No. 4.

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"Salgan todos".

La repentina entrada del mayordomo principal los dejó desconcertados, no era común que el hombre entrara o tuviese negocios en la cocinas. Lo que los dejó aun más perplejos, fue ver a la sirvienta principal del cuarto amo en la puerta, agarrando con firmeza el brazo de la concubina favorita del marqués. Los sirvientes se miraron entre ellos, todos parecían compartir el mismo sentimiento omnicioso. Pronto se prepararán ropas de luto.

Al notar su estado embotado, el mayordomo principal frunció el ceño. "¿No me han escuchado?, ¡Salgan ahora!", rugió, mirando a cada uno de ellos con frialdad.

El cocinero jefe dio un paso al frente, limpiando sus manos llenas de harina con un trapo. "Tenemos que preparar el almuerzo, mayordomo Mo", su tono era quizás demasiado frívolo para hablar con su superior directo, casi rozando la insubordinación.

El mayordomo principal que era más bajo y más delgado que el cocinero jefe, caminó hasta estar frente a frente con el cocinero, mirándolo con ojos de acero. "Ayer se les dio la orden de adelantar el almuerzo, ¿Me estás diciendo que no lo has hecho? ¿Debo buscar a alguien que si cumpla las ordenes del amo?".

El cocinero jefe tuvo que bajar la cabeza para encontrarse con la mirada del mayordomo. "No sirvo comida fría al amo".

"Fuera".

El cocinero jefe tiró el trapo a los pies del mayordomo principal y abandonó la habitación, el resto lo siguió con saludos corteses al mayordomo jefe. El mayordomo Mo respiró ruidosamente por la nariz, entonces se dirigió hacia Wei Qin. "Me retiro".

Wei Qin no se movió hasta escuchar el chasquido de la puerta al cerrarse. Arrastró a la concubina Lu hasta la estantería de la cocina, estando ahí la soltó y dio un laso atrás. "Toma los ingredientes para hacer bollos".

Lu Lin tropezó, por poco evitando golpearse contra los estantes. Respiró lentamente para calmar su agitado corazón, había pasado toda la noche en vela, esperando que en cualquier momento, alguien llegara por su cabeza. "¿El cuarto joven maestro aún comerá lo que yo prepare?", la amargura casi goteaba de ella, picando en la nariz de Wei Qin.

"Muévete", le dio un ligero empujón, sin responder a sus preguntas.

Lu Lin empezó a recoger la harina. "¿De qué debo prepararlos?".

"Fresas".

Thump.

Thump.

Thump.

Lu Lin apretó el pequeño costal y se giró, temblando como una hoja, tan pálida como la harina. "¿Qué?".

Los ojos vacíos de Wei Qin no abandonaron su cuerpo, vigilando el más minimo movimiento. "Fresas".

"X-Xiao Yuan no come fresas", su voz se entre cortó, como si su garganta se hubiese secado repentinamente.

"Hazlas de fresa", volvió a decir, sin moverse para ayudarla a tomar los ingredientes, sus ordenes no eran servirla, eran observarla.

Lu Lin se removió, incomoda bajo esa mirada muerta, esos ojos sin luz siempre le habían resultado espeluznantes, realmente nunca había entendido porque Xiang Yuan habia elegido conservarla.

Le tomó mucho tiempo terminar, quería que fueran bonitos y que su sabor fuese fragante. Lu Lin quería mostrarle a Yuan que incluso si había cometido un error, aún podía serle útil. Puedo ser lo que necesites, amasaba con esmero buscando la consistencia ideal. Una madre, una hermana o una amante, seré lo que quieras. Moldeó los bollos en forma de rosas, no eran las favoritas de Xiang Yuan pero tenían la apariencia más bonita y eran las más difíciles de hacer. Su guardia silenciosa solo la observaba, aún cuando vio su incomodidad y su torpeza al hacerlo sola, no se movió a ayudarla, Wei Qin solo la observaba.

Quiero seguir vivo en dos añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora