La Catedral Negra

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Las dos jóvenes brujas seguían a nana por las calles del centro de la ciudad. Una tenue lluvia había refrescado el ambiente, cosa que Olivia agradeció, ya que los nervios hacían que notara la cara ardiendo, y el aire frío siempre conseguía hacerla sentir bien.

Al llegar a la Catedral de Barcelona las tres se detuvieron. Cristina la miró con complicidad. Olivia observó el imponente edificio de arquitectura gótica. Sus paredes de piedra albergaban más secretos de los que uno podía imaginar.

―Bien ―nana miró a sus nietas―. Entremos.

Olivia dudó. Sabía que la Catedral Negra se encontraba cerca de allí, pero no que los dos lugares fueran el mismo. No entendía nada y eso la puso aún más nerviosa. Cristina la cogió del brazo, notando la inquietud de su prima.

―Yo tampoco me lo creía la primera vez...

Empezaron a caminar juntas, detrás de su abuela, que las dirigía por las gastadas escaleras hasta la parte trasera. Allí, ante sus ojos, custodiada por una gárgola que se asemejaba a un dragón y que juraría no haber visto antes, apareció una puerta de madera oscura decorada con diferentes símbolos que representaban a los seres de la noche: una luna, un murciélago y un pentagrama invertido.

―Hay cosas que solo nosotros podemos ver... ―dijo nana cruzando el umbral de la puerta.

Entraron por un pasadizo iluminado por antiguas antorchas que se encendían a su paso. A medida que avanzaban, llegaba a sus oídos el murmullo de diferentes voces y el traqueteo de zapatos inquietos. Una gran sala se extendía más allá de lo que abarcaba su visión. Sus paredes eran de piedra gris oscuro y estaba decorada con cuadros de diferentes escenas de eventos pasados: Lilith siendo desterrada del paraíso, brujas siendo quemadas en una hoguera ante una muchedumbre enfurecida... Del techo colgaban unas elegantes lámparas barrocas, algo recargadas para su gusto, pero pensó que estaban allí para darle un aire de distinción al la estancia.

―Pero estamos en...

―La Catedral Negra. Hemos entrado por lo que parece ser la de Barcelona, pero ya no estamos realmente allí. Hemos ido a otra dimensión, una más profunda y oscura. Un lugar en el que podemos ser nosotros mismos.

Olivia miró a su alrededor. Grupos de brujos, vampiros y demonios pasaban por su lado sin prestarle atención.

―Hola, Ágata. Hacía mucho que no te veía por aquí ―Una mujer mayor se acercó a ellas y abrazó a su abuela. Parecía muy contenta de verla.

―Me alegra volver a verte, Iria. ¿Qué tal tu viaje por Europa?

―Agotador ―Rió y miró a las dos primas―. Madre mía, ¿son tus nietas?

―Sí, Cristina y Olivia. Hoy es el primer día de la pequeña.

―No las veía desde hace mínimo diez años. Seguro que ni os acordaréis de mí ―Las dos sonrieron con timidez―Es normal, es normal. El tiempo pasa volando ―Les guiñó un ojo y puso de nuevo su atención sobre su abuela―. Por cierto ¿has oído lo que le ha ocurrido a Emma?

―¿Emma? ―preguntó Ágata extrañada.

―Sí, la bibliotecaria. Pensé que al ser compañera de tu nuera en la biblioteca te lo habría contado...

―No hemos hablado mucho últimamente...

―La han asesinado, Ágata. Encontraron su cuerpo en un callejón... ―la cogió del brazo y se la llevó a un lugar más apartado.

Olivia y Cristina no se acercaron. Sabían que nana ya las pondría al día al llegar a casa.

―¿A ti te dijo algo tu madre?

―No la he visto esta mañana...

―¿Qué le habrá pasa...?

Olivia no pudo continuar; alguien chocó contra ella con fuerza. Al girarse, vio a un chico alto de ojos negros que la miraba con desafío. Volvió a sentir las mejillas ardiendo.

―Carne fresca ―dijo una chica rubia que estaba a su lado. Eran un grupo de cinco y las contemplaban con una mezcla de curiosidad y altivez.

―Soy... ―empezó a decir Olivia.

―No me interesa ―le cortó el chico dándole la espalda. Se alejaron entre risas.

―Enhorabuena, has conocido a tu primer demonio ―dijo Cristina rodeándole los hombros con el brazo―. Son así de majos.

―Ya veo...

―¿Vamos a ver a mi madre? Nana parece estar muy ocupada.

Su abuela seguía hablando con Iria. Dos mujeres más se les habían unido a la charla y parecían estar bastante entretenidas.

―Creo que será lo mejor...

Olivia no dejaba de mirar hacia el chico. «¿Qué me pasa?» se preguntaba a sí misma al no poder quitarle el ojo de encima. Antes de meterse por una de los pasillos que llevaban a la biblioteca, echó un último vistazo y descubrió que él también la observaba en la lejanía.

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⏰ Última actualización: Oct 29 ⏰

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