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Martes por la mañana, primer día de curso, al menos para los alumnos claro, yo llevo aproximadamente dos semanas en esta universidad preparando las clases y los horarios para los nuevos alumnos. Si soy sincero amo mi trabajo, me encanta enseñar pero a veces también me dan ganas de pasar de todo e ir a mi bola, el problema es que todo es demasiado restringido como para hacer eso, así que toca buscar vacíos legales.

Entro a la primera clase del día: Lingüística del inglés. Siempre me han gustado los idiomas, me encanta ver como las oraciones se forman y la manera en que el cerebro puede procesar diferentes lenguas incluso llegando a mezclarlas entre sí y por eso acabé estudiando Filología Inglesa. 

Los alumnos son de primero de carrera así que de momento vienen con ganas de saber en qué les deparará esta nueva aventura universitaria y yo no pienso ser el profesor que les quite la emoción de eso. Adoro dar clase, porque mis clases no son calladas, no implican que los alumnos simplemente copien lo que voy narrando como si fueran máquinas, adoro dar clase porque me lo paso bien dando clases, además ser joven ayuda mucho para caerle bien a los alumnos.

La clase transcurre con normalidad, los alumnos escuchan atentamente mis criterios de evaluación y los escucho murmurar algunas sobre el hecho de que no haya un examen como tal y también sobre que llevo media clase sentado encima de la mesa con las piernas cruzadas, pero poco a poco se irán adaptando a mi forma de dar clase.

Como es el primer día dejo a los alumnos irse antes, no van a estar aquí dos horas escuchándome hablar sobre nada, el temario lo empezaré mañana. Salgo del aula tras recoger mis cosas y justo me encuentro a uno de mis compañeros por el camino que también parece dirigirse a la sala de profesores.

-Buenos días Rubén ¿Qué tal la primera clase del curso? -pregunta el moreno con una sonrisa reluciente. Borja siempre muestra un lado amable, muy amable, la verdad es que me sorprende mucho que sus alumnos no se lo tomen a la ligera a veces.

-Muy bien la verdad, ha sido con los de primero así que te lo puedes imaginar -respondo devolviéndole la sonrisa-. Aún así necesito un buen café.

-Yo justo iba a eso ¿tienes la próxima hora libre? -abre la puerta de la habitación y me deja entrar mientras asiento a su pregunta- Si te apetece podemos quedarnos aquí y hablar, no tengo ganas de socializar demasiado.

-Coincido contigo.

Nos sentamos juntos en la gran mesa de la sala de profesores junto a un par de café y nuestros cuadernos de clase, Borja comparte el mismo ámbito que yo del idioma y la verdad es que es buenísimo siempre me viene bien comparar notas con él. Cuando nos damos cuenta ya han acabado las dos horas de la primera clase y algún que otro profesor aparece en la sala.

Todo va muy bien, increíblemente bien hasta que veo entrar al lugar a cierto pelinegro de ojos violetas y postura impecable. Mantiene esa cara de seriedad pulcra que es imposible quitarle y lleva sus gafas de ver puestas en el bolsillo de la camisa, justo igual que siempre, este chico no cambiará nunca.

-Bueno días, Borja -saluda el que acaba de entrar.

-Buenas, Samu -responde el mencionado con su tono de amabilidad-. Justo estaba hablando con Rubén sobre una cosa de literatura, a lo mejor nos puedes ayudar.

Don Perfecto me mira de arriba a abajo, sé que no le caigo muy bien por como soy y por mi modo de dar clase y sinceramente él tampoco me agrada demasiado, es muy estricto y jamás se sale de las pautas predeterminadas, es más robot que persona.

-Claro, ahora tengo una clase pero en cuanto tenga un momento te ayudo con lo que quieras -sé que no piensa dirigirme la palabra a mí, tampoco me hace falta.

El chico moreno asiente y le agradece su ayuda y el otro no tarda en acercarse a por un café y volver a irse. Yo de verdad que intento llevarme bien con él, pero hay veces que es imposible, mi buen humor es superado por su amargada personalidad y se me quitan las ganas hasta de bromear.

-No entiendo como te puedes llevar bien con él -murmuro mientras continúo mirando sus hojas.

-Es majo cuando lo conoces pero a ti te tiene puesta una cruz -ríe como si fuera una broma, pero no es así y él lo sabe. 

Siempre ha sido así, desde que lo conozco has sido así, serio y perfeccionista, reservado y autosuficiente, no solo en su trabajo sino que también durante nuestra época de estudiantes. Es como si tuviera una coraza alrededor de él que solo unos pocos pudieran derribar, entre esos pocos está Borja, que bueno, se lleva bien con todo el mundo.

Suelto un suspiro y decido evitar el tema, por muchas vueltas que le haya dado esto no ha cambiado ni cambiará jamás, él y yo no pertenecemos al mismo círculo ni siquiera al mismo mundo.

Cuando la segunda hora ha acabado me despido de Borja y me dirijo a mi próxima clase, por suerte son las dos últimas horas del día y ya me podré ir a casa. Sé que es el primer día y que a penas he hecho nada pero aún así estoy cansado, no he dormido nada bien, aunque este sea mi tercer año como profesor me sigo poniendo un poco nervioso cuando empiezan las clases.

Abro la puerta del gran aula y los alumnos ya me están esperando, siempre dejo unos diez minutos de margen para comenzar la clase, es algo que me parece normal teniendo en cuenta lo grande que es el edificio.

-Buenos días, soy el Señor Doblas pero ni se os ocurra llamarme así, para vosotros soy Rubén y seré vuestro profesor de introducción a la gramática del inglés -empiezo mientras me apoyo en la mesa que queda detrás de mí-. Primero que nada, no os confundáis con esta carita de chaval que tengo, soy vuestro profesor y mientras vosotros me respetéis yo os prometo que tendréis ganas de que llegue mi clase.

Hoy no ha sido un mal primer día.

Profesionalidad [Rubegetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora