ᯓ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 2 .ᐟ

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Lingling se recostó en el sillón y disfrutó de la visión que tenía ante sus ojos

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Lingling se recostó en el sillón y disfrutó de la visión que tenía ante sus ojos.

A pocos metros de distancia, Orm dormía en su enorme cama, envuelta en la bata que ella le había prestado. En la última década la palida se había convertido en una mujer hermosísima, y su embarazo no hacía más que resaltar dicha belleza.

Tenía la almohada abrazada como si de un amante se tratara y en su rostro había una expresión de satisfacción. Mientras observaba cómo la luz roja del fuego iluminaba su cabello, Lingling no pudo evitar la duda de si aquel ángel del pasado no habría sido enviado para torturarla.

Sin embargo, aquella noche no se había permitido pasar con Orm el tiempo suficiente para averiguarlo. Después de que se marchara Jakarin, ella se había ido a la cocina a calentar un poco de sopa que le había llevado para que cenara.

Orm le había dicho que se quedará y cenara allí con ella, pero Lingling había rechazado el ofrecimiento. Tenía por norma no comer en compañía de nadie. El caos de haber tenido que compartir cada comida con otros sesenta niños con los que había tenido que luchar por cada bocado había creado en ella una necesidad de paz y tranquilidad, lo que había encontrado nada más escapar de aquella escuela.

Una de las cosas que tenía que agradecer a Orm y a su padre era haberle permitido conservar esa recién recuperada independencia. Antes de darle su comida para que se fuera a tomarla donde quisiera, Phaibum siempre le decía: «una persona siempre tiene que disponer de su espacio».

Phaibum Kornnaphat había sido un hombre muy especial y Lingling sabía que jamás olvidaría el modo en el que la había acogido, sin preguntas, y había llegado a ser un padre para ella, un padre que además le había enseñado todo lo que sabía sobre electrónica. Y Orm... ella le había demostrado que existía la amabilidad y la amistad.

Pero esa noche mientras le servía la cena o cuando la observaba dormir, no la veía como a una amiga. Había llegado a considerar la idea de romper su norma de las comidas en soledad. Por Orm. Y eso le preocupaba enormemente, tanto que creía que lo mejor sería poner el trabajo como excusa y salir de allí inmediatamente.

Justo entonces Orm emitió un dulce suspiro en mitad de sus sueños que hizo que Lingling se sintiera culpable por estar allí. Nunca había sido una voyeur, que era lo que tenía la sensación de estar siendo en ese momento. Además, no tenía tiempo de pensar en el pasado, había demasiado trabajo que hacer, demasiados negocios que cerrar.

No obstante, no podía quitarse de la cabeza la imagen de la mujer que había visto al abrir la puerta del coche medio enterrado en la nieve; los ojos de Orm le habían transmitido una calidez que ya apenas recordaba y que ahora deseaba conservar para siempre.

De hecho, tal deseo había ido creciendo con el paso de las horas. Pero debía recordar que el único motivo por el que la había invitado a quedarse era para saldar una deuda del pasado, no podía permitir que su presencia la hiciera flaquear en sus determinaciones. Así que, por mucho que le costara, debía seguir allí por si Orm necesitaba algo.

.𖥔 ݁ 𝙰𝙵𝚃𝙴𝚁 𝚃𝙷𝙴 𝚂𝚃𝙾𝚁𝙼 ˖๋ ࣭ ⭑ [LingOrm] [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora