VI- "Revelaciónes y Secretos"

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Parte 1

El enojo aún hervía dentro de Alastor cuando Lilith desapareció de la habitación. Su conversación con ella había dejado una sensación de incomodidad que no podía sacudirse, y las palabras llenas de desprecio que le había dirigido seguían resonando en su mente. Su encuentro con ella había revelado un lado oculto del mundo de Lucifer, un lado que él no había considerado hasta ahora.

Intentando despejar su mente, el castaño se levantó y se dirigió hacia la puerta. Necesitaba aire, espacio, cualquier cosa que lo ayudara a ordenar sus pensamientos. Cuando salió de la habitación, sin embargo, se dio cuenta de que algo había cambiado.

La mansión que había recorrido antes, oscura y abandonada, parecía haber mutado por completo. Las paredes grises y agrietadas habían sido reemplazadas por muros de mármol pulido, adornados con molduras doradas y ricos detalles antiguos. Los suelos de piedra tosca ahora estaban cubiertos por alfombras de terciopelo color carmesí, y en lugar de las lámparas tenues y parpadeantes, candelabros de cristal colgaban del techo, proyectando una cálida luz dorada sobre el ambiente.

El castaño caminó por el pasillo, fascinado e intrigado. Era como si la mansión hubiera despertado de un letargo de siglos para mostrarle su verdadera gloria, una gloria que parecía reflejar el poder y la influencia de Lucifer. Cada rincón estaba cargado de lujo y sofisticación, como si la mansión misma fuera un reflejo del propio príncipe oscuro.

Mientras avanzaba, sus ojos se detuvieron en una serie de cuadros colgados en una de las paredes. Eran retratos familiares, pintados con un realismo casi inquietante. El primero mostraba a Lucifer, su mirada imponente y su porte elegante capturados con una precisión asombrosa. Pero el siguiente retrato fue el que realmente capturó la atención de Alastor.

Era el retrato de una joven rubia, con cabellos dorados que caían en cascada y unos ojos llenos de una dulzura desconcertante. La pintura irradiaba una inocencia que parecía desentonar con la oscura majestuosidad de la mansión. Había algo en esa joven que lo hacía sentirse extrañamente incómodo, una chispa de luz que contrastaba con todo lo que él había visto hasta ahora en este lugar.

Fue entonces cuando escuchó un susurro detrás de él, una voz alegre y vivaz que lo sacó de sus pensamientos.

¡Hola, hola! Tú debes de ser el nuevo huésped.- dijo una figura pequeña y energética que se acercaba rápidamente hacia él. Era una jovencita de cabello corto, pelirroja y ojos chispeantes de emoción.

Soy Niffty.- se presentó con una sonrisa amplia y brillante.- La encargada de mantener esta mansión impecable, aunque con invitados como tú... bueno, ya te imaginarás que tengo mucho trabajo.

Alastor la miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Había algo inusual en la pequeña sirvienta, una especie de energía caótica que, a pesar de su tamaño, parecía llenar todo el espacio a su alrededor.

Oh, y yo soy Cherry.- exclamo una voz desde el otro lado del pasillo. Alastor se giró y vio a otra joven, alta y de cabellos rubios rebeldes, con una expresión despreocupada y una sonrisa divertida en el rostro que acompañaba un parche.- Trabajo aquí también, aunque, si me preguntas, es más como un entretenimiento que otra cosa...

Cherry se acercó a Alastor y lo miró de arriba abajo, evaluándolo con una sonrisa burlona.

Así que eres el nuevo "amigo" del señor Lucifer, ¿eh?.- preguntó, con un tono de voz lleno de insinuación.- Interesante. Aunque te diré una cosa, querido, es mejor que no hagas enojar a Lilith.. podría ser su estancia un infierno.. eso sin mencionar Eva..- escupió casi maldiciendo el nombre.

Niffty asintió con energía, sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y preocupación.

Sí, sí, eso es muy importante.- dijo, mirándolo con una seriedad que contrastaba con su personalidad juguetona.- Lilith y Eva no son alguien con quien uno quiera enfrentarse, créeme.

