El bosque del norte despertaba con la primera luz del amanecer, bañando de dorado las cabañas y el claro central donde los miembros de la manada del Norte comenzaban su rutina diaria. Los alfas ya estaban en pie, moviéndose con precisión y disciplina en el área de entrenamiento. Entre ellos destacaba Min Yoongi, de figura erguida y mirada seria, enfocado en cada movimiento bajo la atenta supervisión de su padre, el alfa líder Min Yoonsul.
"Concéntrate, Yoongi. Los reflejos de un líder deben ser siempre los más agudos", señaló Yoonsul, sin rastro de suavidad en la voz.
Yoongi asintió, manteniendo la postura firme mientras analizaba cada instrucción. Había aprendido a recibir las órdenes de su padre sin cuestionamientos, consciente de la responsabilidad que conllevaba ser el futuro líder de la manada. Sus movimientos eran meticulosos, y cada paso demostraba el respeto que todos en el bosque le tenían. Sin embargo, al terminar la sesión de entrenamiento, algo en él se relajó brevemente. En lugar de dirigirse de inmediato al campamento, sus ojos buscaron entre los árboles, hacia el otro extremo del claro.
Allí, entre los omegas recolectando raíces y hierbas frescas, estaba Park Jimin. Yoongi lo observó con atención, como solía hacer en silencio. Jimin, en su rol como omega, trabajaba junto a los hermanos Kim, Seokjin y Taehyung, sus amigos y casi su única familia después de la pérdida de sus padres y su abuela. Aunque Yoongi intentaba no fijarse demasiado en Jimin, cada vez que lo veía, había algo que le dificultaba apartar la mirada. Jimin parecía moverse con una delicadeza y serenidad que contrastaba con la intensidad de la vida en la manada.
"Yoongi", llamó la voz de su mejor amigo, Kim Namjoon, interrumpiendo sus pensamientos. "Vamos a cazar."
"Sí, claro," respondió Yoongi, intentando recuperar su expresión neutral antes de que alguien notara hacia dónde había estado mirando. Caminó junto a Namjoon y Hoseok, pero aún tenía en la mente la imagen de Jimin, agachado entre las plantas, con los rayos del sol acariciando su piel pálida y el brillo en sus ojos mientras charlaba animadamente con Taehyung.
El día transcurrió entre las tareas de la manada, y cuando el sol empezó a descender, Yoongi regresó al campamento. Mientras caminaba hacia su cabaña, una voz lo llamó desde la distancia.
"Yoongi." Era Jimin. Él se había detenido en el camino, sosteniendo una pequeña canasta de frutas silvestres.
"Hola, Jimin," respondió Yoongi, tratando de parecer indiferente, aunque su corazón dio un vuelco al tenerlo tan cerca.
"Encontré algunas frutas que te gustan. Sé que a veces olvidas tomar algo antes de ir al entrenamiento," dijo Jimin, extendiéndole la canasta con una leve sonrisa.
Yoongi tomó la canasta, y aunque no era de muchas palabras, se encontró diciendo, "Gracias, Jimin. Te debo una."
"No te preocupes," respondió Jimin, encogiéndose de hombros con una sonrisa. "Cuídate, Yoongi."
Mientras veía a Jimin alejarse, Yoongi sintió cómo su propio pecho se llenaba de algo que no sabía cómo nombrar. La atracción que sentía por Jimin era algo que había intentado ignorar, pues sabía que su padre ya estaba en busca de una Omega digna para él. Aun así, no podía negar la paz que sentía al hablar con Jimin, aunque fuera por un instante.
Al llegar a su cabaña, se encontró con Yoonsul, quien lo esperaba con los brazos cruzados y una mirada imponente.
"Debes entender la importancia de lo que está por venir, Yoongi. Es hora de que elijas a una Omega que te acompañe en el liderazgo," dijo Yoonsul sin rodeos.
Yoongi intentó disimular la incomodidad en su rostro, asintiendo sin palabras. Sabía lo que su padre esperaba de él, pero en su mente solo podía ver los ojos brillantes de Jimin y su sonrisa tranquila. Aunque era consciente de sus responsabilidades, no podía evitar preguntarse si su corazón algún día encontraría la manera de hacerse escuchar.
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Destino Marcado
RandomEn un mundo gobernado por jerarquías y tradiciones, Min Yoongi es el futuro líder de su manada, destinado a casarse con una Omega elegida por su padre para asegurar alianzas. Sin embargo, su corazón pertenece a otro: Park Jimin, un Omega dulce y le...