Arriba los asaltos - Capítulo 3

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Asaltando chismes

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Royer

____Glen ¿No crees que es muy pronto para esto?

Estando frente a mi. Sus negros ojos no demostraron ningún sentimiento.

____Quiero decir, apenas nos conocemos. ¿Y ya me vas a dejar entrar?____volví a recalcar____¿tanto es lo que sientes por mi?

____Entra al maldito cuarto Royer____me ordeno a punto de perder la paciencia.

Apreté mis labios en una sonrisa.

_____Si tanto insistes____me encogí de hombros al entrar a el cuarto del pelinegro. Susurré por lo bajo un "con permiso".

La primera impresión que tuve del cuarto de Glen, es que era justo a como él lo había describido. Pequeño. Aún así, también era acogedor. Puesto que tenía ciertas cosas que le daban personalidad como la gran, circular y grisosa alfombra en todo el suelo, el arrinconado ropero al lado izquierdo de la habitación, una ventana que por la oscura cortina no dejaba entrar la luz, un escritorio que aparentaba explotar en papeles de quien sabe que, y lo más inusual de todo, su cama.

¿Una cama en medio de la habitación?

Me llevé una mano a la nuca sintiendo mi cabello como distracción. Talvez aquella pregunta no tenía nada de especial, pero era eso mismo lo que la hacía tan extraña.

Yo ni loco dormiría en una cama en mendio de mi cuarto. Oh dormir viendo hacia la pared, uno nunca sabe en que momento esa posición podría cobrarte caro y hacer que quien sea que ronda por tu cuarto te atrape más rápido.

Distraido en mis pensamientos me giré para ver a Glen, quien mientras se bajaba el bolso del hombro jaló la perilla.

_____Ah, ¿Vas a cerrar?

_____Sí, ¿por?____preguntó con mano en la perilla.

Glen había dicho que su hermano no estaba en casa, que volvía hasta más tarde, pero que no había problema si pasaba. Aveces me aterraba lo impulsivo que yo podía llegar a ser, pero también me aterraba no serlo y permanecer inmóvil. Pero aquí estaba, en la casa de un chico que a penas conocía hace unos días, un chico que casualmente tenía fama de ser un asesino. Pero aunque no fuese exactamente eso lo que me detuviera deje de nuevo que mis impulsos me guiarán.

Además. De algo me voy a morir ¿no?

_____Pff, no es nada____le indique jalando la perilla por él. Cerrando así la puerta.

Glen arrecosto su bolso en la pared junto a la puerta. Se dirigió a su escritorio donde se dejó caer en su silla, rechinó por el impulso de su caída y rodo un poco al subir sus pies y cruzarlos. Luego de unos segundos en los que se dedicó a abrir las cavetas de un mini estante giro su rostro hacia mi, notando lo tieso y perdido que estaba. Quería tocar todo, saber que había en cada rincón o simplemente a como lo estaba haciendo curiosear con la mirada que rayos decía el único póster de su cuarto con pésima autografia.

_____Oh, disculpa mis modales
___se quejo llamando mi atención, camino hasta su cama, tiro un par de prendas a la nada y agregó____adelante, siéntate___ofreció con un ánimo forzado.

Viendolo regresar a su silla me deje en un principio caer en la esquina de su cama. Pero el inquieto de Glen me dijo que me sentará bien. Que no hacia falta que fuera modesto. Así que regale mis hombros y me di el lujo de subir mis pies en la cama.

Glen no dijo nada, en vez de eso, giro en su silla en mi dirección y empezó a explicarme que haríamos.

Antes que nada, no sé si decir que estos días han sido geniales, mejor dicho, creo que la palabra correcta para describirlos es "interesantes". En primer lugar, porque finalmente Glen no sólo accedió a mi compañía, si no que ahora hasta me dejo pasar a su habitación.

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