« 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 ─ 𝟬𝟴 »

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─ ¿Tienes planes para él? ─

─ No lo mataré, si te preocupa. ─

Sebastian bufó molesto, hablar con el menor era cómo hablarle a la pared, y hasta ella te escucharía más: ─ Charlie hablo en serio. ¿Tienes planes o no? ─

─ Eres molesto, Vettel. ─ el alfa paseó por su oficina despeinando su cabello.

─ Sólo deseo saber si lo que quieres es morir o casarte. Es imposible leerte. ─ Charles golpeó el escritorio frente a él.

─ No vayas por allí, Seb. ─ lo amenazó para luego separarse; el alemán bufó.

Ambos se mantuvieron en silencio, el monegasco estaba frustrado y enojado por la repentina cercanía del español y Lando, odiaba verlo más cerca de SU CALOS, ¿Quién diablos se cree?; Vettel lo veía desde su asiento con sus cejas levantadas, el olor a podrido provocó que cubriera su nariz y le llegara una arcada, fué allí que Charles volvió a si.

─ Discúlpame... ─ gruñó sentándose a nueva cuenta: ─ No sé que me pasa. ─

─ Pasa, mon petit, que lo que suele ser llamado "Imprimación" te pasó con el traidor. Felicidades. ─ "a la mierda la delicadeza, estoy harto de todos ellos."

La carcajada que soltó el alfa provocó que Sebastian rodara los ojos, era tan obvio que lo tomaría a loco, justo por ello creó un archivo con cada detalle. El monegasco se detuvo en seco al irlo leyendo párrafo por párrafo, su rostro serio hizo que el alemán sonriera con orgullo, por fin lo haría darse cuenta.

─ ¿Hace cuánto sabes? ¿Y quién otro está involucrado? ─ gruñó ofendido.

─ Desde que llegó, y tal vez Pierre. ─

Para ellos la palabra "lealtad" no valía nada. Charles continúo leyendo, cada maldito detalle era exacto, comenzó a temer por su integridad al tener a Seb allí mismo, el hombre era inteligente. Lanzó sobre el escritorio el archivo y cubrió su cara, se negaba a confirmar tal horroroso hecho. Enamorado de el enemigo, el hijo de quién le arruinó la vida, el asesino de Juls. ¿Cómo podría?

─ Esa situación es cosa del destino, no es algo que puedas elegirlo, Charlie. ─

─ Eso es obvio, nunca hubiese elegido al hijo de ese homicida. ─ gruñó.

Charles se puso de pie para luego salir de allí, Sebastian lo imitó confundido, ahora que le dijo la verdad temía que el idiota de su ahijado cometira algún crímen de odio en contra del español. Bajaron a los calabozos, con dirección a dónde se encontraba Sainz, tal cómo se imaginaba el castaño, Lando estaba allí. Ni siquiera pudo evitarlo. Charles tomó del cuello al alfa británico para luego sacarlo de la jaula, Carlos quedó congelado en su lugar, y Sebastian les indicó a los guardias que lo subieran.

─ Debería torturarlo. ─ murmuró con intención de que sólo Seb escuchara, lo cuál no funcionó porque Carlos vió mal al menor: ─ ¿El exilio funciona? ─

─ Pocas veces. ¿Por qué no lo dejás en la mansión de tus padres? ─ aportó.

Charles pareció pensarlo: ─ Haré que lo cambien por Kelly, Max sabrá cómo tranquilizarlo. ¿Tortura de enigma? ─

─ Claro que no, lo matará. ─

Encogió los hombros sin importancia, volteó para ver al español encorvado en una esquina mirando al suelo, era obvio que había escuchado todo. Seb suspiró retirándose, no quería que la situación escalara más, pero tampoco podía alejar al monegasco del agente, sería peor que asesinarlo. Charles se acercó con delicadeza, Carlos levantó los ojos confundido, se suponía que él debería tenerle miedo; estando al lado ambos suspiraron ante el toque de sus pieles, la mano de Charles viajó de la mejilla del delta hasta llegar al cuello.

─ Estás alterado. ─ murmuró con dos dedos presionando su pulso de allí.

─ Estás frente a mí, es obvio. ─ Carlos tragó saliva, la poca distancia entre él y el mafioso era preocupante: ─ ¿Él te hizo algo? Lando, me refiero, ¿Él...? ─

─ No quiero volverte a escuchar decir su nombre. ─ la mano que antes subía con delicadeza, ahora lo apretaba con furia enfermiza: ─ Dí que entiendes. ─

Carlos tragó saliva, se sentía asqueado consigo por encontrarlo atractivo, y lo peor era que le gustaba: ─ Entiendo. ─

Nuevamente golpeó a su nariz el olor a sándalo, tan delicado pero a su vez sensual, seduciendolo para que fuera directo al pecado que tenía frente a él. Con Charles no era diferente, el olor a chocolate amargo lo hacía babear, su mano acarició esos atractivos labios y se alejó. Tenía que irse antes de que lo dejara follarselo allí mismo, era justo lo que menos quería en ese momento.

─ Tendrás nuevo médico, y haré que a primer hora te cambien de habitación a una más decente. ─ explicó saliendo.

─ Gracias... ─ al no encontrar el apodo indicado, lo dejó así; Charles suspiró.

─ Puedes decirme Perceval. ─ Carlos levantó la ceja intrigado: ─ Es otro de mis nombres, sólo mi padre lo usa. ─

─ ¿Sólo Perceval o Lord Perceval? ─ la pregunta hizo que rieran, dejando de lado la tensión; "dime Lord Perceval": ─ Entonces. Gracias, Lord Perceval. ─

─ De nada, Calos. ─

Al salir de allí, ambos quedaron con la más bella sensación en el pecho, Sainz se volvió a recostar repitiendo una y otra vez la escena que acaba de pasar; Charles de su lado sentía taquicardia, la molesta sensación de mariposas en su estómago lo hacían soltar arcadas, el francés llegó justo para atraparlo al caer desmayado, Pierre y Sebastian se vieron con preocupación y confusión.

El hombre había asesinado a casi todo un pueblo, una organización la redujo a cenizas, mutiló a miles de soltados, y nunca mostró signos de lastima, pero con unos cuántos días sintiéndose tal cómo humano normal se desplomaba. Definitivamente Charles Wolff aún no estaba listo para entrar a su faceta de alfa enamorado, Carlos Sainz sería el primero en probar ese lado, casarse e hijos nunca aparecieron en su futuro, pero ahora que lo tenía cerca, aquello parecía algo más cercano que lejano.

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𝐋𝐄𝐓 𝐓𝐇𝐄 𝐖𝐎𝐑𝐋𝐃 𝐁𝐔𝐑𝐍 | omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora