19 Octubre 2014
El cielo se encontraba teñido de un gris melancólico mientras Lisa caminaba por los pasillos del colegio, con el eco de las risas y conversaciones a su alrededor sintiéndose cada vez más lejano, distante. Como si estuviera en una burbuja, observaba a las personas, los lugares, tratando de imprimir cada detalle en su memoria. Cada rincón, cada rostro que pasaba, todo parecía cobrar una importancia repentina y dolorosa.
Hoy era su último día.
Ya no habría un mañana para ella; esa noche lo sería todo.
Quería dar pasos sin ser notada, ser parte de todo y de nada a la vez, y aunque su mirada evitaba a quienes podían verla a través de sus ojos cansados, buscaba una última conexión. Pensaba en sus amigos, en las risas que compartieron, en los momentos de complicidad, y el dolor la atravesaba como un cuchillo. Pero, en especial, en lo que había quedado de ella después de todo lo que pasó con Jennie. Había un vacío inquebrantable, y por más que quisiera culparla, sabía que sus heridas no sanaban con odio.
Mientras caminaba hacia la salida, se encontró con Jisoo y Rosé, quienes estaban sentadas en el césped, riendo y compartiendo un paquete de gomitas. Lisa se acercó, intentando no pensar en el peso que cargaba.
—¡Hey! —saludó con una sonrisa forzada, sentándose a su lado—. ¿Qué están haciendo?
—Intentamos averiguar si estas gomitas tienen un efecto mágico —bromeó Rosé, levantando un trozo de caramelo como si fuera un trofeo—. Hasta ahora, solo nos hacen sentir más ansiosas.
Jisoo se echó a reír. —Sí, el único efecto mágico es que nos hace querer comer más. Deberías unirte a nosotras.
Lisa dudó, sintiendo una punzada de tristeza. —No puedo, chicas. Tengo que ir a casa y estudiar para el examen de mañana.
—¿Estudiar? —exclamó Jisoo, levantando una ceja—. Siempre puedes hacerlo después. Ven a pasar el rato con nosotras a casa de Rosie.
—Sí, por favor. Te prometo que también estudiaremos —insistió Rosé, haciendo un puchero que Lisa encontraba adorable.
—Gracias, pero en serio. Pero ocupo estudiar de verdad, ya saben como es mi mamá y ha estado muy fastidiosa últimamente con el tema de la escuela —respondió Lisa, esforzándose por mantener la voz ligera.
Ambas chicas se miraron, pero en lugar de insistir, simplemente asintieron. —Está bien, te dejaremos ir —dijo Jisoo—. Solo recuerda que cualquier cosa estaremos aquí para ti, ¿de acuerdo?
Lisa sonrió, aunque su corazón se sentía pesado. —Lo sé. Las quiero, chicas.
Las vio despedirse, llevándose consigo una parte de ella que nunca podría recuperar. Esa despedida sin palabras, aunque insignificante para ellas, sería un recuerdo valioso, el último rastro de la normalidad que estaba a punto de dejar atrás.
Pasaron las horas hasta que el ocaso comenzó a teñir el cielo de un anaranjado tenue. Lisa dejó la escuela como todos los días, saludando con una sonrisa vacía a los pocos que aún le importaban. Subió a su bicicleta y pedaleó sin rumbo fijo, recorriendo la ciudad como si la estuviera viendo por primera vez.
Ya en casa, se dirigió a su habitación y recogió las pocas cosas que había preparado con una extraña calma. En un rincón, las cosas que había dejado listas simulaban un picnic, como aquellos que solía tener con Jennie en aquel sitio, pero sabía que lo que planeaba hacer no era nada parecido a un picnic. Aún así, llevó una manta, comida, una botella de vodka raspberry y sus snacks favoritos, como si quisiera engañarse a sí misma, recordando los momentos felices que allí había vivido.
El viento comenzaba a soplar más fuerte cuando llegó al acantilado, a su lugar favorito, justo cuando el reloj marcaba las ocho. No había otro sitio en el mundo que se sintiera tan liberador y al mismo tiempo tan lleno de tristeza. La brisa salada le acariciaba la piel, como un último abrazo que la empujaba a seguir adelante, mientras contemplaba el vasto océano, su mente un torbellino de pensamientos y emociones que se agolpaban, preparándose para la decisión final.
