Todo comenzó...

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Muchos tendemos a confundir el "enamoramiento pasajero", al verdadero amor; yo lo hice.
Pero estoy segura de lo que sentí, la segunda vez.

Era el año de 2011.
Aún lo recuerdo tan perfectamente que es increíble la resolución de mega píxeles con que se proyecta en mi cabeza.
Lo vi, hacia dos años que mis padres habían decidido cambiarme de colegio. Pero para ese entonces era solamente alguien más entre todos los que se encontraban allí. En el gran patio de la escuela. Hasta ese momento.

Mi cuero cabelludo picó, y mis neuronas se revolvieron de una forma tan extraña que me confundía el nuevo y mejorado sentimiento. El reía junto a sus amigos, mientras corría jugando al soccer. Solo entonces supe, que algo estaba cambiando.
Sé que dije que la Pubertad viene en la Secundaria. Pero a mí, me llegó antes de lo que esperaba. Solo puedo decir que el acné llegó ese mismo año que don "Andrés".
Quise evitarlo, pero entonces nunca había sentido algo así.
Pasaba el tiempo, como si fueran las gotas que caían cada que dejas una llave del agua abierta. Hasta entonces jamás me atreví a dirigir una palabra. Un susurro. O incluso una mirada.
En la escuela hicieron un cambio, se iba modificar el horario. Se iba a convertir en escuela de tiempo completo. Desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde, cinco días a la semana. Mis papás estaban felices con la idea, pues los dos trabajan casi todo el día. Me alegraba poder verlo por más tiempo en el día.
Un día simplemente no pude ocultarlo. Mis amigas se habían dado cuenta que algo me tenía en las nubes; mi mente no seguía la conversación que llevaban ellas, al mismo ritmo.

- ¿A quién ves Sara? Llevas rato viendo el mismo lugar y no nos haces caso.- refunfuñó Rocío.

- Sí... Varios días pareces perdida. ¿Qué está pasando?- añadió Sofía.

- Pues, no lo sé... - suspiré sin dejar de verlo, estaba justo delante de mí unos siete metros adelante.

- ¿Te gusta él?- preguntó Sofía, alzando las cejas y sonriendo.

- No puedo creerlo, ¡él va con Cadena!- Rocío hablaba del chico que a ella le gustaba, como de costumbre.

- Sí, me atrae, un poco. Lo admito.

- Sara, él me pidió que fuera su novia... Ya pasó tiempo... Pero él...

Sus palabras se fueron volando por el aire, de verdad que no me importaba lo que él hubiese hecho. Como su manera de llevarse con sus amigos, o la manera en que se transformaba mientras jugaba. Nada de eso, incluso el hecho de que fuera un grado mayor que yo.

- Igual, alguien como él nunca me haría caso.

Volteé a verlas con una mueca, y alzando mis hombros en forma de resignación. Negaron con la cabeza y regresaron al tema al que yo no presté ni prestaba atención.
Pronto todos fueron a sus salones, y nos tocaron nuestras respectivas clases.

Nuestro primer maestro fue de Teatro, a mí en lo personal no me atraía mucho la materia que digamos. Era equis para mí. El maestro era muy joven, incluso creo que nos doblaba la edad. Era de estatura promedio, moreno, ojos café claro, pero lo que más destacaba de él, eran sus brackets y que en una mano le faltaba un dedo.
Pasaron nuestras siguientes tres horas más, y listo: directo otra vez hacia nuestra casa.
No podía esperar para volver a la escuela. Me había divertido mucho, y sentía que hacia más cosas que en casa de mi abuela, donde nos pasábamos todas las tardes al regreso hasta que alguno de mis padres llegaba.

Durante unos meses no pasó nada fuera de lo común, lo veía, disfrutaba estar con mis amigos, aprendía cosas nuevas.
La maestra de nuestro grado cada día me daba menos pavor, o me caía menos mal.
Parecía que iba a ser un poco de rutina.
Unos meses más tarde, unos amigos de mis padres nos invitaron para ir a una reunión, falta mencionar que mis padres no son como los imaginan, los típicos de las películas. No.
Ellos eran amantes del Rock, el Metal, Reggae. Y a mí en esos tiempos, jamás me gustó. Odiaba esa música.
Nunca creí que esa tarde haría algo que me ayudaría por el resto de mis días y en otras aventuras.

La hija de los anfitriones era cuatro o cinco años mayor que yo. Ella nada que ver con sus papás. Me quedé solo con ella, platicamos y en una de ellas salió el ya tan conocido Facebook, yo no tenía idea de lo que era eso. Incluso me daba igual. Pero me convenció de hacerme uno. Y así lo hice.
Hasta ahora me doy cuenta el papel tan importante que tuvo y aún sigue teniendo en mi vida esta red social.

Amor Pre-Adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora