Alastor despertó lentamente, envuelto en la penumbra de la mansión. La habitación estaba iluminada solo por la tenue luz de velas dispuestas estratégicamente alrededor, proyectando sombras danzantes sobre las paredes antiguas y gastadas. La suavidad de las sábanas de seda bajo su piel le recordaba dónde estaba: en el dominio de Lucifer, bajo el poder innegable de quien había reclamado su alma y su sangre.
Se incorporó ligeramente, sintiendo aún el peso del vínculo creado con el vampiro, la marca invisible que parecía latir en su cuello y en cada pulgada de su piel. Era una sensación intoxicante, peligrosa, una certeza de pertenencia que iba mucho más allá de lo que podía comprender. Lucifer lo había atrapado en una red de deseo y dominio, y ahora, cada latido le recordaba que él ya no era el mismo.
Mientras se acomodaba en el lecho, la puerta se abrió suavemente, y Lucifer entró con su porte imponente. Llevaba un elegante atuendo blanco que realzaba aún más su presencia en la penumbra y engrandecía su belleza etérea. Sin decir palabra, avanzó hacia a él con una mirada que mezclaba tanto deseo como satisfacción.
¿Dormiste bien?- preguntó con un tono que parecía una mezcla entre burla y genuina curiosidad.
Alastor asintió lentamente. No sabía cómo responderle, porque la palabra "bien" no capturaba la experiencia. Había dormido profundamente, sintiendo cada segundo de su descanso como una rendición ante ese vínculo que había comenzado a consumirlo.
Lucifer se sentó al borde de la cama, su mano fría encontrando el cuello de Alastor y acariciándolo lentamente, trazando la cicatriz de la mordida que aún permanecía. El toque de sus dedos era a la vez posesivo y cuidadoso, como si estuviera explorando su propia marca en su presa.
Eres mío. Lo sabes, ¿verdad- susurró acercándose hasta que sus labios quedaron a centímetros de su oído. - No hay marcha atrás, y en el fondo de tu ser, lo deseas tanto como yo.
Un escalofrío recorrió a Alastor al escuchar aquellas palabras, y sus pensamientos se nublaron con la intensidad de su voz. Sí, había una parte de él que lo anhelaba, que se había entregado completamente, pero otra parte luchaba con la sensación de perder el control, de ser consumido. Sin embargo, esas dudas parecían desvanecerse cada vez que Lucifer se acercaba, como si la mera presencia de aquel ser fuera suficiente para borrar cualquier rastro de voluntad propia.
Quiero... entenderlo.- respondió.- Esto que siento... no es solo atracción. Es algo más... algo que me quema.
El rubio esbozó una sonrisa, sus dedos se deslizaron por el cabello de Alastor, sujetándolo con una delicadeza que contradecía su propia naturaleza. Inclinó su rostro hacia él y, sin previo aviso, sus labios se unieron en un beso lento y profundo, uno que no solo expresaba posesión, sino también una intensidad primitiva que conectaba algo más que sus cuerpos. Alastor sintió que el tiempo se detenía, y en ese beso, cada inseguridad se desvanecía.
La conexión que compartimos es más antigua que este mundo.- dijo tras separarse.- El vínculo entre un vampiro y su elegido va más allá de la simple sed de sangre. Es una unión que trasciende el deseo físico... es una promesa eterna.
Alastor lo miró, comprendiendo que había entrado en un mundo que jamás había imaginado. La intensidad en los ojos de Lucifer dejaba claro que no hablaba solo de posesión, sino de una especie de necesidad visceral, una conexión que él mismo parecía no haber experimentado en siglos.
El rubio se incorporó, extendiendo una mano hacia él. Alastor, cautivado por aquella mirada y guiado por un impulso inevitable, tomó su mano sin dudarlo. Lo condujo fuera de la habitación, y juntos descendieron por un corredor largo y oscuro, cuyas paredes estaban cubiertas de tapices antiguos y velas que titilaban al paso de ellos, como si incluso las llamas reconocieran la presencia de su amo.
Los llevó hasta una sala enorme, donde un espejo antiguo ocupaba casi toda la pared. Alastor no pudo evitar observar su propio reflejo: su piel estaba más pálida algo gris para su gusto, sus ojos mostraban un brillo inusual, su cabello tenia un reflejo de rojo rosáceo que aún y se podía notar, y la marca en su cuello era como un símbolo de posesión evidente. Todo en él reflejaba ese cambio que poco a poco Lucifer había impuesto sobre su esencia.
El rubio se colocó detrás de él, sus brazos rodeándolo de manera posesiva, su cuerpo pegado al de Alastor en una cercanía que era tanto sensual como amenazante. Miró el reflejo de ambos en el espejo, su expresión tranquila pero llena de un oscuro deseo.
Este es el principio de lo que te espera, Alastor.- exclamó con sus labios rozando el oído de su joven presa.- Estás destinado a un destino eterno a mi lado, a compartir conmigo los placeres y las sombras de la noche. Pero hay algo que aún necesitas comprender.
Alastor sintió un ligero temblor al escuchar la gravedad en su voz. Había algo en esas palabras que parecía prometer tanto dicha como condena. Y, aunque su instinto le advertía de lo que significaría entregarse completamente, su corazón latía con fuerza ante la expectativa.
¿Qué es lo que necesito entender?
Lucifer sonrió, deslizando una mano sobre su pecho, sintiendo cada latido acelerado bajo su tacto. A través del espejo, sus ojos se encontraron en un intercambio cargado de emoción.
La oscuridad en mí no solo desea poseerte... sino que también busca despertar la oscuridad en ti .- reveló .- Cada ser tiene sombras en su interior, pero tú, Alastor, tienes algo especial, una chispa que he visto desde nuestro primer encuentro. Y me atrae... me consume.
Alastor sintió un estremecimiento en su interior. Había una parte de él que había permanecido oculta, y la idea de que Lucifer pudiera despertar aquello era tan aterradora como fascinante. ¿Qué podía haber en su interior que atrajera a un ser como él?
Lucifer, percibiendo la mezcla de curiosidad y temor en su expresión, acarició su rostro con una suavidad inesperada, como si lo preparara para lo que estaba por venir. Luego, sin previo aviso, lo giró para quedar frente a él, sus ojos ardientes con un deseo que parecía inhumano.
Déjame mostrarte lo que somos- y con un movimiento ágil y preciso, lo tomó por la cintura, acercándolo hasta que sus cuerpos estuvieron completamente pegados.
En ese instante, Alastor sintió una ola de energía recorrer su cuerpo, una corriente eléctrica que parecía conectar sus almas en un solo latido. La mirada del rubio se volvió aún más penetrante, y, como si la atmósfera a su alrededor cambiara, el tiempo pareció detenerse. Las sombras de la habitación parecían cobrar vida, moviéndose, danzando al ritmo de sus corazones.
Lucifer acarició su rostro y luego subió lentamente por su cuello, llegando hasta el punto donde había bebido de él. Sin decir nada, inclinó su cabeza y volvió a morder, esta vez con una pasión que rompía cualquier rastro de control. Alastor sintió cómo cada gota de su sangre era absorbida en un éxtasis indescriptible, como si cada segundo bajo el dominio de Lucifer lo despojara de cualquier noción de quién era antes.
La habitación se llenó del sonido de sus respiraciones, de la intensidad del momento compartido. A medida que Lucifer se saciaba, Alastor sintió cómo una parte de él se fortalecía, como si aquella unión estuviera alimentando una oscuridad propia, una conexión con el ser que había desencadenado su esencia. Alastor se dio cuenta de que, en el fondo de su ser, deseaba ese lado oscuro, lo necesitaba tanto como Lucifer lo necesitaba a él.
Cuando finalmente Lucifer se apartó, ambos quedaron en silencio, atrapados en el momento, observándose el uno al otro. No era solo deseo, sino algo mucho más profundo y peligroso. Alastor entendía ahora que había aceptado su destino en los brazos de aquel vampiro, y que, mientras estuviera con él, experimentaría un mundo donde los límites entre el placer y la oscuridad eran prácticamente inexistentes.
Lucifer, satisfecho y complacido, sonrió con una intensidad que solo los condenados podían comprender. En esa sonrisa, Alastor supo que estaba atrapado, y que, para bien o para mal, su vida ya no le pertenecía.
Bienvenido a tu nuevo mundo, mi querido y tierno cervatillo.- exclamó en un tono más que seductor con intenciones nada decentes para su alivio.
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Rosas Sangrientas [Appleradio] AU
FanfictionEn las sombras de la noche, Lucifer, un vampiro antiguo y poderoso, descubre a Alastor, un joven castaño de mirada intensa y curiosa que, sin saberlo, despierta los deseos más oscuros de su corazón inmortal. Atrapado entre su insaciable sed de sangr...