Deslizó su iPhone y comenzó a escribir las notas de despedida. La primera fue para Rosé; sentía que era la más fácil de escribir. Tenía tantas cosas que decirle que sabía que podría no acabar nunca. Le agradeció por ser su hermana, por todo lo que había hecho por ella, expresando lo mucho que la amaba. Con una sonrisa triste, recordó los momentos que vivieron y los secretos que habían compartido y dejó caer una broma ligera, insinuando que literalmente se estaba llevando esos secretos a la tumba. Su letra se volvía temblorosa a medida que avanzaba, los dedos un poco torpes por la mezcla de cansancio y desesperanza.
La nota para Jisoo fue similar, llena de amor y gratitud, recordando los momentos en los que se apoyaron en los peores días y todas las risas que compartieron. La botella de vodka se abrió en su mano, y bebió despacio, intercalando tragos con mordidas de pizza, dejando que el ardor del alcohol suavizara la pesadez en su pecho.
Finalmente, se dirigió a su mamá. Un nudo se formó en su garganta mientras escribía, pidiéndole perdón por no ser la hija que siempre había querido. Esperaba que encontrara la paz y la felicidad que ella nunca pudo brindarle.
Su última carta, su despedida más difícil, estaba destinada a Jennie.
Cada palabra era una puñalada, una confesión que no se atrevió a hacer mientras la tenía cerca. Con cada trago, con cada suspiro, se sentía más y más preparada para lo inevitable. Y cuando por fin la botella estuvo vacía, cuando ya no había más palabras, Lisa respiró hondo y observó el mar una última vez.
Su mente era un torbellino de emociones que la consumían; el vacío que la acompañaba se sentía como una presión en su pecho. Había momentos en los que se preguntaba si había alguna forma de salir de este dolor, pero la respuesta siempre era la misma: no había salida. A medida que miraba las olas chocar contra las rocas, sentía que su vida se deslizaba entre sus dedos, como el agua que se escapa sin poder atraparla.
Y llegó el momento más difícil. Cerró los ojos y se permitió sentir el peso de su dolor, la tristeza que había acumulado durante tanto tiempo. Era el fin de una batalla que ya no quería pelear. Sintió las lágrimas brotar, pero esta vez no intentó detenerlas. Había dejado de luchar contra sí misma y, en ese instante, comprendió que lo que estaba a punto de hacer no era un acto de debilidad, sino una búsqueda desesperada de liberación.
Con un último suspiro, dejó que su mente vagara por los recuerdos más felices, aquellos que había atesorado, donde el dolor no existía. La risa de Rosé, el brillo en los ojos de Jisoo, la sonrisa gomosa de Jennie, las aventuras compartidas. Todo eso se desvanecía, pero en su corazón llevaba la esperanza de que, quizás, en otra vida, pudieran ser libres de la tristeza que la había atrapado.
Entonces, sintiendo que había llegado el final de su historia, dio un paso hacia adelante.
El mundo se desvaneció a su alrededor mientras caía, y en ese instante, por primera vez en mucho tiempo, se sintió libre.
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-Julycrime
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(antes que nada quiero decir que si eres alguien que padece de depresión y estás pensando en atentar contra tu vida trata de hablarlo con alguien, hablar siempre ayuda aunque sea en lo más mínimo, si sientes que no puedes hablarlo con nadie, siéntete en confianza de hablarme, he pasado por esa situación y estaré dispuesta escucharte.)
Un capítulo muy corto, pero no quise poner nada más en este, el suicidio o el intento de este, es un tema muy sensible, muchas personas tratan de hacerlo un tabú y piensan que el simple hecho de hablar del tema hace que las personas que estén deprimidas quieran intentarlo. Yo considero que es todo lo contrario, pienso que al tocar el tema hay personas que se puedan encontrar identificadas con ello y lleguen a pedir ayuda.
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Querer a través del tiempo (JENLISA)
FanfictionLisa y Jennie han sido amigas desde la secundaria, siempre han estado enamoradas la una de la otra, pero nunca se confesaron por miedo al rechazo. A los 17 años, se volvieron novias y comenzaron a vivir un amor profundo y secreto. Sin embargo, su fe...