Alastor frunció el ceño, recordando su encuentro con Lilith y las advertencias que le había lanzado. Sabía que debía tener cuidado con ella, pero no podía evitar sentir una extraña mezcla de desafío y resentimiento hacia aquella mujer que parecía tener tanto poder sobre Lucifer...de la mencionada Eva no sabía nada, pero no dio importancia.

Lo tendré en cuenta.- respondió, intentando sonar casual.

Niffty pareció satisfecha con su respuesta y volvió a sonreír, mientras Cherry lo observaba con una expresión divertida, como si estuviera esperando ver cómo se desenvolvía en aquella situación. Alastor aprovechó la pausa para señalar el retrato de la joven rubia.

¿Quién es ella?- preguntó, incapaz de contener su curiosidad.

Niffty y Cherry intercambiaron una mirada complacientes.

Oh, esa es Charlie, la hija de Lucifer y Lilith.- respondió Cherry, con una sonrisa maliciosa.- La princesita de este lugar, la adoración de lucifer.

Alastor sintió una punzada de incomodidad al escuchar aquello. ¿Lucifer tambien tenía una hija? La idea lo tomó por sorpresa, y algo dentro de él se revolvió ante esa revelación. No era exactamente celos, sino más bien una sensación de que había mucho más en el mundo de Lucifer de lo que él había imaginado. En qué mierda se había metido.

Es... hermosa.- murmuró sin pensar, observando de nuevo el cuadro.

Sí, es muy dulce.- contestó la pelirroja con una sonrisa afectuosa.- Charlie es un encanto, aunque tiene sus propias... ideas sobre este lugar y todo lo que conlleva.

Cherry soltó una risa suave y miró a Alastor con una expresión divertida.

Vaya, parece que nuestro nuevo amigo está un poco incómodo con la familia de Lucifer.- comentó, lanzándole una mirada divertida.- No te preocupes, querido. Aquí todos tienen secretos, y tú eres solo otro más en el largo historial de esta mansión.

Alastor se sintió ligeramente irritado por el comentario de Cherry, pero decidió no responder. Sabía que intentar justificarse no cambiaría nada, y, en el fondo, había una parte de él que realmente estaba confundida por la situación. La imagen de Charlie seguía en su mente, y no podía evitar sentir una extraña incomodidad al pensar en la familia que Lucifer y Lilith compartían.

Bueno, bueno, déjalo en paz.- dijo la pequeña mirándola con un reproche juguetón.- Él ya tiene suficiente con lidiar con Lilith. No necesitamos complicarle las cosas.

Cherry rió y se encogió de hombros, como si la situación fuera simplemente una broma para ella. Alastor se despidió de ambas con un breve asentimiento y continuó su camino por el pasillo, intentando ignorar la creciente incomodidad que sentía en su interior.

Mientras avanzaba, no podía evitar recordar las palabras de Lilith. ¿Era él realmente un simple capricho para Lucifer? ¿Algo pasajero, que sería olvidado una vez que Lucifer se cansara de él? La revelación de la existencia de Charlie, la hija que ambos compartían, solo hacía que aquellas dudas se hicieran más profundas.

Finalmente, llegó a una sala amplia y oscura, decorada con muebles antiguos y tapices elaborados. Se dejó caer en uno de los sillones, intentando ordenar sus pensamientos y procesar todo lo que había descubierto. La mansión, con su lujo y su historia, parecía envolverlo en un ambiente de misterio y poder, y, al mismo tiempo, le recordaba constantemente que él era solo un intruso en este mundo.

Pero no podía permitir que las dudas lo dominaran. No importaba lo que Lilith pensara de él, ni lo que la servidumbre susurrara a sus espaldas. Alastor sabía que había algo real en su conexión con Lucifer, algo que él estaba dispuesto a defender, incluso si eso significaba enfrentarse a la propia esposa del príncipe oscuro.

Con esa resolución en mente, Alastor se levantó y se dirigió de vuelta a su habitación. Sabía que el camino que había elegido no sería fácil, y que enfrentar a Lilith sería solo el primero de muchos desafíos. Pero también sabía que no estaba dispuesto a rendirse. Lucifer había despertado en él algo que no podía ignorar, y estaba decidido a descubrir hasta dónde los llevaría ese camino juntos.

Rosas Sangrientas [Appleradio] AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora