Me desperté renovada, algo que no había sentido en mucho tiempo. Por primera vez en días, logré dormir sin interrupciones ni pesadillas. El alivio de haber pasado las pruebas del día anterior me daba una nueva energía. Las cosas habían salido mejor de lo que pensé, pero eso no significaba que podía relajarme. Ahora tenía que consolidar la confianza de mi padre en mí, demostrarle que podía tomar decisiones firmes y adecuadas
Me vestí rápidamente, usando uno de los trajes más cómodos que tenía, y me apresuré a la biblioteca. Darian había accedido a enseñarme hechicería y, aunque no me emocionaba la idea de pasar tiempo con él, era mejor entrenarlo a que se pusiera a vigilar a Valerian. A medida que me acercaba a la gran sala, noté que estaba inusualmente sola. La biblioteca estaba oscura las ventanas estaban cubiertas y la única iluminación provenía de un par de velas que apenas parpadeaban.
Fruncí el ceño, extrañada. ¿Llegué demasiado temprano? Pensé que Darian ya estaría esperándome. El silencio en la sala era inquietante. Caminé hacia una mesa y me senté, tamborileando los dedos sobre la superficie mientras esperaba. El aire frío me envolvía, y mis pensamientos comenzaron a divagar. Debo lograr estar adelante en las decisiones que se tomen. Necesitaba mostrar mi poder.
De pronto, un escalofrío recorrió mi espalda. Me puse de pie de inmediato, sintiendo que algo estaba mal. Instintivamente, alce mi mano hacia las enormes ventanas, —sileris —recité un hechizo simple para abrir las cortinas rápidamente. Al instante, la luz entró en la sala, dispersando las sombras que me rodeaban.
Darian salió de detrás de un estante de libros, aplaudiendo lentamente. —Muy bien, princesa. Al menos sabes algo básico.
Lo miré con desdén. —¿Qué haces escondido como una rata?
Él se encogió de hombros, con una sonrisa burlona en los labios. —Rata, ¿eh? Solo quería evaluar qué tan analfabeta eras en cuanto a hechizos. Ya veo que, por lo menos, no eres un desastre total.
Mi ceño se frunció aún más. —Sé mucho más de lo que puedes imaginar. ¿De verdad piensas que lo único que hago es vagar por el castillo sin propósito?
Darian empezó a caminar lentamente a mi alrededor, sus movimientos eran fluidos, casi felinos, como si estuviera cazando. —No he dicho que seas vaga. Solo ligeramente despreocupada de las cosas importantes.
Su actitud me irritaba, pero no podía dejar que me sacara de control. —¿Por qué se ofreció a ayudarme? —pregunté, mi tono sonó más curioso de lo que pretendía.
Darian se detuvo, girando para mirarme directamente. —Ya te lo dije antes, princesa. Realmente me importa el futuro del reino. Pero si te soy sincero, también es divertido ver cuántos errores puedes cometer.
—No te molestaste cuando elegí a Valerian para ser mi esposo —dije, intentando sonar desinteresada e ignorando su último comentario—. Pensé que habría más gritos, más oposición.
Darian sonrió, pero había algo frío en su expresión. —Oh, princesa, tienes todo el derecho de elegir a quien quieras. Pero, sinceramente, no esperaba que tu mal gusto fuera tan... evidente. Pero bueno, él está a tu nivel, eso lo reconozco.
—¿A mi nivel? —Lo miré con incredulidad, cruzándome de brazos—. ¿Qué quieres decir con eso?
Darian continuó su paseo alrededor de mí, observándome con esos ojos que parecían atravesar cualquier fachada que intentara levantar. — tu pequeña Valeriana miente, princesa. Pero tú eres buena para ocultar secretos también, ¿no es así?
Mis pulsaciones se aceleraron, pero mantuve mi rostro sereno. No puede saber nada. — Se llama Valerian y ¿De qué estás hablando?
—Hay algo extraño en él —continuó Darian, ignorándome—. No sé qué es, pero lo descubriré pronto. Solo espero que no te decepciones demasiado cuando te des cuenta de quién es realmente.
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La reina de la muerte
FantasyEn el reino de Thaloria, la princesa Lyanna se enfrenta a una encrucijada entre el deber y el destino. Obligada a elegir un esposo para asegurar su lugar en el trono, Lyanna descubre que la vida en la corte está llena de secretos oscuros, traiciones...