Dos

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Al día siguiente, el frío de la madrugada envolvía el patio central del centro de rehabilitación, y el cielo apenas comenzaba a clarear. Jimin estaba allí, puntual a las cuatro de la mañana, algo que nunca antes había sucedido. Jungkook, acostumbrado a que el joven se retrasara o desafiara las reglas, frunció el ceño al verlo de pie, aparentemente listo para comenzar con su rutina diaria.

Era un cambio que no esperaba.

Jungkook caminó hacia él, sin dejar de observarlo detenidamente. Estaba esperando alguna provocación, algún gesto que confirmara que Jimin seguía siendo el mismo rebelde de siempre. Sin embargo, Jimin lo sorprendió una vez más. Lo saludó como de costumbre, pero con una diferencia sutil. En su rostro se dibujaba esa picardía tan característica, y sus labios se curvaron en una sonrisa teñida de rojo, pero no había desafío en su mirada, al menos no del tipo que solía irritar a Jungkook.

—Buenos días, sargento —dijo Jimin con ese tono que siempre tenía una doble intención escondida.

Jungkook mantuvo su expresión seria, pero en el fondo estaba intrigado. ¿Qué había cambiado en él? No podía estar seguro de si Jimin estaba jugando a otro tipo de juego o si realmente había empezado a comprender la seriedad de su situación.

—¿Ya estás listo? —preguntó Jungkook, su tono sin mostrar sorpresa.

Jimin asintió, sus ojos brillando bajo la luz tenue de la madrugada.

—Listo desde hace un rato. ¿Vas a seguir mirándome o vamos a empezar de una vez?

Jungkook alzó una ceja, manteniendo su postura firme.

—Hoy no va a ser fácil, Jimin —advirtió, esperando que el joven mostrara algún signo de vacilación.

Pero Jimin no se inmutó. Aún con esa sonrisa juguetona, sostuvo la mirada de Jungkook y respondió:

—¿Cuándo lo ha sido?

Jungkook sabía que detrás de esa actitud todavía quedaba mucho por descubrir. Tal vez Jimin estaba comenzando a tomar en serio las advertencias. Tal vez no. Pero hoy, al menos, parecía dispuesto a aceptar el reto.

Después de varias vueltas al patio, el sudor comenzaba a perlar la frente de Jimin, y su respiración se volvía más pesada. Aun así, mantuvo esa chispa desafiante en su mirada. Finalmente, se acercó a Jungkook, jadeante pero con la misma actitud descarada de siempre.

—¿Me recibirás en tu oficina de nuevo hoy, como ayer? —preguntó Jimin, con una sonrisa maliciosa en sus labios.

Jungkook lo miró en silencio por un momento, sus ojos oscuros analizando al joven frente a él. La provocación era clara, pero Jungkook había aprendido a no dejarse llevar por las palabras juguetonas de Jimin. Aún así, estaba decidido a seguir con el control firme que mantenía sobre él.

—Dúchate y no te retrases —respondió con voz firme.

Jimin alzó una ceja, fingiendo sorpresa ante la orden. Su sonrisa se amplió mientras giraba para dirigirse a los vestuarios, dejando que el silencio se asentara entre ambos. Jungkook lo siguió con la mirada, observando cómo esa cabellera roja, ahora despeinada por el ejercicio, desaparecía de su vista. El sargento no podía evitar la sensación de que, aunque el control parecía estar de su lado, Jimin siempre encontraba la manera de ponerlo a prueba.

Sabía que ese joven todavía no había mostrado todo de sí mismo.

Cuando Jimin llegó a la oficina, no se molestó en tocar. Simplemente abrió la puerta y entró, como si el espacio le perteneciera. Jungkook, que estaba revisando algunos informes, alzó la mirada con el ceño fruncido. Sin decir palabra, Jimin se dejó caer en la silla frente a él y, con la misma actitud descarada que lo caracterizaba, tomó la taza de café humeante que reposaba sobre el escritorio de Jungkook. Llevó el borde a sus labios, sorbiendo con tranquilidad, como si no hubiera nada fuera de lugar.

Trouble Maker |Kookmin| +18 Short Fic |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora