No. 7.

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Xiang Taio volvió a la mansión por la noche, estaba cansado, los sirvientes apenas bajaban el equipaje cuando él entró a la casa.

"Bienvenido, maestro", el mayordomo Mo lo recibió de rodillas en la entrada, con un par de zapatos suaves en sus manos.

El alfa ladeó la cabeza con una sonrisa relajada en su boca, estableciéndose sobre un pie, le extendió su bota al pequeño eunuco. Sin levantar la cabeza, el mayordomo Mo empezó a soltar los lazos de cuero que cerraban las botas, quitó la bota y quitó el calcetín polvoriento, le puso uno por uno los zapatos suaves al maestro de la casa. Con sus pies ahora cómodos, el alfa avanzó por el pasillo, retirándose las capas engorrosas de su ropa formal; el mayordomo Mo que lo seguía con la cabeza inclinada, recogía las prendas en silencio.

"¿Por qué no me ha recibido nadie más?", al terminar está pregunta, fue repentinamente tacleado por un cuerpo delgado que se aferró a él con fuerza.

"¡Papi!", gritó Xiang Ying con gran alegría, restregando su rostro contra el pecho de su padre. "¡A-Ying te extrañó mucho, mucho, mucho!".

Xiang Taio miró a este hijo pegajoso con ojos fríos, luego sonrió, dandole suaves palmaditas en la cabeza de la misma forma en que acariciaba al perro viejo de la casa. "A-Ying es siempre tan dulce", no le devolvió el abrazo, ni siquiera se inclinó más cerca para hacerle más fácil al Omega sujetarlo, él permaneció erguido como un roble. "¿Y LeiLei?".

Xiang Lei que finalmente había alcanzado a su hermano menor, sonrió con felicidad al ver al alfa mayor. "Padre, buenas noches", le hizo una reverencia cortés, sus brillantes ojos fijos en él.

"Ah, LeiLei también vino a verme", extendió su mano y el pequeño alfa la agarró entre las suyas, dandole un cálido apretón.

El Omega recargó su mentón en el pecho de su padre, sus ojos llenos de ilusión. "Padre, ¿Cómo fue la caceria?, ¿Atrapaste algo grande?".

"Traje un pájaro nuevo para ti", el hombre se soltó del agarre de Xiang Lei. "Logré cazar un zorro para LeiLei, están en el carruaje, vayan a ver".

Xiang Ying se rió y le dio un último apretón a su padre antes de salir corriendo hacia el porche. Xiang Lei saludó a su padre y caminó tras el Omega. El alfa los observó irse, su mirada oscura se desvio rápidamente con desinterés, entonces continuo su caminar.

"¿Yuan-er está durmiendo?".

"El pequeño amo tuvo una cena tardía y debería estar despierto aún, ¿Quiere que vaya a buscarlo?", no hubo real intención en sus palabras.

El alfa no respondió, empujó la puerta de su patio y respiró hondo. "¿Dónde está Lu Lin?", era extraño que esa mujer no estuviese esperándolo. "Dile que venga a servirme, quiero verla de azul hoy", sus hombros se relajaron cuando finalmente llegó al dormitorio.

"La concubina Lu ya no está aquí".

Xiang Taio se detuvo, alzando una ceja, se giró para confrontarlo. "¿Y dónde está?".

Cuando vio al eunuco dejar su ropa en la silla y sacar de su túnica una pequeña bolsa, Xiang Taio entrecerró los ojos. "Lu Lin ha sido vendida al pabellón magnolia", el mayordomo principal le extendió la bolsa con ambas manos. "Dieron 30 monedas de plata por ella".

Silencio.

Un incómodo silencio. El mayordomo Mo estaba incomodamente quieto, con la cabeza baja y la vista fija en sus propios zapatos, no fue lo suficientemente estúpido para decir algo más.

"¿Quien ha dado tales ordenes?", la voz del hombre era tranquila, tan calmada que el mayordomo se estremeció, bajando aun más la cabeza. "Es el juguete favorito de mi Yuan-er, ¿Quien ha sido tan atrevido como para venderla cuando este ministro se ausenta?".

Quiero seguir vivo en dos añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora