Capítulo 3

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Max se ocultó por reflejo, pero reaccionó poco después. Si ese era un guardia, muy probablemente le ayudaría, pero en cuanto quiso salir el sonido de una pistola eléctrica le asustó. Pensó en lo peligroso que sería mostrarse, así que se alejó corriendo sin dudar un instante.

El oficial corrió detrás de él, pero al ser un hombre algo mayor realmente era muy poco el alcance que le daba y, no obstante, Max seguía corriendo como si su vida dependiera verdaderamente de ello. 

—¿Pero qué fue lo que hice?— Preguntó en su desesperación antes de saltar el enrejado y dirigirse fuera de la pista. 

El oficial también salió con prisa abriendo el portón lo más rápido que pudo y yendo tras aquel rufián desconocido. No iba a permitir que nadie de su pueblo fuese perturbado por un tipo extraño que seguramente estaba en drogas o algo parecido.

Max corrió hasta que vio algunas luces tenues no muy lejos. Si tenía suerte, esa podía ser alguna autopista o tienda de autoservicio donde sí o sí le ayudarían, pero su sorpresa fue grande en un sentido muy negativo al darse cuenta de que aquello no era nada de lo que esperaba. En su lugar se encontró con un viejo pueblo que parecía abandonado, con trabajo notó que un par de personas le observaban mientras corría como un loco.

—¿Verdad que no solo yo acabo de ver a un tipo rubio correr?— Cierto francés observaba a las afueras de un solitario café.

—Esta vez no estás inventando cosas.— Respondió su amigo frente a él mientras también veía a Max rodear la pequeña fuente al ser perseguido por Nico, el oficial del pueblito.

Max tenía la adrenalina a tope. Moría de miedo porque pensaba que si se detenía algo malo podría pasarle o peor, podrían secuestrarlo y nunca llegaría a Nevada. Así que corría sin mucho sentido metiéndose en todos lados como si eso sirviera de algo. 

Entre su carrera, tiró de una pieza de metal que estaba medio suelta para poder tener con qué defenderse, pero no se dio cuenta de que esa pieza pertenecía a la fachada de una vieja cabañita de la que solo de desprender aquello, empezó a colapsar poco a poco. Para empeorar las cosas, justo al lado estaba otra más que fue empujada y, cual efecto dominó. todas alrededor empezaron a caer hasta llegar al gran tanque de agua del que dependían los pocos habitantes del lugar. 

Olvidándose un poco de su miedo y con la adrenalina a tope, salió de su escondite para observar el caos mientras el tanque de agua colapsaba desde lo alto. —Mierda.— Apenas exclamó antes de volver a correr para intentar alejarse. Sin embargo, fue alcanzado por una fuerte corriente de agua que acabó por impactarlo contra la pared de la fuente.

—Niño, estás en graves problemas.— Nico le alcanzó y aquello fue lo último que Max vio antes de cerrar los ojos completamente abatido por el cansancio. 

La luz le iluminó los ojos haciendo que los abriera poco a poco y luego de golpe al sentir que sus manos estaban esposadas entre sí. Se sentó de inmediato sintiendo un fuerte jalón en la espalda por el golpe de ayer y notó rápido que estaba en los separos de una vieja y pequeña comisaría. 

—¡Hey, buenos días, bello durmiente!— Un tipo se acercó a él con una enorme sonrisa y una actitud muy animada —¿Qué tal dormiste? El oficial dice que las celdas son muy cómodas para los criminales como tú.

—¿Qué diablos? ¿Quién? ¿Qué?— Max hacía muchas preguntas incompletas intentando descifrar lo que hacía ahí o cómo salir desesperadamente.

—Yo soy Daniel, pero mis amigos me dicen Dany ¿Tú cómo te llamas?— El crespo se acercó bastante a los barrotes sin dejar de sonreír.

Max lo miró impactado, como si le hubiesen insultado o algo —¿En serio no sabes quién soy? ¿Cómo me llamo?

—¿También te llamas Daniel?— El muchacho le miró admirado, incrédulo.

—¿Dónde estoy?— Un poco menos alterado, Max miró alrededor.

—Ah, que buena pregunta. Este es el pueblito de Placeway, la zona más bonita de la ruta y hogar de mucha gente buena.— Seguía sonriendo, parecía nunca cansarse.

—Agh, genial.

—¿Verdad que sí? Y espera a ver el resto, esto no es nada.— Daniel estaba emocionado —No viene mucha gente por aquí, así que siempre intentamos recibir a todos de la mejor manera.

—Mira, tengo una idea—Max se sobó las muñecas, esas esposas eran molestas —¿Qué tal si me enseñas el resto del pueblo? Así podré contarle a todos mis amigos lo genial que él. 

—¿De verdad? ¿Quieres conocer el pueblo?— Max asintió y Daniel estuvo a punto de abrir la celda.

—Dany ¿Qué te dije sobre hablarle a los criminales?— Nico apareció, frustrando los planes de Max con un ingenuo chismoso que estuvo a punto de liberarlo.

—Que no lo haga.

—¿Y qué estabas haciendo entonces?— Preguntó arqueando una ceja para después quitarle el juego de llaves y empezar a abrir la celda —Llévalo a la corte, será juzgado por todos los incidentes de ayer.

Daniel hizo un saludo militar muy cómico antes de tomar a Max del brazo —El paseo queda pendiente, Dany dos.— Y se llevó al rubio al edificio adjunto donde los demás habitantes ya esperaban.

Apenas abrir la puerta principal, el bullicio era demasiado para la minúscula cantidad de personas que había ahí. Ellos estaban realmente enfadados por todos los daños de la noche anterior y por su tanque de agua derribado, ni hablar de todo el sistema de succión y filtrado que el rubio había hecho trizas, hacían comentaros de reclamos y críticas.

—Calma todo el mundo, calma.— Nico se colocó frente a los habitantes —Niño ¿Y tu abogado?

—De vacaciones, no tengo idea ¿Para qué?

—Bueno, si no tienes uno, la corte te asignará a alguien.— De inmediato todos dieron un paso atrás haciéndose los desentendidos, dejando a un distraído Daniel al frente.

—Bueno, leí un cómic de Daredevil hace poco, yo creo que sí puedo.— Con una sonrisita se dirigió a un lado de Max.

—Bien, entonces entramos en sesión. Que doc se apiade de tu alma.— El tono de seriedad hizo que Max se pusiera tenso.

Unos pasos intensos se escuchaban desde el fondo de la sala y recorrían amenazadoramente el pasillo hasta el estrado. Max tragó en seco, el tipo era realmente imponente.

—¿Dónde está ese tipo? Voy a hacer que se pudra en a cárcel y luego lo voy a meter a otra una vez cremado, pasará toda su eternidad en una celda y...— Pero se detuvo de golpe al ver al rubio —Sáquenlo de aquí. No lo quiero en mi pueblo.

Novato | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora