Capítulo 3 Cómo se forman y se rompen los hábitos

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Introducción: Los cimientos invisibles de nuestra vida

Imagina por un momento que cada día de tu vida es como construir una casa. Algunos días colocas ladrillos firmes y seguros, otros días el trabajo parece más lento o titubeante, pero la casa sigue creciendo, paso a paso. Sin embargo, lo que define la estabilidad y el éxito de esa construcción no son las grandes decisiones que tomas de vez en cuando, sino los pequeños hábitos que repites día tras día, casi sin pensarlo. Los hábitos son los cimientos invisibles de nuestra vida. Son los comportamientos automáticos que definen quiénes somos y qué logramos, incluso cuando no somos conscientes de ellos.

El problema es que muchos de esos hábitos se forman sin que nosotros los hayamos elegido conscientemente. Simplemente los adoptamos en función de nuestro entorno, nuestras emociones y nuestras circunstancias. Pero, ¿Qué pasaría si tomáramos control de ese proceso?

¿Qué pasaría si pudiéramos no solo formar nuevos hábitos, sino también romper aquellos que nos limitan? Aquí es donde empieza el verdadero poder del cambio.

El ciclo del hábito: Señal, rutina y recompensa

Los hábitos, en su esencia más básica, siguen un ciclo que los científicos han llamado el bucle del hábito. Este ciclo se compone de tres elementos principales: la señal, la rutina y la recompensa. Entender cómo funciona este ciclo te dará la clave para formar hábitos positivos y deshacerte de los negativos.

1. Señal: El detonante que activa el hábito

La señal es lo que pone en marcha todo el ciclo. Puede ser un lugar, una emoción, una persona o un momento del día. Las señales actúan como disparadores automáticos, poniendo en marcha un comportamiento sin que tengamos que pensar mucho en ello.


Imagina que cada mañana, al sentarte en tu escritorio, sientes la necesidad de revisar tus correos electrónicos.

En este caso, sentarte frente a la computadora es la señal que desencadena la rutina de revisar el correo.

La señal es tan automática que probablemente no te das cuenta de que estás activando un hábito.

2. Rutina: La acción automática

La rutina es el comportamiento que realizas en respuesta a la señal. Es la parte visible del ciclo, lo que hacemos sin pensarlo dos veces. Esta rutina puede ser algo tan sencillo como revisar el teléfono, encender un cigarrillo o salir a correr. Las rutinas son fáciles de repetir porque son automáticas, y con el tiempo se convierten en una parte natural de nuestra vida.

Ejemplo práctico:
Si cada vez que sientes estrés te encuentras automáticamente comiendo snacks poco saludables, la rutina es comer en respuesta al estrés. Incluso si sabes que no es lo mejor para ti, esta rutina se activa de manera automática porque el hábito está bien establecido.

3. Recompensa: El beneficio que refuerza el hábito

Finalmente, la recompensa es lo que cierra el ciclo. Cada vez que completamos una rutina, obtenemos una recompensa, ya sea física o emocional.

Esta recompensa puede ser algo tan tangible como la satisfacción de calmar el hambre o algo más abstracto como el alivio del estrés o la sensación de éxito. La recompensa es crucial porque es lo que asegura que el hábito se repita.

Ejemplo práctico:
Si cada vez que revisas tus redes sociales te sientes conectado con tus amigos o entretenido, esa sensación de satisfacción es la recompensa que refuerza el ciclo. Aunque la acción sea automática, la recompensa asegura que la próxima vez que sientas aburrimiento, volverás a revisar el teléfono.

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