-Por fin te encontramos ¿Sabes lo que es escuchar a Connie gritar porque no contestas el aullido? -La voz de Pieck la escuchaba a lo lejos, el dolor me había dejado aturdida, pero estaba consciente de donde estaba y que por lo menos llevaba dos horas en ese lugar.- Mierda... ¡Annie!
La barrera volvió a levantarse cuando ella se acercó, ahora ya no era yo, era el mismo roble que me estaba protegiendo mientras curaba mis heridas. Por lo menos ya no sangraba con exageración.
-Una fecha en el tobillo y la otra en el abdomen, al parecer no le tocó ningún órgano fundamental. -La voz lobuna de Armin seguía, no se había transformado en ningún momento- Los de la iglesia radical.
-Aun así, no soltó la cesta ¿Por qué no diste aviso? El aquelarre estará furioso.
-No podía dejarla sola -Comentó.
Tenía los ojos cerrados, no quería ni verlos, solo quería que me dejaran en paz para curarme con el ruido de las hojas por el viento y luego mandar un mensaje para que me viniera ayudar.
-La visita ya se fue, pero se quedaron un par de lobos. -Decía Pieck probando su suerte. Ella también sabía del tema del lazo y el cupo para compañero.
-Genial.
Hubo un pequeño silencio antes de escuchar la respuesta de la loba.
-No seas imbécil esta vez, Armin, ella no se merece un corazón roto cuando hizo lo imposible para evitar sus sentimientos.
Con la poca fuerza que me quedaba, me senté de mejor manera y los miré con cara de pocos amigos.
-Escucho cada maldita palabra que dicen, Arlert, puedes irte y Pieck, ya era, no hay más ¿Ok? Se pueden ir con su manada, no puedo moverme de aquí hasta el amanecer, el roble no me dejará. Si quieren, avisen a Hange, Levi, Mikasa o Sasha, a quién quieran, pero váyanse.
Volví a desplomarme en el roble sintiendo como las enredaderas emergían del suelo y rodeaban mis brazos y cuello para impedir que me moviera. La naturaleza era sabia, no me iba a lastimar, pero no iba a dejarme hasta que pudiera salir de ahí caminando.
Los lobos no dijeron palabra alguna, solo escuché pisadas y luego un corrido.
-0-
Hange y Sasha llegaron a la hora después, no hablaron bajito, no, esa no era una característica de ellas. Se alteraron, tiraron maldiciones y le pidieron al roble que me soltara para poder llevarme y curarme en casa, cosa que roble aceptó, pero con algo de desconfianza. Las brujas a veces decían, y algunas no cumplían. Me tomaron con cuidado del cuerpo, apenas deje de sentir la magia natural, la fiebre me vino, el dolor volvió con mayor agudez y las ganas de vomitar más.
Fue un viaje rápido desde el roble hasta la casa del aquelarre, Hange tenía casi una mansión donde se impartían las clases a los aprendices, se atendían a los enfermos y donde ella vivía con Levi.
Me curaron rápidamente con su energía, me limpiaron, me dieron agua de beber y me dejaron descansar. Había pasado toda mi infancia en esa mansión, era enorme y tenía pasillos infinitos, pero cuando cumplí la mayoría de edad me fui al lado oeste del bosque, con menos luz y cerca de las montañas. Mi hogar era acogedor, lo había construido con ayuda de Hitch, Reiner y el aquelarre. Dos habitaciones en la planta de arriba, un primer piso equipado con lo esencial y una cocina grande para preparar mis encargos y poder vivir tranquila de mi trabajo.
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Entre lazos y magia [Aruani]
FanfictionUn cupo para un compromiso entre linajes, magia y una semana previa a la noche de brujas. ¿Los fantasmas también están invitados? Una historia para leer en Halloween.