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La abuela Kim miraba el fuego crepitar en la chimenea, sus ojos perdidos en el vaivén de las llamas, como si cada chispa le devolviera un recuerdo guardado en lo más profundo de su corazón. SeokJin, sentado a su lado, la observaba con curiosidad, sabiendo que su abuela siempre tenía historias que contar, pero notando que esta vez había una nostalgia distinta en su expresión, algo que nunca antes le había visto.

Después de un largo silencio, la abuela le sonrió y le dio unas palmaditas en la mano.

—Sabes, SeokJin, no siempre fui la anciana que ves ahora. Yo también fui joven alguna vez... llena de sueños y, sobre todo, llena de amor.

SeokJin inclinó la cabeza, intrigado, mientras ella continuaba.

—Tenía más o menos tu edad cuando lo conocí —susurró ella, como si cada palabra le trajera el eco de una época lejana—. Él era un lobo híbrido, un espíritu libre que vivía entre las colinas y el bosque. Se llamaba JaeHyun, y tenía dieciocho años, aunque parecía mucho más sabio de lo que su juventud indicaba. Lo amé desde el primer instante, como si en él hubiese encontrado algo que me había faltado toda la vida.

La abuela Kim se detuvo, sus ojos brillando como si viera el rostro de su esposo reflejado en el fuego.

—Tu abuelo era fuerte y libre, y tenía una mirada profunda que parecía entender cada rincón de mi alma. Nos conocimos de la forma más sencilla... o quizá mágica, podrías decir. Solía encontrarme en el bosque, recolectando plantas, y él siempre aparecía en los momentos menos esperados, como si fuera una sombra vigilante. Al principio me asustó, pero luego... nos volvimos inseparables.

SeokJin escuchaba cada palabra con asombro. No podía imaginar a su abuela corriendo por el bosque como él lo hacía, siguiendo el rastro de alguien tan misterioso.

—¿Entonces tú... te enamoraste de un lobo? —preguntó, en un susurro, maravillado.

La abuela sonrió, apretando suavemente su mano.

—Sí, y no había nada que deseáramos más que estar juntos. Ambos éramos jóvenes, ardientes y llenos de sueños. Poco después de conocernos, sin pensarlo demasiado, decidimos hacer nuestro propio hogar en las colinas. Allí, al amparo de la naturaleza, encontramos la paz que necesitábamos, lejos de las miradas curiosas y los prejuicios de otros.

SeokJin veía la chispa en los ojos de su abuela y sintió una calidez en su pecho. Comprendió, por primera vez, de dónde provenía su propia fascinación por el bosque y su amor por lo desconocido.

—Pero, abuela, ¿cómo hicieron frente a las personas que no aceptaban su amor?

La abuela suspiró, acariciando el dorso de la mano de SeokJin.

—No fue fácil, mi niño. Algunos nunca aceptaron nuestra unión, pero aprendimos a mantener nuestra vida privada y a protegernos. Tu abuelo siempre fue un lobo fuerte y protector, y yo... bueno, aprendí a ser valiente a su lado. Fue él quien me enseñó que el amor verdadero requiere sacrificio, pero también vale la pena cada instante.

La abuela hizo una pausa, susurrando, casi como una confesión:

—Así que, si alguna vez encuentras a alguien, incluso alguien que venga de un mundo distinto, y sientes en tu corazón que es tu hogar... no tengas miedo de seguir ese amor. A veces, los amores más profundos son los que superan las barreras más grandes.

SeokJin, conmovido, asintió mientras su abuela le daba un último apretón en la mano. Aquel momento sería uno que atesoraría siempre, no solo como un recuerdo de su abuela, sino como una promesa de lo que él también podría tener, con alguien que lo viera como JaeHyun había visto a la joven Kim.

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⏰ Última actualización: Nov 04 ⏰

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𝑇ℎ𝑒 𝑏𝑜𝑦 𝑖𝑛 𝑡ℎ𝑒 𝑟𝑒𝑑 𝑐𝑎𝑝𝑒 | 𝑁𝑎𝑚𝐽𝑖𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora