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Los ruidos de los aves cantar y el agua de la cascada cayendo a un lado de la caballa, escondían a la perfección el lugar en donde se encontraba, tomando algo té mientras leía un libro algo viejo sobre la creación del reino no mágico.

El chillido de las puertas al abrirse, llamaron su atención alzando la mirada—¿Cómo te fue? ¿No te capturaron los lobos?—bromeó dejando el libro a un lado.

—¿Cómo crees?—con el cabello azabache algo revuelto y la comisura del labio ensangrentada, dejó la cesta con comida a un lado para acercase y besar el cuello del contrario clavando su nariz sobre este—soy un vampiro, antes los lobos me tienen miedo a mí—alzó la mirada besando sus labios siendo alejado de inmediato.

—¡Qué asco! Límpiate primero, maldito vampiro—se quejó al sentir la sangre tocar sus labios, tomó su rostro alejándolo de él.

—Vamos Tanjiro—tomó su mano, besando sus nudillos—un príncipe no debe de ser grosero con otro.

—Así como un sangre pura no debe embarazar a un mago—tomó un pañuelo limpiando los labios del gran vampiro al frente suyo—que suerte tienes de que este mago se halla enamorado de un ser como tú.

Sus respiraciones se encontraron en un profundo beso lleno de deseo y pasión por el otro. Ambos eran seres que se encontraron en medio de un vacío sin destino, escapando de sus vidas por un oscuro bosque hasta llegar a tierras desconocidas. En sus reinos podían tener de todo, un lugar grande en donde vivir, todas las comodidades posibles, pero nunca sentirían esa sensación de sentirse en casa al cruzar la puerta de su hogar y ver a la persona que más amaban todos los días antes de ir a dormir.

Ya habían pasado años después de su amargo encuentro, se habían conocido, mucho más de lo que debían; en medio de peleas, intentos de asesinato y varios incendios dentro del bosque, avían logrado convivir durante unos tres años. Tres años en donde un sentimiento mutuo empezó a crecer dentro de ellos haciéndolos cada vez más cercanos, y más conformes con la presencia del otro.

El alfa llevo sus manos hacia la espalda de Tanjiro sintiendo el contacto de ambos pechos en medio del beso—traje algo de comida—comentó Giyuu después del leve beso entre ambos.

—¿Por qué? Tú ya comiste—bromeó con algo de burla en su voz, llevó sus manos a los labios contrarios.

—Sí, pero mi omega y mi cachorro aún no lo han hecho—tomó la cesta dejando un beso mudo en sus labios y acariciando un poco el vientre del omega aún plano por las pocas semanas cumplidas. Dejo las cesta en la cocina mientras Tanjiro bajaba de la silla en donde estaba sentado sin muchos ánimos.

—No es como muy apresurado llamarme como tuyo cuando aún no me has marcado—sacó unas cuantas cosas para hacer algo de comer.

—Para mí no—tomó la varita a un lado de la encimera, nunca entendería como es que su pequeño omega podía matar con un simple movimiento a cualquier mortal que se le atravesara—¿cómo te sentiste hoy?

—Nada fuera de lo común, nauseas, mareos—con su dedo índice, hizo una media luna provocando una pequeña llama en la manga del suéter del Giyuu, atrayendo su varita a sus manos mientras que el mayor apagaba el fuego provocando—No juegues con esto, un no mago como tú puede provocar un caos por tocar una de estas—con simpleza movía la varita levantando cada uno de los ingredientes para preparar algo de comer.

𝙿𝚕𝚊𝚗 𝙱// Giyuutan OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora