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El rugido del motor acompañaba el vaivén de pensamientos de Jungkook mientras conducía hacia la universidad. Imaginaba, una y otra vez, la despedida frente a la puerta de la casa de Jimin, ese momento en que sus ojos se encontraron y, antes de poder detenerse, se inclinó y lo besó, suave y sin prisa. Había sido algo fugaz, apenas un roce que aún sentía en sus labios. Inconscientemente, sonrió. Había algo en ese recuerdo que le hacía estremecer, aunque no quería admitirlo.

No estaba seguro de si "gustar" era la palabra exacta, pero no podía negar que Jimin estaba siempre en su mente. La manera en que fruncía el ceño, su risa, la forma en que sus ojos se iluminaban cuando hablaba de algo que le apasionaba... Todo eso le hacía sentir algo que no terminaba de comprender.

Y luego estaba Kaurna. Había sido su mejor amigo desde hacía años, y había pasado algo muy parecido entre ellos en otra ocasión, cuando la chica que le gustaba mucho a Kaurna había terminado confesándose a él. Jungkook quería creer que esta vez sería diferente; después de todo, ¿cómo podían ser los sentimientos de Kaurna igual de fuertes que antes cuando apenas conocían a Park, no?

Sin embargo, al darse cuenta de lo arrogante que era de su parte juzgar los sentimientos de su amigo, se regañó internamente, obligándose a pensar en otra cosa, fallando olímpicamente en el intento.

—¡Ah! —se quejó, moviéndose inquieto en el asiento y soltando el volante un segundo para frotarse el rostro. Como si con eso pudiera despejarse—. ¿Cómo es que termino en estas situaciones?

Suspiró. Al menos en pocos minutos estaría en la universidad, y dejaría de torturarse con pensamientos tan confusos. Aparcó y, justo al bajar del auto, notó a Jimin al otro lado del estacionamiento, acomodándose la mochila en el hombro y lanzando miradas distraídas alrededor. El corazón de Jungkook pareció acelerarse un poco, aunque él lo ignoró, y se acercó al otro sin mucho ruido, con una sonrisa que intentaba disimular su nerviosismo.

—Hey, gruñosito —saludó, llamándolo con ese apodo que tanto le gustaba usar para molestarlo.

Jimin rodó los ojos, pero esta vez había algo distinto en su mirada. No se veía tan irritado, sino más bien divertido. Cosa que lejos de ser su cometido, le hizo sonreír.

—¿Sabes? Estoy considerando buscar también un apodo para ti —respondió, arqueando una ceja con una sonrisa traviesa.

Jungkook se encogió de hombros con una sonrisa confiada.

—No sé si podría soportarlo —bromeó, manteniendo el tono ligero.

Jimin lo observó un segundo más, conteniendo una risa.

—Ya veremos... igual no prometo que sea algo bonito.

Con cada palabra intercambiada, parecía que los pensamientos y preocupaciones que tenían antes de verse, desaparecían, al menos momentáneamente. Para Jimin, la sonrisa de Jungkook, que antes encontraba irritante, ahora le resultaba... atractiva. Desde aquella noche, en la que habían hablado largo y tendido, había empezado a ver más allá de la actitud aparentemente engreída de Jungkook, descubriendo a alguien más amable y divertido.

Ambos comenzaron a caminar hacia el edificio principal, y mientras lo hacían, la conversación fluía con una naturalidad que ninguno esperaba. No mencionaron directamente lo ocurrido el fin de semana, pero la tensión seguía ahí, sutil, en cada mirada y cada sonrisa. Era como si, en silencio, ambos recordaran ese beso frente a la puerta, y aunque ninguno lo reconocía, ambos sabían que algo había cambiado.

En algún momento, al doblar en uno de los pasillos, sus manos se rozaron accidentalmente. Jungkook sintió un ligero escalofrío recorrerle el brazo, como una descarga eléctrica inesperada. Tragó saliva y miró hacia otro lado, intentando disimular su reacción. Jimin pareció reaccionar de manera parecida, retirando su mano y haciendo como si nada hubiera pasado, aunque una ligera sonrisa tironeaba de la comisura de sus labios.

Pero entonces, una voz conocida los interrumpió.

—¡Hey, chicos! —Kaurna apareció de repente, saludándolos con una sonrisa amplia.

De inmediato, Jungkook dio un paso hacia atrás, como si un instinto lo obligara a poner algo de distancia entre él y Jimin. Este último miró hacia Kaurna, luego de vuelta a Jungkook, notando algo extraño en la manera en que su amigo se apartaba. Al parecer, Kaurna no había notado nada fuera de lo común, y siguió hablando animadamente.

—¿Qué tal terminaron de pasarla este fin? —inquirió Kaurna, como si fuera una simple charla entre amigos.

Jimin se encogió de hombros, recuperando su semblante normal.

—Bastante bien, la verdad —respondió, dándole a Jungkook una mirada significativa que solo él podía entender—. Más de lo que pensé que iba a disfrutar.

Jungkook intentó contener una sonrisa y no reaccionar demasiado, pero era evidente que ambos compartían un recuerdo especial de aquel fin de semana. Kaurna, sin embargo, parecía más interesado en contarles algo que en prestar atención a sus miradas.

—Eso es bueno —dijo Kaurna con un deje de amargura que pasó desapercibido, antes de mirar entre ambos.

—Bueno, los dejo —murmuró Jimin, ojeando su celular—. Tengo que hacer algo antes de que empiecen las clases.

Con una última mirada hacia Jungkook, Jimin se despidió, lanzando una sonrisa que hizo que Jungkook se sintiera atrapado en su sitio. Lo observó mientras se alejaba, y fue solo entonces cuando notó que Kaurna lo estaba mirando, como si quisiera decirle algo importante.

—Oye, ¿podemos hablar? —preguntó Kaurna, en un tono más bajo y serio.

—Claro. ¿Qué pasa? —cuestionó Jungkook en respuesta, esforzándose por no parecer tan perdido como realmente se sentía en ese momento.

—Bueno, antes de nada, necesito tu opinión sobre un lugar —comenzó Kaurna—. Es un bar nuevo que han abierto, ese con auras de los 90°. ¿Lo conoces?

Jungkook arqueó una ceja, sorprendido por la pregunta. Le resultaba extraño que Kaurna de repente quisiera hablar de bares, pero asintió.

—Sí, he escuchado de él. Dicen que es un buen lugar. Pero ¿por qué preguntas?

Kaurna sonrió de una manera que lo dejó un tanto confundido antes de contestar.

—Quiero invitar a Jimin a una cita ahí.

El impacto de esas palabras lo dejó paralizado por un instante. Kaurna comenzó a hablar animadamente sobre sus planes y cómo pensaba que ese sería el lugar perfecto para expresar lo que sentía por Jimin. Todo el entusiasmo de su amigo contrastaba con el silencio incómodo de Jungkook, que apenas conseguía asentir y sonreír, sintiendo cómo su mundo parecía tambalearse con cada palabra.

—¿Y... crees que es el momento adecuado para decirle todo? —Kaurna lo miró, esperando una respuesta sincera.

Jungkook tardó en responder, pero finalmente asintió, intentando disimular la incomodidad. Había algo en su pecho que dolía, pero no se atrevía a admitirlo siquiera frente a sí mismo.

Kaurna sonrió ampliamente, satisfecho con la respuesta de su amigo, y después de una palmada en el hombro de Jungkook, se despidió y avanzó por el pasillo para saludar a alguien a la distancia.

Jungkook lo observó irse, sus pensamientos envueltos en una mezcla de confusión y algo parecido a la tristeza. Quería ser sincero con su amigo, pero ¿cómo serlo cuando no estaba siquiera seguro de lo que sucedía entre Jimin y él?


𐙚: kaurna está como medio raro 🤔

apateu ★ kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora