Junmyeon, un enfermero de la UCIN en el Centro Médico SKY, aspiraba a una vida tranquila: conocer a alguien, casarse y tener unos cuantos hijos.
Nunca imaginó ser contratado como nodriza personal por el frío CEO del hospital en el que trabaja.
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Sehun tamborileó distraídamente los dedos sobre el escritorio de su despacho, su mirada aparentemente concentrada en la pantalla del ordenador, aunque su mente vagaba por pensamientos ajenos al trabajo. Aún podía escuchar el eco de los sollozos de Sehyung en su cabeza, y aunque había intentado convencerse de que su pequeño hijo solo necesitaba tiempo para calmarse, algo en su pecho le decía que debía ir a verlo. Con un suspiro pesado, se levantó y comenzó a caminar hacia la habitación del pequeño, esperando que Sehyung ya estuviera más tranquilo.
Al llegar a la puerta, Sehun la empujó con cautela, sus movimientos lentos y silenciosos, como si temiera despertar a alguien. Esperaba encontrar a Sehyung durmiendo, tal vez envuelto en su mantita favorita. Sin embargo, al asomar la cabeza, su rostro serio se tensó aún más, su ceño marcado reflejando la creciente inquietud que lo invadía. La habitación estaba vacía. El pequeño no estaba ahí, y el silencio en el aire hacía que la ausencia de Sehyung fuera aún más notable.
—Sehyung?— llamó en un susurro, su voz apenas rompiendo el silencio de la habitación. No obtuvo respuesta, solo el eco suave de su propia voz volviendo a él.
El pelinegro se quedó inmóvil por un momento, su mirada recorriendo el cuarto en busca de alguna señal de su hijo. Nada. Todo estaba en su lugar, excepto Sehyung.
"Quizá está jugando en algún otro lugar de la casa", pensó mientras cerraba la puerta y se daba la vuelta.
Mientras caminaba por el pasillo, Sehun se encontró con Baekhyun, quien venía de la cocina con una mamila en la mano, listo para alimentar a la bebé. El cabello desordenado del castaño y las ojeras bajo sus ojos de cachorro dejaban claro que había tenido un día largo.
—Hey, Baek, ¿has visto a Sehyung?— preguntó Sehun, su tono aparentemente relajado, aunque la preocupación se filtraba en su voz.
Baekhyun levantó una ceja con curiosidad. Con la mamila en la mano, se inclinó ligeramente hacia un lado, como si ese simple gesto lo ayudara a procesar la situación.
—¿No está en su habitación?— preguntó, su tono mezclando sorpresa y confusión. Mientras hablaba, ajustó la mamila con una pequeña sacudida de su muñeca, mezclando la leche en polvo dentro de la botella.
—Me comentó que estaba algo triste...— continuó, echando un vistazo a Sehun. —Dijo que quería jugar un rato. Supuse que seguía ahí.
Pero la negativa de Sehun llegó como un golpe suave. El hombre negó con la cabeza, su voz tensa al responder. —No está. Su habitación está vacía.
El ceño de Baekhyun se frunció casi de inmediato, sus cejas uniéndose en una expresión de desconcierto. Con un gesto distraído, dejó la mamila sobre la mesa más cercana, como si de repente hubiera olvidado por completo su propósito. Su postura cambió, enderezando la espalda mientras sus ojos se fijaban en el rostro de Sehun, cada vez más marcados por la preocupación.
