03. Cuidados Personales

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Aidan está desesperado.

Ha entrado al baño de hombros y se ha encerrado en uno de los cubículos para poder mantenerse en un lugar privado mientras todo lo que le está sucediendo se le baja.

Siente cómo su zona baja palpita con fuerza y el calor se esparse por todo su cuerpo. Siente tanto calor que se quita la sudadera y se deja la camiseta que lleva debajo.

Dentro de ese cubículo del baño, trata de aligerar un poco la presión de sus pantalones. Se los desabrocha y se baja el zipper. Suspira aliviado al sentir que la acción le ha dado al menos un poco de espacio y le ha quitado algo de presión.

Aunque por desgracia la situación no deja de ser menos sofocante y torturosa.

Respira hombro varias veces, aunque todavía siente el calor dentro de su cuerpo. Ese mismo calor que lo hace sudar bajo la camiseta de franela y hace que de su frente caigan algunas gotas de sudor.

No quiere sentirse así de sucio y sudado, así que por eso trata de calmarse.

Debe de hacerlo porque sino todo el mundo lo notará. Notarán lo excitado que está y si Erin se da cuenta...
No, ella no puede darse cuenta. Mucho menos ella.

Se siente como un mocoso de catorce años otra vez, que con cualquier cosa, se activaba y tenía que irse corriendo al baño para refrescarse un poco y esperar a que se le pasara. Es tan vergonzoso aún a sus veinte años pasar por este tipo de situaciones, cuando se supone que ya no es un mocoso y puede buscar alivio fácilmente en cualquier parte e incluso de gratis. Para él sería incluso hasta sencillo. Pero no. No así.

Espera unos cuantos minutos. No puede tampoco tardarse tanto.
Respira hondo, exhala lentamente.
Sin embargo, en nada, nuevas imágenes de Erin se le presentan en su mente. Imágenes de cómo sería ella verla desnuda y ahí es cuando otra vez siente a su amigo animarse de nuevo.

¡Qué no! Que no puede seguir así.

Trata de relajarse nuevamente y de respirar hondo.

Al cabo de unos minutos, cuando cree que ya se le ha bajado mucho, se pone de nuevo su sudadera y sale del cubículo del baño.
Se moja la cara en el lavabo para refrescarse aun más y se decide por salir para nuevamente volverse a enfrentar a su realidad. La realidad de tener que encontrarse de nuevo con Erin de frente y no tener el coraje suficiente para enfrentar su verdad por ser tan testarudo para admitir delante de ella el cómo se siente y por el miedo de que ella lo rechace.

Regresa al salón de clases de Biología con el corazón hecho un puño, tratando al máximo no mirar hacia Erin.
Porque sabe que si lo hace, todo va a empezar de nuevo.

Toma asiento en su lugar y trata de enfocarse nuevamente en su trabajo. Pero siempre su mirada de vuelta hacia Erin, ya que ella tiene las indicaciones del trabajo. Y por eso no puede hacer nada, para adelantar o hacer algo similar a lo que ella está haciendo.

La tortura de Aidan comienza de nuevo. Su amigo comienza a reactivarse nuevamente por el solo pensamiento de Erin.
Todas las imágenes vuelven a él. Y ahora solo puede tratar de permanecer así, quieto. Esconde su cara entre sus brazos tratando de dar a entender que se ha dormido, sin embargo, está tratando de tranquilizarse.

Aidan comienza a contar los minutos para el receso.
Consulta su reloj y comienza la cuenta regresiva más torturosa de su vida.

Los segundos para Aidan son terriblemente largos. Trata de respirar hondo, mientras acomoda mejor su sudadera para taparse mejor esa área. Se remueve incómodo varias veces.

Los minutos pasan lentos, hasta que por fin, la sirena que anuncia el receso suena.

En eso, Aiden se levanta como un resorte, tomando su mochila y saliendo pitando del salón de clases. El primer lugar en el cual Aidan piensa en meterse para ocultarse, es el baño de hombros y encerrarse en un cubículo para poderse tranquilizar mejor.

