A medida que pasaban los días, la conexión entre Kevin y Barbara no hacía más que profundizarse. La confesión mutua había sido un alivio, pero también los llenaba de inquietud, especialmente porque debían mantener su relación en secreto. Aunque ambos aceptaban las circunstancias, el deseo de pasar tiempo juntos se volvía más fuerte. Finalmente, después de pensarlo mucho, Kevin se animó a sugerirle salir a algún lugar donde pudieran relajarse y disfrutar sin preocupaciones.
Barbara aceptó con entusiasmo, y ambos decidieron que su “primera cita oficial” sería en un parque cercano, que tenía zonas tranquilas, un pequeño lago y varios caminos rodeados de árboles. Era el lugar perfecto: no tan lejos de casa, pero lo suficientemente apartado como para disfrutar de cierta intimidad.
Llegó el sábado, y Kevin se preparó nervioso, cuidando cada detalle: se puso la camiseta que pensaba que más le favorecía y revisó varias veces su peinado. Al verse en el espejo, se dio cuenta de que su reflejo mostraba a un chico nervioso, pero feliz. No era solo una cita; era la primera vez que iba a pasar un rato tan especial con alguien que realmente le importaba.
Barbara llegó puntual, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Llevaba una blusa azul y jeans, sencilla pero con un encanto natural que hacía que Kevin sintiera un nudo en el estómago. Al verla, su timidez se hizo evidente, pero ella le dio un abrazo cálido, disipando un poco sus nervios.
El parque estaba tranquilo, y la tarde era perfecta: la brisa suave y el sol les acompañaban mientras caminaban entre los árboles. Al principio, la conversación giró en torno a temas ligeros, recordando algunos de los momentos divertidos que habían pasado juntos. Sin embargo, conforme avanzaban, Kevin sintió que podía abrirse más con Barbara. Así que, con algo de nerviosismo, le contó sobre cómo se sentía antes de conocerla: alguien reservado, poco acostumbrado a compartir su tiempo con los demás.
Barbara escuchaba con atención, y cuando él terminó, le confesó que también solía sentirse fuera de lugar entre la gente. Esa confesión mutua les hizo reír; de algún modo, compartían esa misma esencia tranquila y algo introspectiva que los unía aún más.
Llegaron a una pequeña colina desde la que se podía ver el lago, rodeado de árboles que se mecían con el viento. Decidieron sentarse en la hierba, disfrutando del paisaje mientras el silencio entre ellos se volvía cómodo y natural. En un momento, Kevin se animó a preguntarle algo que había estado pensando desde el inicio: “¿Por qué me diste aquel collar?”
Barbara sonrió, bajando la mirada antes de responder. “Porque quería que tuvieras algo mío, algo que fuera especial para ti… como tú lo eres para mí.” Sus palabras lo dejaron sin aliento. No podía evitar sonreír; era difícil de creer que alguien como ella, tan genuina y hermosa, sintiera algo tan fuerte por él.
Mientras hablaban, sacaron algunos bocadillos que habían llevado. Entre risas y comentarios divertidos sobre quién era mejor eligiendo la comida, Kevin se dio cuenta de que estaba disfrutando de una felicidad tan sencilla como única. Pasaron largos minutos así, compartiendo sus bocadillos y comentando sobre planes futuros, aunque ambos sabían que debían ser cuidadosos por la situación con la Tía Mary.
La tarde avanzaba y el sol comenzaba a ponerse. Decidieron acercarse al lago y, entre juegos y desafíos, terminaron mojándose las manos en el agua. La risa de Barbara era contagiosa, y Kevin se sintió lo suficientemente confiado para tomar su mano mientras caminaban de regreso al camino principal. El gesto fue pequeño, pero significaba mucho para ambos. Ella le devolvió la mirada con una sonrisa, y en ese momento, el mundo a su alrededor pareció desaparecer.
La magia del momento se vio interrumpida cuando ambos recibieron mensajes. Barbara revisó su teléfono y frunció el ceño. “Le dije a la Tía Mary que solo iba a dar una vuelta con una amiga,” explicó con un suspiro. “Pero ya quiere saber a qué hora vuelvo.” La situación les cayó como un balde de agua fría, pero Kevin intentó mantener el ánimo. Sabía que cada momento con Barbara era valioso, y se despidieron con una promesa: volverían a verse pronto. Al separarse, Kevin se sintió nervioso pero feliz. La experiencia había superado sus expectativas, y cada instante con ella hacía que sus sentimientos crecieran aún más.
Al llegar a casa, su abuela lo recibió con una sonrisa curiosa, notando el brillo en sus ojos. “¿Qué tal estuvo tu tarde?” Él intentó disimular su felicidad, pero no pudo evitar sonreír mientras le contaba solo algunos detalles, evitando mencionar el hecho de que Barbara había sido la protagonista de su día. Sin embargo, ella ya conocía la historia de su relación y sonreía de forma cómplice, apoyándolo sin hacer demasiadas preguntas.
Días después, Kevin y Barbara comenzaron a planear su próxima salida, siempre en busca de momentos tranquilos y secretos que les permitieran estar juntos sin llamar la atención de la Tía Mary. Optaron por lugares sencillos y discretos: desde pequeños cafés hasta librerías. Aunque cada salida era limitada en tiempo y siempre bajo el radar, ambos apreciaban esos momentos como si fueran eternos.
Durante una de sus salidas, surgió un pequeño problema cuando se encontraron con una amiga de la Tía Mary en el café donde estaban. Kevin y Barbara disimularon como si solo estuvieran estudiando juntos, y aunque la situación les hizo pasar un mal rato, lograron salir del apuro. Pequeños contratiempos como ese se convirtieron en anécdotas que recordarían con risas más adelante, y cada uno de esos momentos fortalecía aún más su relación.
Poco a poco, sus sentimientos crecieron, y aunque ambos sabían que tarde o temprano tendrían que enfrentar la situación con la Tía Mary, estaban decididos a aprovechar cada instante que pudieran compartir. Entre miradas cómplices, palabras susurradas y promesas silenciosas, su relación se fortalecía, y cada encuentro hacía que Kevin se sintiera más seguro de que, a pesar de las dificultades, valía la pena luchar por alguien como Barbara.
Ambos sabían que el camino no sería fácil. Pero, mientras tuvieran la complicidad y el apoyo del otro, cualquier obstáculo que surgiera podría enfrentarse con una sonrisa y una promesa.
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El Laberinto Del Deseo
Подростковая литератураKevin es un joven enamoradizo que ha vivido intensas historias de amor, habiendo experimentado tres grandes pasiones en su vida. Atrapado entre el pasado y el presente, kevin deberá enfrentarse a sus verdaderos sentimientos y tomar decisiones que de...