En una ciudad como Chicago, bajo el resplandor de luces que parecían llamar a quienes buscaban algo más que una noche tranquila, Bang Chan deambulaba, dejándose llevar por la energía de la ciudad. Entró en un bar de esquina, pequeño y casi oculto, donde la música suave y las luces bajas creaban un ambiente íntimo, lleno de misterio.
Allí, en la barra, estaba ella. Una mujer con elegancia, pelirroja vestía un vestido negro que abrazaba sus curvas, con una copa de vino en la mano y una mirada que lo desarmó desde el primer instante. Sus ojos se cruzaron, y él sintió una atracción incontrolable, algo que iba más allá de las palabras. Chan se acercó a ella, y no pasaron más de unos minutos antes de que la chispa entre ellos se volviera evidente, palpable.
La conversación fue ligera al principio, pero él no pudo evitar admirarla, cautivado por la forma en que cada palabra parecía cargar una chispa de sabiduría y vida que él apenas estaba descubriendo, intensificando la tensión entre ellos. Se miraban de una forma que hacía que el resto del mundo desapareciera, la atracción se hacía irresistible.
De alguna manera, Chan quería impresionarla, mostrarse seguro ante aquella mujer que le robaba el aliento. Salieron del bar tomados de la mano, caminando en el frío de la noche, sus cuerpos acercándose cada vez más mientras la atracción crecía sin freno.
Pronto llegaron a la habitación de un hotel, donde la tensión de la noche alcanzó su clímax. Sin apenas detenerse, sus labios se encontraron en un beso apasionado, lleno de deseo. Chan la tomó de la cintura y la atrajo hacia él, sus manos explorando cada rincón de su cuerpo mientras ella deslizaba sus dedos por su cabello, profundizando el beso. Sus respiraciones se volvieron más rápidas, sus cuerpos entrelazados en un abrazo que solo aumentaba el deseo.
Mientras la ropa caía al suelo, sus manos trazaban caminos por la piel del otro, sintiendo cada centímetro, cada curva, cada detalle, como si intentaran memorizarse. Los besos se volvieron más intensos, más urgentes.
Aquella noche en Chicago parecía tener un ritmo propio, en el que cada instante se sentía eterno. El contacto entre ellos se volvía casi reverente, como si cada caricia fuera un ritual. Mientras la habitación se llenaba de susurros y respiraciones entrecortadas, Bang Chan y aquella mujer parecían olvidar el mundo exterior, consumidos por el fuego de una pasión que los envolvía.
A medida que sus labios recorrían el cuello de aquella mujer, él sintió cómo la piel de ella se erizaba bajo su toque, cada respiración pesada de expectativa y deseo. No había prisa, solo una entrega que los hacía explorar cada rincón, con sus cuerpos entrelazados en una danza sin palabras. Las yemas de sus dedos trazaban caminos por la piel de ella, como si intentara grabar cada detalle, cada curva, cada suspiro en su memoria.
— Por favor… —murmuró ella, con una voz cargada de deseo— Lo necesito.
Era un ruego cargado de vulnerabilidad, y en sus ojos podía verse la mezcla de anhelo y rendición. Le sonrió con serenidad, esa sonrisa que la desarmaba y que dejaba ver un conocimiento profundo, casi oscuro. Acariciando su rostro, sus manos recorrieron su cuello y su clavícula, bajando hasta sus pechos, ella cerró los ojos, saboreando cada segundo, cada roce.
— Shhh, cariño —susurró Chan en voz baja pero clara—. ¿Qué necesitas de mí? —Se rió en voz baja, todavía sonriendo.
— A tí, te necesito a ti— murmuró aquella mujer con la respiración agitada.
La admiración de Chan hacía ella seguía ahí, pero ahora mezclada con un deseo incontrolable, los ojos de él se oscurecieron de lujuria ante la súplica, una sonrisa depredadora se extendió por su hermoso rostro, sus grandes manos de repente agarraron sus caderas posesivamente.
— Eres tan impaciente, ¿No? —se rió entre dientes mientras sus dedos se cerraban sobre sus caderas para guiarla lentamente arriba de él— Móntame.
Lo obedeció, aquella mujer se encontraba arriba de él, mientras se acomodaba sobre su gruesa longitud estirandola.
— Joder, sí. Toma cada centímetro de mí — gimió Chan, sus dedos clavándose en su suave piel.
La mujer solo se limitó a cerrar los ojos y soltar un suspiro mientras comenzaba a rebotar arriba de él.
Mientras tanto, el rostro de Chan se contrajo de placer mientras rebotaba sobre él con entusiasmo levantando las caderas para recibir su descenso.
Las sábanas se enredaron a su alrededor mientras sus cuerpos se unían en algo apasionado, dejando que el deseo los guiara, sin reservas. Los susurros y jadeos llenaban el cuarto, haciendo que la noche se volviera aún más íntima, más intensa.
Esa admiración no desapareció mientras exploraban cada rincón de ella, cada toque y caricia era como un tributo silencioso a una mujer que le había mostrado un mundo desconocido. Sin embargo, cuando la primera luz del amanecer comenzó a colarse por la ventana, el ambiente cambió. Ella se vistió en silencio, y en sus ojos apareció una sombra que él no había notado antes.
En un susurro, ella le confesó lo que había ocultado: no era libre, tenía una familia, un esposo e hija que la esperaban en casa. La revelación cayó como un balde de agua fría, sentía que el mundo se le desmoronaba y aunque Chan sabía que no había nada que pudiera hacer, el dolor era inevitable.
Aquella noche quedaría grabada como un secreto, su secreto, un recuerdo de deseo y pasión prohibida que desafió los límites para él. Chicago sería para siempre el lugar donde la tuvo y la perdió en una sola noche, en una historia de misterio, admiración y una intensidad que jamás olvidaría.
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- ミ☁︎ ❝ 🐺 - [ 𝐎𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬 - 𝐁𝐚𝐧𝐠 𝐂𝐡𝐚𝐧 ]
Romance"𝘊𝘢𝘥𝘢 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘴𝘶 𝘱𝘳𝘰𝘱𝘪𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢, 𝘺 𝘤𝘢𝘥𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢 𝘶𝘯 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢 𝘨𝘳𝘢𝘣𝘢𝘥𝘰." 𝘖𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘉𝘢𝘯𝘨 𝘊𝘩𝘢𝘯.♡