Max es un alfa imperfecto.
Existen reglas y costumbres no escritas que dictan el comportamiento "normal" de un alfa, su rubio esposo, grande, imponente y guapo, desafortunadamente no cumple con la mayoría.
Checo está agotado, ha tenido un parto bastante largo y doloroso para el cachorro tan diminuto que tuvo. Ni siquiera el parto prematuro de Penélope o Franco y Emilio que fueron gemelos, le hicieron sufrir tanto como Patricio, todavía está seguro que su hijo se negaba a dejar el calentito interior de su padre porque no se explica la tortura.
Su esposo estuvo a su lado cada minuto, se negó a comer y descansar. Pegado como calcomanía enfrentó valiente los gritos, el llanto y las mordidas de su omega. Max lo calmó con su aroma, utilizó su vínculo para recibir parte del dolor y el cansancio y después, fue quién recibió a su hijo, quitando al inexperto interno de medicina para guiar a su esposo paso a paso hasta que el saludable llanto de su bebé inundó la habitación.
El rubio es cardiólogo, no obstetra, pero es probable que estar presente en los cinco partos previos le ayudase en recibir a su Patito, después de todo es un genio.
Luego de entregar a su cachorro a Lando, su pediatra, Max volvió a los brazos de su agotado omega y lloró. Tiene una curiosa costumbre de llorar después de ver a sus hijos y derrumbarse en brazos de Checo con muchos balbuceos incomprensibles de agradecimiento y amor. Es su sexto parto, ya nadie se sorprende por él dramático rubio, solo el estudiante, pero es nuevo.
Max no tuvo la mejor infancia, creció en varios hogares de acogida hasta que fue adoptado por Chris y Toto Wolff, un matrimonio de alfas, y solo con ellos logró desarrollarse en un ambiente mucho más saludable y estable, creciendo con dos hermanos, sin embargo ya tenía muchas durezas en su persona.
Cuando Checo lo conoció, el rubio le parecía un témpano de hielo de casi dos metros , con cero expresiones y mirada glaciar.
Oh, pero qué equivocado que estaba.
Sonriente, Checo mira desde la comodidad de su camilla a su rubio esposo, Max está de pie en la esquina de la habitación, admira con una enorme sonrisa a su diminuto cachorro Omega, que se ve aún más chiquito en comparación al ancho torso y largos brazos de su padre. Después de Yuki, su primogénito, todos los demás cachorros fueron alfas, hasta ahora.
Joder, todavía puede recordar con total claridad aquel día en que su primer cachorro llegó al mundo. Max muchas veces comentó que no le importaba la clasificación de sus hijos, siempre que nacieran fuertes y sanos. Sergio le creía, después de todo su esposo nunca lo hizo menos por ser omega, pero venía de un país que hacía menos a los omegas, y saber que su primogénito nació como uno lo llenó de miedo, un miedo helado y pesado que lo llevó inconscientemente a aguantar el aliento. Entonces, su esposo recibió a Yuki en sus brazos, y la enorme sonrisa que iluminó su rostro le regresó el aire.
Max lloró, abrazó a su hijo por horas, lo presentó y presumió a cada uno de sus compañeros de trabajo, a sus padres, incluso a desconocidos. Con su rostro hinchado, rojo y húmedo por el llanto, Sergio pasó del miedo a la vergüenza, sus hermanos duraron meses burlándose.
Checo nunca estuvo más consentido y bien atendido en su joven y acaudalada vida hasta el instante en que aceptó a Max cortejarlo como alfa, y pronto, Yuki recibió el mismo trato. Todos y cada uno de sus hijos son la luz de Max, alfas o no, de hecho, Yuki siempre ha estado en la delgada línea de mimado y consentido que sus hermanos no alcanzan, hasta ahora.
Jos Verstappen fue un alfa ejemplar en la sociedad, pero un maltratador en casa. Zack Brown un padre adoptivo alcohólico, Michael Dennis un padre con el enfermo gusto de tocar a sus hijos adoptivos, y por último, Toto y Chris Wolff. Max tuvo todo el derecho de convertirse en un monstruo, en cambio, creció y se convirtió en lo que le sociedad todavía no termina de aceptar, es un padre amoroso, un alfa dulce, empático, cariñoso, noble, amoroso, y peor aún, un alfa que se deja dominar por su omega.
Su patito es la viva imagen de Checo, pequeñito, castaño, con naricita de botón, pecoso como todos sus hermanos y los labios delgados se curvan en un puchero, ha heredado también el lunar en su labio de Max. _Eres perfecto, eres el bebecito más hermoso, igual a tu papi, mi patito, mi bebé._ Repite palabras de afecto, caricias besos, y marca a su hijo con su aroma propio a bergamota.
Los cachorros nacen con el aroma de sus madres, y su aroma natural se desarrolla en la adolescencia, todos sus pequeños huelen a vainilla y leche, y Max se encarga de marcarlos cada mañana al arreglarlos para el jardín de niños.
Max es un alfa imperfecto para la sociedad, pero es el alfa perfecto para Sergio, sus padres y para sus hijos.
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THE ABO ANTHOLOGY
FanfictionHistorias cortas que no desarrollé. Mucho ABO, un poco de todo.