Se desabrocha el pantalón nuevamente y se baja el zipper buscando un poco de comodidad.
Pero ya no es suficiente.
Su amigo le está pidiendo mucho más y ya no es soportable.
De hecho, siente la gran necesidad de liberar todo aquí y ahora pero no, no puede hacerlo en un baño.
¡Es un baño público, por Dios!

Aidan de hecho, puede escuchar como otros estudiantes ingresan al baño de manera regular y es muy notorio que él está de pie en uno de los cubículos sin hacer nada. No hay ningún tipo de privacidad aquí.

Así que Aidan sale del cubículo, se enjuaga las manos en el lavamanos y escondiendo el bulto de sus pantalones con la sudadera nuevamente jalando la tela de esta, lo más que puede sin estrujar a su amigo.

Busca por todos los rincones de los pasillos algún sitio en donde pueda entrar, que se recluído, ojalá prácticamente solitario o vacío.

Camina haciéndose el despistado por pasillos menos concurridos del instituto. Hasta que encuentra una pequeña bodega de los conserjes, lleno de suministros de limpieza.

Abre la puerta y enciende la luz.
El lugar es lújubre, frío e incluso se percibe un fuerte olor a productos químicos de limpieza, ya que ahí se almacenan todos. Así que los olores están mezclados e incluso, se podría decir que llega a hacerse un olor nauseabundo que hace que te enchile la nariz.

Pero ni modo. Aidan decide entrar aún allí . Pone el seguro, rezando qué ningún conserje u otra persona se acerque al lugar a buscar suministros. O que incluso algún estudiante lo haya visto entrar allí.

Pero por eso necesita ser rápido.

Su corazón late con demasiada fuerza en su pecho. Su respiración es pesada y su miembro palpita con fuerza haciendo que el ardor sea desesperante.

Sin pensarlo tanto se deshace de sus pantalones nuevamente, así como sus boxers.

Aidan no se puede creer que tenga que llegar a este extremo. El extremo en donde tenga que usar otros recursos y medidas tan extremas para sus cuidados personales.

Con un poco de miedo y con manos temblorosas, toma su miembro en su mano. Está completamente ergido pero se siente pesado.

Se muerde el labio inferior con fuerza mientras comienza a acariciarse con su propia mano, pasándola por toda su extensión.
Arriba, abajo...

Muerde su labio con más fuerza para evitar gemir a altos volúmenes mientras acelera los movimientos de su mano.

Por su mente pasan imágenes de Erin, sus piernas, lo que existe más arriba de ellas. El cómo puede lucir ella sin toda esa ropa de por medio. El cómo él la tocaría y el cómo sería sentir que la que le está haciendo esto fuera ella en vez de él.

Abre la boca y sin querer emite un fuerte gemido y un jadeo. Inmediatamente, abre los ojos asustado y muerde su labio nuevamente para callar esos sonidos.

Aumenta el movimiento de su mano cada vez más a la vez que mueve sus caderas con fuerza. Cada vez más fuerte y más rápido haciendo que su cuerpo comienza a tener espasmos.

Él último espasmo lo hace arquear su espalda con fuerza y lo hace explotar.

En su liberación, se les escapan varios jadeos y gemido que ya no pudo controlar. Y al terminar casi se cae de espaldas y se tiene que arrecostar a la pared al sentir sus piernas débiles como gelatina.

Jadea fuertemente tratando de tomar aire, aunque este está tan viciado allí con el fuerte olor de los químicos.

Busca una forma de limpiarse usando los mismos productos que ahí están. Bota los desechos en un basurero allí mismo.

Rápidamente se vuelve a poner bien los bóxers, los pantalones, se los abrocha y se sube el zipper.

A pesar de lo frío del lugar, Aidan está sudando. Se limpia también su sudor y trata de arreglar su cabello para parecer que no acaba de tener un polvo con alguien.

Una vez listo, sale de la pequeña bodega fijándose muy bien de que no esté nadie alrededor y que nadie lo haya visto.


Acuerdo entre nerds Donde viven las historias. Descúbrelo ahora