Mamá siempre me decía que en la vida, habían tres cosas de las que no podíamos escapar: del momento, los errores y el destino.
Este último tan impredecible, siniestro y envolvente que a veces nos hace perder la razón ante lo que nos presenta.
Yo hace cinco años decidí irme
y dejar de insistir, y solo cuando partí me di cuenta de que como mismo mi ausencia no marcaba la diferencia
ella también podrían vivir sin mí.Tal vez yo fui tan imprudente de creerlo, quizás idiota por pensarlo y estúpida por fingir entenderlo.
Por haber puesto un punto final donde solamente se necesitaba una coma, o puede que dos puntos para una verdadera explicación.
Pero lo cierto es que no hay peor venda en los ojos para un humano que la ira, no existe peor fracaso para alguien entregado al amor que el hecho de que exista la posibilidad de que todo lo que has vivido sea una pura mentira.
Entonces llegó el destino, para demostrarme que no era tan imbécil como yo pensaba, para hacerme creer que tal vez no fue él, sino ambas la que algún momento estuvimos equivocadas.
-Luar, si tuvieses tantas ganas de besar a alguien, y no sabes si desea lo mismo ¿qué harías? -clavé mis ojos en los suyos otra vez.
-Pues yo me arriesgaría a ver qué tal ¿no crees? - una de sus cejas se arqueó como desafío.
-¿Sabes algo?, tienes razón-
Llevé mi mano a su cuello y la empujé bruscamente contra la pared, mi otra extremidad se encadenó a su cintura pegándola a mi cuerpo y mis labios se estrallaron contra los suyos como un meteoro descomponiéndose contra la atmósfera.
Ella no tardó en enredar sus brazos tras mi nuca y seguirme el apasionante beso con más ganas aún.
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El espacio en blanco
RomanceAllí la vi otra vez, como si el tiempo no hubiese pasado. Como nuestras vidas no hubiesen cambiado. Yo lo suficientemente idiota, mirando cada detalle suyo como la primera vez. Ella lo extremadamente inocente, sin saber que había aterrizado en un ni...