extra

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La noche caía lentamente, envolviendo la habitación en una penumbra suave y cálida. Max y Checo estaban solos, disfrutando de uno de esos pocos momentos tranquilos que tenían lejos del bullicio del mundo de la Fórmula 1. Desde el otro lado de la cama, Max observaba cada detalle de Checo, quien, con los ojos cerrados y la expresión relajada, parecía ajeno al profundo efecto que causaba en él.

Sin saber en qué momento se decidió, Max se inclinó, acariciando con sus labios el cuello de Checo. Al sentir el contacto, Checo abrió los ojos y, sorprendido, le devolvió la mirada. Ambos se quedaron en silencio, leyendo lo que las palabras no podían expresar. Max, sin apartar sus ojos, acarició suavemente el rostro de Checo, dejando que sus dedos trazaran cada contorno, y acercándose, le susurró:

—Eres lo más real que he tenido, mijn liefste. No sé si puedo explicarlo, pero contigo... todo parece tener sentido.

Checo lo miró, conmovido, y sonrió. No necesitaban palabras, ambos sabían lo que sentían, y en ese momento no existía nada más que ellos. Max lo besó con intensidad, y poco a poco, el deseo que ambos sentían se transformó en algo más profundo, una necesidad de entregarse completamente. Cada beso y cada caricia era una promesa, una muestra de todo el amor y la confianza que habían construido.

La pasión fue aumentando hasta que, entre risas y miradas de complicidad, ambos se perdieron en el calor de la noche. Fue una entrega completa, donde cada gesto, cada susurro y cada movimiento expresaba una mezcla de amor, deseo y seguridad. La intimidad entre ellos era un lenguaje propio, una manera de demostrar todo lo que sentían sin decir una palabra.

Cuando finalmente se quedaron en silencio, abrazados y con las respiraciones aún entrecortadas, Checo soltó una pequeña risa y, con un brillo de picardía en sus ojos, miró a Max.

—Tengo que admitirlo... todo lo que pusiste en tu CV era cierto —dijo, divertido, mientras Max se reía y lo apretaba un poco más.

—Vaya, parece que pasé la prueba, entonces —respondió Max, besándolo suavemente en la frente—. Aunque me he guardado algunos detalles... para sorprenderte.

Ambos rieron, y se quedaron en silencio, disfrutando de la calma que solo ellos dos podían comprender.

[...]

Días después, en una reunión con el equipo y algunos fanáticos, Checo y Max atendían a los invitados en una zona abierta. Los fans se acercaban para fotos y autógrafos, y Checo, con su carisma natural, se mostraba amistoso con todos. Max, por su parte, intentaba mantener la compostura, pero la cercanía de algunos fans con Checo parecía afectarle, especialmente cuando un fan lo abrazó más tiempo del necesario.

Checo notó la expresión de Max desde lejos, su mandíbula tensa y su mirada fija. Después de terminar la foto, se acercó a él con una sonrisa traviesa.

—¿Todo bien, mi amor? —preguntó, fingiendo no notar su malestar.

Max soltó una pequeña risa, pero no podía disimular del todo sus celos.

—¿De verdad es necesario que todos te abracen tanto? —respondió, rodando los ojos.

Checo no pudo contener una carcajada y le dio una palmada en el brazo.

—Definitivamente, eso de "celos espontáneos en público" debiste incluirlo en tu CV, Max. Es una característica bastante notable —bromeó.

Max suspiró, pero terminó riendo también, dándose cuenta de que su reacción había sido un poco exagerada.

—Lo tomaré en cuenta para la próxima actualización —respondió, mirándolo con ternura y colocándole un brazo sobre los hombros, asegurándose de que nadie más se acercara tanto —, para cuando te envié mi CV para ser tu esposo.

Checo río nervioso y con un suave beso en la mejilla de Max, regresaron su atención a la reunión.

[...]

En otro evento del equipo, un niño pequeño, con una camiseta de Red Bull y una gorra que le quedaba grande, se acercó a Checo, completamente emocionado. El pequeño temblaba de nervios, pero Checo, notando su timidez, se arrodilló a su altura y le ofreció una sonrisa cálida.

—Hola, campeón. ¿Te gusta la Fórmula 1? —preguntó Checo, mientras el niño asentía rápidamente, mirándolo con admiración.

Max, quien estaba a unos pasos, observaba la escena, completamente cautivado por la dulzura y naturalidad con la que Checo interactuaba con el pequeño. Cuando Checo le dio un autógrafo, el niño se lanzó a abrazarlo con todas sus fuerzas, y Checo, sorprendido pero feliz, le correspondió el abrazo.

Max sintió algo extraño en su pecho, una mezcla de emoción y ternura que lo hizo imaginar por un segundo algo que jamás se había permitido pensar. Cuando el niño se marchó, Max se acercó a Checo, quien lo miró con una sonrisa.

—Es lindo, ¿verdad? Me recuerda a cuando yo era niño —comentó Checo.

Max lo miró, y de repente, comenzó a hablar sin filtro.

—Sabes, mijn liefste, verte con ese niño me hizo pensar... bueno, en cómo sería si... tú y yo... —Max se interrumpió, su rostro enrojeciendo un poco—. Es decir, si algún día tenemos una familia, hijos que lleven nuestros sueños y... —Se quedó callado, pero sus ojos reflejaban todo el cariño y la emoción que sentía.

Checo, al notar la sinceridad y vulnerabilidad en las palabras de Max, tomó su mano con firmeza y lo miró con una sonrisa que desbordaba ternura.

—¿De verdad te imaginas todo eso? —preguntó, sin soltarlo.

Max asintió, aún un poco sonrojado.

—Sí. No puedo evitar imaginar una vida contigo... nuestra familia, ver a nuestros hijos correr y reír. Verte a ti siendo papá... sería increíble.

Checo lo abrazó y apoyó su cabeza en el hombro de Max, dejando que la imagen de ese futuro se grabara en su mente también. Sabía que lo que tenían era único, algo que quería proteger y hacer crecer cada día.

Una Vida Juntos

Esa noche, mientras ambos regresaban al hotel, Max se quedó observando a Checo mientras dormía. En su mente, construyó el futuro que tanto anhelaba: una casa llena de risas y cariño, niños corriendo alrededor, y él y Checo, juntos, viéndolos crecer y enseñarles el valor del trabajo y la perseverancia. Imaginó las pequeñas manos de sus hijos sujetando el volante de su primer kart, sus miradas de emoción al ver un podio, y el orgullo que sentiría al verlos seguir sus sueños.

Max sonrió, sintiendo una paz indescriptible al imaginarlo todo. Sabía que tenía la vida que siempre había deseado, y que, junto a Checo, podía construir cualquier futuro que soñara. Porque, al final, su amor había comenzado como una broma, pero ahora era una realidad tan profunda y verdadera que nada podría separarlos.

Esa noche, abrazado a Checo, Max cerró los ojos, agradecido por cada momento juntos y por el futuro que les esperaba.




👨🏼‍🤝‍👨🏻❤️

Casi dos meses para continuar esta historia, y debo pedirles mil disculpas.

Soy de esas personas a las que no les gusta que publiquen una historia y luego la dejen abandonada... pero acabo de hacer justo eso, jajaj

Como sea, no solo les traje un capítulo, ¡les traje varios y un final! Sooo, creo que eso lo compensa.

Gracias por leer, vvs; los leo en otra historia 💗

The CV | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora