Capitulo 4

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Llegar a casa después de todo lo ocurrido era como sentir que, por fin, podía respirar. Cerré la puerta de mi departamento con un largo suspiro, dejé caer la mochila al suelo y me dirigí directamente al baño. Necesitaba una ducha urgente, no solo para quitarme de encima el peso del día, sino también para despejar mi mente de toda la locura que me rodeaba últimamente.

Abrí el grifo, dejando que el agua caliente cayera mientras me quitaba la ropa. Entré en la ducha y dejé que el calor envolviera mi cuerpo, relajando cada músculo tenso. Mientras el agua caía sobre mí, intentaba no pensar en el hechizo, en Jaehyun, ni en el desastre que había causado. Pero, claro, era imposible. Todo giraba en mi cabeza, como si intentara encontrar una solución inexistente.

Después de un rato, salí de la ducha y me puse mi pijama favorita: suave y cómoda, de un tono rosa pastel con estampados de conejitos. Me recogí el cabello con una diadema para que no me molestara en la cara y, como toque final, me apliqué una mascarilla hidratante que me daba una excusa para relajarme unos minutos. Mientras me miraba al espejo, con la piel cubierta de esa pasta verde, me animé mentalmente: Puedes con esto, Taeyong.

Me acomodé en el sofá, con la computadora en las piernas, listo para poner manos a la obra. Sabía que lo que estaba a punto de hacer no tenía sentido lógico, pero tenía que intentarlo. Abrí varias pestañas en el navegador, buscando cualquier cosa que pudiera darme una pista sobre cómo romper un hechizo de vinculación mágica. Lo que encontré fue... bueno, absurdo.

Leí un artículo que sugería “cantarle al viento bajo la luna llena” mientras sostenía una flor de loto. Otro proponía “bañarse en agua bendita recogida de tres ríos sagrados”. Incluso había uno que hablaba de "invocar un antiguo dragón mediante danzas rituales". Ridículo. Pero, aun así, empecé a anotar todo lo que encontraba. Mi lista crecía, y aunque sabía que la mayoría de esos hechizos eran completamente absurdos, no podía evitar apuntarlos. —¿Quién sabe?—, me dije, —tal vez uno de ellos funcione.

—"Cantarle a las estrellas con una corona de margaritas" —leí en voz alta, riéndome de lo ridículo que sonaba, pero aun así lo escribí.

Al cabo de un rato, tenía una lista bastante larga de hechizos. Algunos eran simplemente impracticables, pero si había algo que pudiera hacer, no iba a descartar nada. Cerré la computadora y me dejé caer en el sofá, agotado, pero con la sensación de que al menos había avanzado en algo.

🏵

Al día siguiente, me desperté antes de lo habitual, con la tensión aún presente en mi cuerpo. Sabía que tendría que enfrentarme a Jaehyun. No podía posponerlo un día más. Me preparé rápido y llegué temprano al estacionamiento de la academia, asegurándome de estar allí antes que él. Sabía que Jaehyun era puntual, pero yo quería tener el control, aunque solo fuera por unos minutos.

Apenas habían pasado unos minutos cuando vi aparecer su linda camioneta negra en la entrada del estacionamiento. Su coche era tan impecable como él: reluciente, elegante y perfectamente pulido. Se detuvo con una suavidad casi milimétrica, y por un segundo, me sentí pequeño solo con verlo bajar. Jaehyun salió del coche con la misma calma fría que siempre lo caracterizaba. Con su chamarra negra, de esas que se utilizan en invierno y su peinado perfecto, cada movimiento suyo parecía calculado, como si nada en el mundo pudiera perturbar su control absoluto.

Baje de mi camioneta  y tomé aire, intentando calmar el nudo en mi estómago. —Es ahora o nunca —, me dije.

—¡Jaehyun! —grité, tratando de no parecer demasiado desesperado.

Él se detuvo y se giró lentamente, con la misma expresión fría e indiferente de siempre. Me miró, esperando a que hablara, pero mis palabras no salían. Me acerqué a él con torpeza, casi tropezando con mis propios pies.

Entre Hechizos y Fermonas | JAEYONGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora