Capítulo17:La playa

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-¡Liz!- sentí que alguien me sacudia-Liz!-
De pronto un chorro de agua fría me salpico la cara.
Lindsay estaba parada frente a mi con un atomizador en la mano.
-Lins!- me cubrí la cara -¡¿Qué estas haciendo?!-
-Levantate!- me dijo -Tenemos media hora-
-Hoy es sábado - me revolvi en la cama.
-Lo se, ¿No quieres salir?-
-¿A?-
-Hacer algo, explorar la ciudad-
-¿Por que?-
-Estamos en Los Ángeles-
-Ya lo se, pero ¿por que tengo media hora?-
-Te doy media hora para arreglarte- dijo.
-Ok- dije y me levante.

Me bañe, me puse un short de mezclilla y una playera color menta, me maquille un poco y me puse unas sandalias por si íbamos a la playa.

Salimos de la casa y corrimos hacia algún lugar (que yo no sabia donde era), llegamos a comer unas hamburguesas y fuimos a la playa.

-Hay que entrar al agua!- se emociono Lindsay.
-No llevamos traje de baño- la detuve.
-Que importa!- y se metió al océano.
No tuve otra opción mas que seguirla. "Ya que?" pensé y corrí al agua. Nos pusimos a jugar como dos niñas pequeñas. Estuvimos allí hasta el atardecer.
Recostadas donde el mar toca la arena, con el cabello flotando arrastrado por el océano, nos pusimos a hablar.

-Este lugar es hermoso- dijo Lindsay.
-Creo que si- conteste.
-¿Como que "crees"?-
-Es muy lindo, pero...-
-¿Pero que?- pregunto.
-Extraño todo-
-¡¿Es enserio?!-se extraño.
-Si- conteste
-Liz, no recuerdo la vida antes de que nacieras- dijo -Tenia unos 10 meses de edad cuando tu naciste-
-Lo se- dije
-Crecimos juntas, y jamas fuiste asi-
-Asi... ¿como?- pregunte.
-No lo se, te gustaban los cambios, te emocionaba-
-Era muy pequeña - dije.
-Siempre lo fuiste- dijo - desde que tengo memoria hasta antes del viaje-
-Si...no lo se-

Nos quedamos en silencio.
-Qué hora es?- pregunte.
Miramos el cielo , ya comenzaba a anochacer. Me senté sobre el borde de el mar, Lindsay se apoyo sobre los codos y miramos el horizonte, el sol estaba por ocultarse.
-Es tarde!- se sobresalto mi hermana y se levanto de un brinco.
-A que hora debíamos estar allí?- le pregunte.
-A las seis- contestó.
No había forma de saber que hora era. Habíamos dejado los móviles en casa.
-Hay que irnos!- grito Lindsay.
Corrimos fuera de la playa. La ropa mojada se adhería a nuestros cuerpos helados, con la noche llegaba la fresca brisa nocturna, no llevábamos tolallas y el clima comenzaba a refrescar.



Un dia como cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora