4.

293 53 14
                                    

No pudo evitar dirigir su mirada a la puerta cada cierto tiempo.

Ese habito que se había adquirido hace poco tiempo sólo se hacía más frecuente cuando el tránsito de clientes se hacía más lento, justo como le estaba pasando esa tarde.

Podría incluso intentar engañarse a sí misma y decirse que su continuó mirar hacia esa dirección sólo se debía a que estaba ansiosa por recibir a los nuevos clientes que entrarían a la cafetería y así prepararse para poder atenderlos de la manera más amable posible, pero su verdadero motivo era mucho más egoísta y menos profesional.

La verdad, se moría de ganas de ver nuevamente esa cabellera roja atravesando la entrada, como se había hecho costumbre desde hace algunos meses.

Pero, lo cierto de la situación era que llevaba más de un par de meses sin verla, y por más que había intentado quitarle importancia al asunto, cada vez que terminaba un nuevo turno sin ver a esa mujer sentía como una espinita en el pecho que no podía sacar.

Casualmente, la última vez que se habían visto había sido justamente cuando se encontraron de manera fortuita en la librería. Estaba segura de que había leído bien las señales de Red. Ambas habían pasado un rato bastante agradable y realmente la conversación con la pelirroja había fluido prácticamente como si se conocieran desde toda la vida. Incluso, se había sentido tan cómoda con la interacción que estaban teniendo en ese momento que había tomado la decisión de confesarle sus sentimientos allí mismo, cosa que hubiese logrado si no hubiese sido por esa estúpida llamada de trabajo.

Al diablo el manager de la cafetería ¿Acaso no podía contratar mas personal?

Y así, tuvo que ver como sus obligaciones laborales marchitaban la hermosa oportunidad de oro que había florecido frente a sus ojos gracias a un encuentro fortuito, y a una lluvia repentina.

¿Acaso el intentar confesarse había sido mucho?

Y todavía la pelirroja le había dado esperanzas insinuando una posible cita a futuro.

Porque lo que habían hecho esa tarde era tener una cita ¿No?

— Chloe.

Entonces, no podía entender por qué demonios la ojimiel llevaba casi dos meses sin aparecer nuevamente por la cafetería. en verdad, estaba casi segura de que tanto Red como ella estaban entendiéndose de la misma manera. Sí, quizás dejarle corazoncitos junto a su nombre no era lo más obvio del mundo. Es más, la primera vez lo había hecho incluso sin pensar, un poco impactada por la belleza de la chica, pero luego se había hecho costumbre que ya no podía eliminar, sobre todo cada vez que esa pelirroja tomaba el vaso de café y una hermosa sonrisa se dibujaba en su rostro al percatarse del detalle que le dejaba junto a su nombre.

— Chlo-e

Sí, quizás había sido algo impulsiva al empezar a ponerle corazones usualmente si en cliente que atendía había sido amable en su internación les dejaba una carita feliz,o un "feliz día", nada tan elaborado. Pero la primera vez que vió a la pelirroja fue como si su cerebro hubiese tenido un "crush" por una de las clientes, pero incluso Evie, que era una de las personas más observadora que conocía, le había dicho que la ojimiel le estaba haciendo ojitos.

Y para completar estaba tan nerviosa cuando se despidieron que no se le había pasado por la cabeza pedirle a Red su número de teléfono o sea ¿Cómo diablos iban a tener otra cita si no tenían cómo comunicarse para ponerse de acuerdo?

— ¡CHLOE!

— ¿¡Qué!? — exclamó Chloe, sobresaltada. — por dios Evie ¡Me asustaste!

Evie solo la miró, alzando una ceja mientras se cruzaba de brazos, sin dejar de mirarla.

Encontré el amor de mi vida en una cafetería | Glassheart Donde viven las historias. Descúbrelo ahora