Sonrisas Que Delatan

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Era la hora de comer y Marc solo podía pensar en la quedada de esta tarde

—¿Marc, hijo, tienes algo que hacer esta tarde? — le pregunta Carmen, su madre.

Marc asiente y le contesta que ha quedado con Héctor, y como no, sin poder evitarlo, le sale una sonrisa de oreja a oreja

—Ay, hijito, ¿hay algo que tengas que contarme? — responde su madre pinchando un trozo de las albóndigas que había preparado hace escasos minutos.

Marc se exaltó, ¿qué tan obvio era?

— Eh… No… O si… No lo sé mamá — Contesta el moreno frustrado

— A ver, Marc, ¿qué es lo que ronda por tu mente ahora mismo?

— Creo que me gusta Héctor — dice mientras que suelta todo el aire que tenía retenido en sus pulmones

Su madre se queda expectante ante la situación  

— ¿Mamá? Por favor di algo… —dice el de Granollers

— Es que no sé qué quieres que te diga Marc… Es más que obvio, y con perdón, pero tampoco es que seas el más disimulado del mundo — Contesta su madre soltando una risita

En ese momento Marc iba a contestar, pero entonces salta un mensaje desde su teléfono

— ¿Es Héctor? —Pregunta la progenitora

— ¿Qué? ¿Cómo lo sabes? — responde sorprendido

— Marc, que cuando te he dicho que no eres el más disimulado de esta casa es porque no lo eres.

Ey bro, te vienes una horita antes a mi casa?
La casa está muy vacía… :(

¿Qué se hacía en una situación como esta?

Marc se miró la muñeca dirigiendo la vista al reloj que tenía

15:30

Oh, Oh, tenía que salir de ipso facto si quería llegar a tiempo para ver a su amado

Termino de comer y voy para allá  brodi 💪

Marc se despidió rápidamente de su madre, quien lo miraba con una mezcla de ternura y diversión. Carmen no podía evitar sonreír ante la forma en que su hijo intentaba mantener la calma y fingir que todo era normal, aunque claramente sus emociones lo delataban.

—Buena suerte, hijo —dijo con una sonrisa cariñosa mientras le daba un último beso en la mejilla.

Marc salió casi corriendo, apenas terminando de ponerse la chaqueta. Su corazón latía rápido, entre la prisa y la emoción. No podía creer lo que estaba a punto de hacer; solo iba a ver a Héctor, pero algo en la invitación de su amigo le había acelerado el pulso. Era como si hubiera algo más en aquel "la casa está muy vacía".

Mientras caminaba hacia la parada de bus, repasaba la conversación en su cabeza. Había sido valiente al confesarle a su madre lo que sentía, pero ¿y ahora? ¿Cómo se comportaría cuando estuviera frente a Héctor? Estaba nervioso y a la vez emocionado por la idea de tener ese tiempo a solas con él, sin nadie más alrededor, sin distracciones.

Al llegar a la casa de Héctor, respiró hondo antes de tocar el timbre. A los pocos segundos, la puerta se abrió y Héctor apareció con una sonrisa despreocupada.

—¡Marc! Qué bien que hayas llegado tan rápido —dijo Héctor, abriéndole la puerta de par en par—. Pasa, pasa, que hace un frío afuera.

Marc entró, sintiendo de inmediato el calor del lugar y el olor inconfundible del hogar de Héctor, mezcla de madera y algo de perfume juvenil. Héctor lo guió hasta el salón y, tal como había dicho, la casa estaba completamente vacía.

—¿Y tus padres? —preguntó Marc, tratando de sonar casual mientras se sentaba en el sofá.

—Ah, han ido a visitar a unos amigos y no vuelven hasta tarde. Así que… bueno, estaremos solos.

Marc sonrió, sintiendo que su corazón latía con fuerza. Se acomodó en el sofá y comenzó a hablar con Héctor sobre cosas triviales al principio, intentando calmarse. Pero por dentro sabía que hoy era diferente, que había una electricidad en el ambiente que nunca había sentido antes.

Jugando a Ganar - Guiufort Où les histoires vivent. Découvrez maintenant