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Recuerda que necesitó tener un borrador decente lo más pronto posible. — insistió una voz femenina en el teléfono.

— Ajá. — contestó bruscamente.

Hablo en serio Red. — se escuchó a través de la bocina del teléfono.

— Sí, lo sé, lo sé. — murmuró suspirando. — Ten por seguro que apenas tenga algo decente te lo haré llegar Leonor sólo no sé que tan pronto pueda ser eso.

Un suspiro se escuchó del otro lado de la linea y Red estaba casi segura que su editora se debatía en la idea de tenerle compasión y las ganas de amarrarla al computador para que empezará a escribir.

Espero que sea pronto. — comentó Leonor resignandosé. — es por tu bien no podemos dejar pasar el momento, Red te sorprendería lo facil es que las personas olviden los nombres de autores populares si dejan de publicar sobre todo cuando son nuevos. En fin, por favor, envíame ese borrador lo antes posible. Hablamos luego.

Cuando Red escucho el final de la llamada a través de la bocina tiro suavemente el teléfono a los pies de la cama y dejo escapar un gruñido de frustración. Podía entender a Leonor realmente la entendía ella más que nadie queria publicar una nueva novela que terminará de afianzar su nombre (bueno su seudónimo) en la lista de autores más influyentes de esa generación, pero por más que lo había intentado la inspiración se le fue como agua entre los dedos.

O como el vídeo viral del mapache que llegaba al charquito con su algodón de azúcar solo para ver cómo el desgraciado se deshacía en el agua.

Así como su inspiración.

Dejo escapar otro gruñido.

Estaba segura de que Leonor pensaba que no lo había intentado lo suficiente pero vaya que si lo había intentado incluso luego de publicar su último éxito literario se dió cuenta de que las ideas no estaban llegando tan rápido a su cabeza, se embarcó en un largo viajé fuera del país, visitando países exóticos para intentar encontrar un poco de lucidez de alguna nueva idea que le permitiera escribir una nueva historia que incluso fuera capaz de superar su primer éxito.

Que si, quizás un viajé a Santorimi sonaba más como unas vacaciones, pero definitivamente no podía contar con un viaje de placer cuando había pasado días viendo un archivo de texto en blanco en su computadora, intentando al menos escribir tres frases seguidas mientras el resro de los turistas disfrutaban del mar.

¿Auroras boreales en Noruega? Nada.

¿Excursion al bosque en Escocia? Nada.

Muy bonito todo, pero seguía sin inspirarse lo suficiente.

Estaba pensando que quizás debía rendirse e intentar no despilfarrar los cheques por las ventas del libro que recibía cada mes. Es más algunos artistas vivían de su primera historia exitosa y si los demás podían ¿Por qué ella no?

¿A quién engañaba? Los seguidores de su primer libró se preguntaban cuando "Ace" los iba a sorprender con su nueva historia y quizás lo que estaba matando lentamente su inspiración era la ansiedad que se había apoderado de su mente al no ser capaz de escribir un nuevo éxito a la velocidad de la luz.

Al aceptar su situación no pudo evitar que se le escapara otro gruñido.

Si seguía así, gruñendo cada cinco minutos capaz y se convertía en perro.

¿Y si se compraba un perro? Quizás podría inspirarse más rápido con un animalito de 4 patas haciendo destrozos por su apartamento.

Mentira, mejor desechar esa idea.

Encontré el amor de mi vida en una cafetería | Glassheart Donde viven las historias. Descúbrelo ahora