poco a un tablero de Regicidio, pero las piezas y la configuración eran un tanto antinaturales. Mirar un solo cuadrado distorsionaba la mente, ya fuera negro o blanco, pero también un planeta, un sistema estelar, una ciudad, un campo o cualquier otro tipo de ubicación. Todo este lugar, esta cámara, no se limitaba a una simple geometría tridimensional. Era un lugar donde la mente tenía autoridad completa, para bien o para mal.
El Sigilita y su Señor se retiraban a menudo a este lugar, un lugar libre de distracciones del mundo exterior, para considerar sus planes para la destrucción del Caos. Más allá del tiempo y del espacio, había una claridad sencilla en alejarse del centro del problema. Muchas grandes decisiones, como la conquista de Terra y la propia Gran Cruzada, se habían decidido aquí, en este lugar más allá del pensamiento.
Sin embargo, esta reunión no estaba prevista previamente.
—En verdad, mi señor, es una farsa —respondió Malcador solemnemente—. Lo extrañaré mucho. Siempre supimos que había riesgos cuando comenzamos este proyecto. Las muertes serían inevitables, especialmente cuando llegara el final. Al menos podemos consolarnos un poco sabiendo que la oscuridad de Los Cuatro no lo tocará. Seguirá siendo para siempre su Primer Encontrado.
Malcador miró a la cara del otro. Si bien tenía el poder de ocultar su apariencia, convertirse en cualquier persona o cosa que imaginara y mantener sus verdaderos sentimientos completamente ocultos a los demás, para Malcador su Maestro bien podría haber tenido sus emociones escritas en luces brillantes. Malcador recogió la pieza de juego rota que yacía destrozada ante él. Se había partido por la mitad, pero su diseño original era el de un ojo estilizado con una etiqueta debajo que decía "El primero encontrado".
"Lo entiendo, mi señor. Debemos reiniciar el tablero. Nos encontramos en la extraña situación de tener que elegir una vez más, aunque no a través de nuestras propias acciones. Una elección importante. Una que definirá toda esta era de la Gran Cruzada y conducirá al éxito de la Gran Obra".
Malcador barajó su mazo de cartas, sacó la parte superior y le dio la vuelta. La carta decía "El Señor de la Guerra", que mostraba una figura valiente de pie sobre un pináculo de roca con nubes de tormenta y relámpagos reflejados detrás. Antes, la figura de la carta tenía un rostro que se parecía al de Horus. Ahora parecía un borrón, una mancha, como una carta mal impresa de una tienda barata.
"Parece que la elección es nuestra, viejo amigo", dijo Malcador en voz baja, "No veo pistas en el destino sobre cuál debería ser la decisión, pero si me lo permites, expresaré mis propias sugerencias sobre quién puede ser un reemplazo adecuado para nuestros planes".
La figura de enfrente hizo un gesto suave con la mano en señal de aceptación. Malcador tomó cinco piezas del juego y las colocó ante su Maestro.
La primera fue una representación del Muro de Piedra con un puño grabado en su estructura, etiquetado 'El Último Muro'.
La segunda era una espada, con empuñadura azul en forma de U coronada por hojas de laurel verde, etiquetada 'El Senador'.
La tercera era una orgullosa águila bicéfala dorada sobre un estandarte violeta, con la etiqueta 'El Fenicio'.
La cuarta, una gota de sangre roja de la que brotaron unas alas blancas brillantes, etiquetada 'El Ángel'.
La quinta y última pieza era un libro con una inscripción con un texto ilegible que parecía fluir como el agua y que llevaba por título “El Heraldo”.
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Las Lagrimas Del Angel (A.U De La Herejía de Horus)
FanfictionUna herejía alternativa, pero no de la forma en que muchas lo han hecho antes. Horus esta muerto y las consecuencias son muy graves. Se elegirá un nuevo Señor de la Guerra y Todos los hijos del Emperador recorren nuevos caminos, aunque algunos repi...