— Entonces, ¿Me estás diciendo que simplemente viste a esa chica y tu inspiración volvió? ¿Así no más?
— Si, en serio Mal. — respondió Red encogiéndose de hombros mientras tecleaba rápidamente en su computador. — Sé que suena loco, pero fue asi.
— ¿Sabés que me parece? — preguntó Mal mirándola mientras hacía una mueca. — a mí me parece que la soltería ya te está pasando factura por favor, búscate una novia, o un canal de aire, o un rebusque, no lo sé allí tu decides que te provoca más.
— Ay por favor ya, vas a seguir con el mismo tema. — refunfuño Red, mientras cerraba de golpe la laptop.
Ya tenían rato en la sala del amplió departamento de Red. Al inicio la amiga de Red había ido hasta su casa con la pura intención de sacarla por un momento a tomar aire fresco, pensado que su amiga aún seguía fracasada en el modo ermitaño que había adoptado hace ya algún tiempo.
Lo que sus ojos no podían creer luego de abrir la puerta de la entrada con la llave extra que su amiga le había dejado en caso de emergencias era que, en vez de encontrarse con una pelirroja en pijama en fase de negación, Red estaba sentada, apoyada en la isla de la cocina del departamento, tecleando rápidamente en su computador como si alguien le fuese a quitar ese aparato.
Al verla, la pelirroja la saludo desde su posición frente al computador y siguió escribiendo como si la vida se le estuviese yendo y no quedase ni siquiera tiempo suficiente para terminar con esa tarea.
Si Red hubiese tenido un trabajo de oficinista, por la furia y velocidad con la que sus dedos se deslizaban sobre el teclado Mal hubiese estado segura de que está mandando a la mierda a su jefe. Solo que Red no tenía un teletrabajo, Red era escritora y una escritora que se había quedado sin inspiración hace algunos cuantos meses por lo último que sabía Mal.
— No, no, escúchame Red. — empezó decir a Mal mientras intentaba explicarse ante la cara de pocos amigos de Red. — no lo estoy diciendo en broma solo que desde que terminaste con Diana, se que has estado un poco tensa y bueno, darle una alegría a tu cuerpo de vez en cuando no está mal.
Ah sí. Diana. Lo había olvidado. La mención de ese nombre hizo que Red relajara un poco sus facciones.
Diana había sido su pareja hasta un poco antes de lanzar su primer libró. Habían sido amigas y si era honesta, habían tenido momentos de gran atracción física, pero Red en esos momentos le estaba dedicando mucho tiempo para terminar esa novela, en la cual tenía puesta su fé, y Diana luego de ver cómo los ahorros de la pelirroja estaban disminuyendo lentamente no podía dejar de pensar en que realmente los sueños por si solos no llenaban la alacena.
La época de debate económico de Red coincidió casualmente con la entrada de un jóven contador a la empresa en la que trabajaba Diana.
Contador que hizo click de inmediato con su ex novia Diana.
Red entendía que ella no podía satisfacer todas la necesidades de Diana en ese momento. Con lo centrada que era esa chica sin duda merecía a alguien que le pudiese cumplir el sueño de tener la casita perfecta con los hijos perfectos y estaba segura de que Paul era el candidato perfecto para cumplirle ese sueño, pero si era honesta le hubiese gustado mucho que Diana hubiese sido honesta acerca de sus sentimientos antes de ponerle el cuerno en frente de sus narices.
O al menos, en verdad se hubiese conformado con que le hubiese avisado antes para evitar regresar temprano ese día y asi no quedar con la imagen de los dos tortolitos en la cama que hasta ese día había compartido con la chica.
Al menos Mal ya no le decía "venadito" de cariño.
Ah, y también ya no le decía "santo cacho". Ese otro apodó le afectaba más.
ESTÁS LEYENDO
Encontré el amor de mi vida en una cafetería | Glassheart
Fanfic¿Qué hacer cuando la inspiración te abandona? Esa misma pregunta se hacía Red, una escritora que súbitamente se había quedado sin la misma cuando más la necesitaba, resignada a su suerte decidio dar un paseo sin pensar que encontraría a la musa que...