Epilogue

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Era el lunes por la tarde, y los chicos estaban en el vestuario de la Ciutat Esportiva, acabando de cambiarse después de un entrenamiento bastante agotador. Marc estaba guardando sus cosas en la mochila cuando Aleix se le acercó, apoyándose en la taquilla con una expresión que denotaba pura curiosidad.

— ¿Y bien, Guiu? ¿Me vas a contar lo que pasó el sábado o me vas a hacer sacar la información a la fuerza? — Aleix sonrió, mirándolo con complicidad.

Marc sonrió, pero enseguida notó cómo un leve sonrojo subía a sus mejillas. Estaba claro que Aleix no le daría tregua hasta saber los detalles, así que suspiró y, después de echar un vistazo para asegurarse de que nadie más estuviera cerca, empezó a hablar en voz baja.

— Vale, pero no te rías, ¿eh? — dijo Marc, tratando de sonar serio, aunque no pudo evitar que se le escapara una pequeña sonrisa. — La cosa es que… fue brutal, Aleix. Al principio estaba súper nervioso, ¿sabes? Pensaba que Héctor iba a darse cuenta de todo, que me notaría demasiado raro…

Aleix alzó las cejas, intrigado.

— Y entonces… ¿qué pasó?

Marc se pasó una mano por el pelo, recordando cada momento, cada detalle que aún lo hacía sonreír como un tonto.

— Pues nada, él propuso un reto: que cada vez que nuestro equipo marcara un gol, nos dábamos un beso. — Marc se rió, casi incrédulo al recordar cómo había empezado todo. — ¡Te juro que al principio pensé que era una broma!

Aleix abrió los ojos de par en par, y luego se rió entre dientes.

— ¿Cada gol? ¿Un beso? Pero qué genio es Héctor, la jugada maestra, hermano. ¿Y cómo fue?

Marc suspiró, todavía perdido en el recuerdo.

— Al principio, pues nada, solo uno en la mejilla. Pero conforme iban marcando… cada vez fue más intenso. Yo estaba con el Granada, él con el Barça, y no sé si le salió natural o si lo tenía planeado, pero… terminó besándome como nunca me había besado nadie, Aleix.

Aleix lo miró con asombro y luego, dándole una palmada en la espalda, soltó una risa amplia.

— ¡Madre mía, Guiu! ¡Te lo tenía cantado desde hace siglos y no te dabas cuenta! Pero oye, ¿y ahora qué? ¿Vais a seguir viéndós o…?

Marc asintió, su expresión iluminándose con una mezcla de emoción y nerviosismo.

— Sí. Creo que esto va en serio, Aleix. Él me dijo que también sentía algo por mí. — Marc se encogió de hombros, intentando sonar relajado, aunque no podía ocultar la emoción que vibraba en su voz. — No sé qué va a pasar, pero estoy dispuesto a averiguarlo. Y creo que él también.

Aleix le dio un abrazo rápido y le sonrió con orgullo.

— ¡Eso es, hermano! Ya era hora de que dejaras de ir con rodeos y lo vivieras como toca.

Marc soltó una risa, sintiendo cómo la tensión desaparecía. Había sido un fin de semana que lo cambió todo, y al ver la alegría en el rostro de su amigo, supo que, pase lo que pase, estaba rodeado de personas que lo apoyaban.

— Gracias, Aleix. En serio.

Aleix le guiñó un ojo.

— Pues nada, Guiu, ahora a entrenar duro… aunque conociéndote, vas a pasar la semana con cara de bobo. Pero no te preocupes — añadió con una sonrisa traviesa —, yo te cubro.

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Jugando a Ganar - Guiufort Where stories live. Discover now