Capítulo 4

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El día de hoy empezaría ir al gimnasio que hace días me inscribí, no quería perder la condición que tengo para poder continuar con el rugby. Estaba alistando mi maleta, cuando me llegaron varias notificaciones, era instagram, varias solicitudes de amistad que tenía. No conocía a esa gente, así que ignoré las solicitudes.

Cuando bajé las escaleras, fui directo a la cocina por algo leve para comer. Mi madre me llevó al gimnasio ya que le quedaba de pasada, ella aún sigue haciendo vueltas por la mudanza.

Cuando llegue no había gente, así está mejor. No me gusta cuando está lleno porque luego las máquinas no las puedes utilizar cuando quieres.

Dejé mi mochila en uno de los lockers, me coloque mis audífonos y empecé a escuchar música a todo volumen. Cuando salí de los vestidores vi una silueta conocida.

POV Javon Walton:

Llegué al gimnasio más temprano de lo habitual, para evitar cuando haya mucha gente y poder concertarme sin distracciones. Acomodé mis cosas en los vestidores y luego salí para comenzar a entrenar.

Pero al momento de sentarme en una máquina me sorprendí al ver a Amelia. No pensaba topármela aquí. Los dos sonreímos al mismo tiempo, su sonrisa era cálida y eso me descolocó por unos segundos pero luego ella me saludó con su mano moviéndola de un lado a otro, repetí la acción.

Ninguno de los dos se acercó, después de nuestro saludo espontáneo, cada quien siguió con lo suyo. Pero minutos después tuve el valor de acercarme a ella.

—¿Te molesta si me uno?—pregunté rompiendo el hielo y ella negó con una sonrisa.

Mientras calentábamos juntos, la conversación fluyó con típicas preguntas: qué tipo de entrenamiento preferiríamos, cuánto tiempo llevamos en el gimnasio, descubrí que ambos teníamos algo en común. No solo eso, ambos teníamos un enfoque similar. No íbamos al gimnasio solo por la apariencia, sino también por la satisfacción que sentíamos al superar nuestros límites.

En lo que pasaba el tiempo, hablamos sobre otros temas: de los gustos musicales, sobre nuestras series favoritas y lo más importante del deporte que más nos gusta hacer.

Ya teníamos la mitad de la rutina hecha pero nos sentamos para poder descansar. Nos sentamos en el suelo en una esquina para no estorbar.

—Veo que tu herida ya está mejor—señalé su labio.

—Si, no era tan grave—Amelia soltó unas risas—Han pasado cosas peores jugando—continuó riendo.

—¿Qué te han hecho?—pregunté con curiosidad.

—Mejor dicho, que he hecho yo—noté como ella no podía dejar de sonreír—Es que mi posición es ser forward, entonces yo recibo la mayoría de los golpes, pero las otras personas reciben peores golpes de mi parte—se encogió de hombros.

—Mejor no me meto contigo—levanté mis manos en forma de rendición y ella comenzó a reír.

—No te preocupes, yo creo que tú me ganarías, sabes boxeo—me miró a los ojos.

—Si, pero nunca lo usaría contigo—hicimos contacto visual.

Se formó un silencio, parecía que ninguno de los dos podía apartar la mirada, se sentía como si fuera un encantamiento verla a los ojos.

La música que comenzó a reproducirse en el gimnasio nos sacó del trance y ella se levantó.

—Sigamos con la rutina—habló dándome la espalda. Y así lo hicimos.

Después de 40 minutos terminamos, fuimos por nuestras cosas a los respectivos vestidores. Salimos y me le quedé viendo, no sabía que decir.

—En mi casa haremos un maratón de películas—rompí el silencio—¿Quieres venir?—pregunté con esperanza en mi voz.

Just Us/Javon WaltonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora