Cinco

463 61 14
                                    

El siguiente mes se volvió difícil para Jimin. De vuelta en casa, la familiaridad de su entorno le resultaba incómoda y ajena. Estaba tan acostumbrado a la presencia de Jungkook en su vida que la ausencia del ex sargento le había dejado un vacío en el pecho.

Cada rincón de su hogar le recordaba la conexión que había construido en el centro, y sin Jungkook, se sentía perdido y desprotegido. La lucha por adaptarse a su antigua vida se tornó abrumadora, y la rebeldía que solía manifestar se desvanecía, dejando lugar a una inquietud que no sabía cómo enfrentar.

Finalmente, se le ocurrió una idea brillante. Con la excusa de ver a sus antiguos compañeros en el centro, cuyos nombres y rostros apenas recordaba, le dijo a sus padres que iría a visitarlos. Aunque sabía que su verdadero objetivo era reencontrarse con Jungkook, no podía evitar sentir un pequeño cosquilleo de nerviosismo al planear el viaje.

La idea de regresar al centro lo llenaba de una mezcla de esperanza y temor, pero la necesidad de ver al sargento y recuperar la conexión que había perdido era más fuerte que cualquier duda. Con esa determinación, se preparó para enfrentar el camino de vuelta, anhelando encontrar en Jungkook el apoyo que tanto le hacía falta.

—¿Ya es hora de los azotes, sargento?— preguntó abriendo la puerta de golpe.

Jungkook se sorprendió en demasía al ver al pelirrojo parado en el umbral de la puerta de su oficina. Los papeles que estaba leyendo resbalaron de sus manos y cayeron sobre el escritorio mientras él se levantaba de la silla, incapaz de ocultar la sorpresa en su rostro. Jimin, con su cabello rojo vibrante brillando a la luz, se veía vulnerable pero decidido, como si el peso de su ausencia lo hubiera transformado.

Jungkook se acercó rápidamente, sintiendo una oleada de emoción al ver a su pequeño chico rebelde nuevamente. En ese instante, el espacio entre ellos se llenó de una energía palpable, como si el tiempo y la distancia que los habían separado se desvanecieran.

—Pequeño.—besó sus labios con deseo, como si el tiempo sin él hubiera sido un verdadero martirio.

La conexión que sintió fue intensa, electrizante, como si cada segundo de espera se condensara en ese único instante. Los labios de Jimin eran suaves y cálidos, y Jungkook se perdió en la dulzura de ese contacto, sintiendo cómo todas las emociones reprimidas fluían a su pecho.

Era un beso lleno de anhelo, una promesa de todo lo que no habían podido decirse, y en ese momento, el mundo exterior desapareció. Jungkook se dejó llevar por la necesidad de recuperar lo perdido, deseando que ese encuentro pudiera sellar el vacío que habían sentido en su ausencia.

Jungkook, aún con la calidez del beso en sus labios, se separó un poco y miró a Jimin a los ojos, con una mezcla de preocupación y diversión.

—¿Te has portado bien, Jimin?— le preguntó, arqueando una ceja.

Jimin, con una sonrisa pícara y juguetona, le respondió: —He sido un chico malo— dejando escapar una risa traviesa que iluminó su rostro. Su tono desinhibido contrastaba con la seriedad de su situación, y Jungkook no pudo evitar sonreír ante la audacia del pelirrojo.

—Eso no es bueno— respondió Jungkook, intentando mantener un aire de autoridad, pero no pudo reprimir la diversión en su voz.—Tendré que azotar este culito de nuevo.— agregó deslizando sus manos hasta las nalgas de Jimin.

La chispa en los ojos del pelirrojo brillaba con complicidad, y Jungkook supo que ese reencuentro sería más que solo un intercambio de palabras.

—¿Con el cinturón de cuero de la otra vez?— preguntó con inocencia fingida, acariciando el pecho del sargento.

Trouble Maker |Kookmin| +18 Short Fic |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora