Prólogo.

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Prólogo.

|Valeria|

-¡Feliz día a todos los cumpleañeros que ven este video! ¡Y también a los que no lo son!

-¡Deseennos suerte! -gritó Karla detrás de mí y todas nos despedimos con la mano. Apagué la cámara y allí, apareció de nuevo.

Maldita ansiedad. Grabar me despistó un poco, pero inmediatamente fui traída de vuelta a la realidad.

Ya hace un rato me había terminado mi arepa, y tenía demasiada hambre. Así que robé un pedazo de la cachapa de Karla mientras ella no veía.

Sí, soy toda una chica ruda.

Natalia jugaba con sus dedos, y miraba la pantalla a través de sus grandes lentes.

-Siento que voy a vomitar -susurró y yo reí nerviosa.

-No eres la única.

Karla estaba bastante animada mientras hablaba con una chica cercana a nosotras. Y seguramente cuando nos llamaran, comenzaría a llorar por los nervios.

Mariana estaba concentrada en su celular. Y de repente, bufó por quincuagésima vez.

-¡Mierda, no puedo superarme!

Levanté una ceja.

-¿Flappy Bird?

Ella asintió y yo reí. No puede ser.

-¿Estamos a punto de cantar para miles de personas y tú estás jugando Flappy Bird?

Se encogió de hombros. -Al menos me distrae.

Buen punto.

A mi izquierda, Génesis leía un libro. Tranquilamente. Como si estuviéramos en casa. ¿Cómo es que se lo toma tan a la ligera?

No la interrumpí. Ella también estaba distraída.

Cuando me dispuse a hablar con Natalia, la encontré con sus audífonos puestos y riendo.

Genial, ahora yo era la única a la que los nervios se la estaban comiendo, con el corazón en la garganta.

Y se preguntarán, ¿Cómo llegamos aquí?

Pues bien, todo fue una loca idea de Karla hace un año.

Resulta que las cinco pasamos una tarde en casa de Natalia, viendo películas. Y luego, cuando ya no teníamos nada qué hacer, comenzamos a ver televisión.

Y nos encontramos con las audiciones del X Factor. Y luego a Karla se le ocurrió la loca idea de que audicionáramos.

Podrán imaginarse nuestras caras en ese momento. Sólo éramos unas chicas de dieciséis y diecisiete años que ni siquiera habían terminado la preparatoria. Que vivían en Valencia. Y no en Valencia, España. Sino en Valencia, Venezuela.

Pero ella insistió e insistió. En verdad quería esto. Y con el tiempo, el resto de nosotras también nos ilusionamos con la idea.

En realidad, los boletos de avión y la estadía no eran un gran problema. El padre de Génesis es de Nueva York, y tenía contactos en las aerolíneas.

La única condición para ir eran las buenas calificaciones. Cosa que obtuvimos.

Y hace tan sólo cinco días llegamos a Miami.

Y eso es todo. De verdad esperaba pasar. Sino lloraría por otro año más.

Escuché a la gente aplaudir afuera, y el chico rubio entró a la sala saltando, con una gran sonrisa.

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