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En ocasiones, Takemichi se encontraba a si mismo perdido en recuerdos del pasado. Su mente viajaba entre sus días de secundaria, donde sus amigos sonreían, reían, y bromeaban de manera tonta entre ellos. Akkun trataba de mantenerlos a raya cuando sobrepasan el límite, mientras que Makoto y Yamaguishi tan sólo lo ignoraban causando adrede la molestia del peli rojo. Takuya por su lado simplemente se reía, involucrándose si fuese necesario, y serviendo de apoyo para Akkun cuando sentía que perdía la cabeza con ellos.
Takemichi lo veía todo como si estuviese en un cine, presenciando una película centrado en la vida cotidiana de los adolescentes. Y como si llegase al punto crítico del filme, hubo un giro de los acontecimientos en la trama.
La sangre se esparció en la escena. El rostro de sus amigos fueron cambiando a rasgos más adultos, pero intercambiando entre parpadeos a sus facciones adolescentes de nuevo. Pronto sus sonrisas y las miradas llenas de vida, se transformaron a uno de terror y muerte.
─ Salvanos, héroe lloron.
Sus ojos privados de la vida lo observaron de manera que Takemichi quería cerrar los suyos propios para huir de aquella imagen horrorosa.
La imagen de sus amigos muertos, pidiendo ayuda, exigiendo ser salvados.
Takuya parecía acercarse a él, su mano putrefacto apuntó de tocarlo, pero antes de que sucediera sus ojos se abrieron de manera abrupta.
─ Takemichi. Takemichi, aquí estoy.
La voz no lo reconoció hasta que oyó su nombre ser pronunciado otras cinco veces más. Estaba desorientado, temblando, y con las lágrimas saladas haciendo contacto con su boca.
Unos brazos lo rodearon provocando que su cuerpo se tensara, pero segundos después halló seguridad y tranquilidad ser transmitido a través de aquel contacto físico. Takemichi se aferró a aquel abrazo, a los brazos delgados al alrededor de su cuerpo, y al leve olor a chocolate que empezaba a inundar su nariz.
─ Mikey...
─ Sí, aquí estoy. Todo eso que viste fue una pesadilla. ─susurro para Takemichi, mientras este mismo enterraba su rostro en el cuello de Mikey.
─ Los salvare a todos.
Y con eso, cayó rendido al sueño de nuevo.
Mikey lo observó con cariño y tristeza. Acarició el cabello azabache de Takemichi, pasando sus dedos entre sus rizos. Observó después el taiyaki tirado en el suelo, lo había dejado caer al ver a Takemichi llorar otra vez. Este había sido la quinta vez en la noche que el de ojos azules lloraba y gritaba con pavor.
