Tercer acto.

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~Felicidades, llegaste al final~

Narra Zoé:

Despierto en un lugar diferente, en este hay más luz pero no lo suficiente para poder ubicarme.

Me levanto como puedo y sigo caminando, mis piernas duelen al igual que mis pechos pero no se porqué; de nuevo me encuentro sola y a los pocos pasos, de nuevo, tengo la sensación de que alguien me mira. Una brisa me levanta la falda a la vez que mi capa termina cubriéndome el rostro. Intento arreglar la capa y comienzo a escuchar unas risas burlescas y murmullos.

—¿Quién anda ahí?— pregunto alarmada pero las risas y murmullos dejan de escucharse.

Intento retomar mi camino pero choco con alguien que me sostiene de la cintura antes de que caiga y me ayuda a estar de pie de nuevo.

—Una dis-.— unas manos en mis hombros me interrumpen y volteo a ver encontrando a un hombre alto con el cabello trenzado y de ojos violetas mirándome mientras me quita la capa dejándola caer al piso. Siento otro par de manos subiendo la falda del vestido mientras acaricia mis piernas, también volteo a verlo y al igual que el primero no me aparta la mirada de los ojos.

Termina sacándome el vestido por completo y el de trenzas me pega a él y siento su piel desnuda en mi espalda mientras acaricia mi intimidad con sus dedos. El otro comienza a acariciar mis pechos y siento sus respiraciones en mis oídos.

—Para salir del bosque debes pagarnos con algo, caperucita roja.— me susurran ambos sin dejar de tocarme y comienzan a besar mi cuello mordiéndome y dejándome chupones.

Tomo del cabello al chico que tengo enfrente para besarlo y el otro comienza a masturbarme con sus dedos mientras me aprieta las tetas, al poco tiempo el más alto me voltea para besarme y me levanta del piso para sentarse conmigo en su regazo, me volteo dándole la espalda e introduzco su miembro en mí comenzando a moverme.

—Caperucita roja sabe cosas.— comenta con picardía el de cabello corto y comienza a besarme tomándome de los glúteos moviéndome sobre el miembro de su compañero.

—¿Sabrá hacerlo con dos a la vez?— pregunta el otro chico y siento como me separan los glúteos comenzando a masturbarme por mi otro canal y clavo mis uñas en los brazos del chico que tengo enfrente haciéndolo reír.

—¿Caperucita roja tiene miedo?— niego en respuesta tratando de concentrarme entre mis gemidos. —Que bonito como gime la niña.— se prende de mis pechos sin dejar de moverme llevándome a tocar mi orgasmo.

El de las trenzas sale de mí y el otro lo ayuda a penetrarme por mi otro canal y termina recostándome en el pecho del más alto quien juega con mis pechos mientras comienza a mover su pelvis entrando y saliendo, el otro abre mis piernas para también en mí y siento como si me fuera a desmayar cuando ambos comienzan a penetrarme a la vez.

—No.— el menor toma mi mentón para besarme la comisura de los labios sin dejar de moverse. —Aún no puedes despertar.—

No logro entender ya que me pierdo entre sus estocadas, sus uñas arañando mis piernas, mi cuerpo completo.

Me pierdo entre mis gemidos, sus gruñidos y sus manos hasta que al final termino cayendo en la oscuridad.

~🎃~

Al abrir mis ojos me encuentro en la sala de la cabaña de la abuela.

¿Cómo llegué aquí? Yo estaba caminando en el bosque pero no recuerdo haber llegado a la cabaña.

Me siento en el sofá confundida y mi cuerpo comienza a doler, me arden las piernas al igual que los pechos. Al verme me asusto ya que tengo muchos rasguños, mordidas y morados por todo el cuerpo.

—¿Por- por qué?— noto un papel pegado a mi pierna asi que lo tomo y noto que lleva algo escrito:

Felicidades, llegaste al final..

Me levanto del sofá aterrada, no entiendo.. ¿Qué pasó anoche? ¿Por qué tengo tantas marcas?

La abuela debe saber.

~🎃~

Narrador:

Horas antes..

—Bien, aquí tienes a la niña.— dice el pelinegro dejando caer a Zoé en el sillón.

—Esta vez si se pasaron.— menciona la abuela observando las heridas de la joven.

—Dijiste que podríamos hacer lo que quisiéramos con ella asi que no reclames.— menciona el peliblanco molesto. —No te pases de lista con nosotros que si se nos da la gana te damos a los lobos sin problemas.—

—Si, ya se lo que dije no hace falta amenazarme.— contesta la abuela molesta. —Ya se cobraron lo de todos los años, asi que ya se pueden retirar.—

—Espero que el próximo año pagues con lo mismo.— menciona el de las trenzas con una sonrisa burlona antes de cerrar la puerta.

Los cuatro vuelven al bosque y a mitad de camino se encuentran con cierto peliblanco.

—¿No pensaron en repartir sus ganancias antes de entregarla?— pregunta Haruchiyo. —Yo los ayudé que no se les olvide, perros malagradecidos.— mira molesto al pelinegro. —Excepto tú, Baji, tú eres una pantera malagradecida.— el nombrado ríe a carcajadas.

—Lo hubiéramos hecho de no ser que sentimos tu olor en ella. Te cobraste antes maldito drogadicto.— el de las trenzas intenta golpearlo pero logra esquivarlo.

—Tenía que asegurarme.— contesta Sanzu con burla.

El de las trenzas intenta volver a ir contra él pero es detenido. —Rindou sueltáme, necesito desquitarme.—

—Está drogado, Ran.— menciona el nombrado intentando detener a su hermano.

—Eso no me quita las ganas de golpearlo.—

—Ya-..— un golpe los interrumpe y ver caer al piso a Haruchiyo los hace ver al responsable. —Izana..— dice asombrado Rindou.

—Drogado o no, merece un golpe por aprovechado.— dice Izana para luego irse sin esperar respuesta.

—Razón tiene.— menciona Baji cruzado de brazos. —Bueno. Vámonos.—

—Si, mejor vámonos antes de que lo remate.— contesta Ran y todos se van dejando al peliblanco en el piso.

Lo que ninguno notó es que cierto lobo estaba merodeando la zona asegurándose que ya se fueran.

—Se pensaban que no me saldría con la mía este año que equivocados están.— susurra el lobo entrando a la cabaña. —Hola, abuela..—

~🎃~

Caperucita Roja - Tokyo Revengers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora